- Redacción
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- 2018-06-01 00:00:00
Esta bella comarca salmantina ofrece experiencias enoturísticas muy atractivas que invitan a disfrutar de sus originales vinos, de su riqueza gastronómica y de sus excepcionales paisajes
A l sur de Salamanca se alza la Sierra de Francia, una comarca muy singular que debe su nombre a quienes la replobaron en la Edad Media. La indeleble huella de aquellos franceses que se asentaron en estas fértiles tierras todavía perdura en los topónimos y en los apellidos de muchos de sus habitantes. Pero miles de años atrás, los pueblos primitivos que habitaron los valles y montañas de la zona también dejaron un recuerdo imborrable en forma de pinturas rupestres.
Los siglos de Historia que acompañan al territorio están marcados por una pasión común: el vino. Es una de las regiones del mundo con más lagares rupestres, con un patrimonio vitivinícola inmenso. Esta cultura del vino milenaria –amparada hoy por la D.O.P. Sierra de Salamanca– se ha puesto en valor a través del Plan de Dinamización de la Ruta del Vino de la Sierra de Francia, una de las comarcas con mayor valor histórico, natural, tradicional, geográfico y cultural de la provincia.
Forma parte del Sistema Central, y está integrada en la Reserva de la Biosfera de las Sierras de Béjar-Francia y el Parque Natural de la Sierra de Francia-Batuecas. Este rico territorio está profundamente influenciado por su caprichosa orografía –con marcados desniveles entre profundos valles y también profundos cañones–, su clima mediterráneo húmedo y sus suelos de pizarra y granito. Durante siglos, los sacrificados viticultores de la Sierra de Francia han ido ganando terreno a la montaña para cultivar las viñas en terrazas, esculpiendo un paraje espectacular. El peculiar terroir, con sus viñedos centenarios, da lugar a uvas tan singulares como la Rufete, la variedad autóctona que más predomina en la zona: sutil y de compleja elaboración, aporta elegancia, frescura y complejidad. La Tempranillo y la Garnacha son otras dos variedades de especial relevancia.
El Plan de Dinamización de la Ruta del Vino de la Sierra de Francia –impulsado por La Diputación de Salamanca, junto con el Grupo de Acción Local ADRISS y los municipios de la Ruta del Vino, en colaboración con la D.O.P. Sierra de Salamanca– propone actividades muy atractivas que invitan a disfrutar de estos vinos evocadores, originales y auténticos; de sus excepcionales paisajes, de su diversidad gastronómica y de su arquitectura tradicional.
El proyecto recorrerá 16 localidades en las que se desarrollará una actividad común: Catar un Territorio, que consiste en una combinación de espectáculo y degustación no solo de vino y productos de la zona, sino también de paisajes, personajes e historias. Esta actividad se complementará con las específicas de cada municipio, diseñadas para recuperar tradiciones, patrimonio, potenciar intercambios y reforzar la vinculación de los municipios y sus gentes con la Ruta del Vino y su cultura. El objetivo de esta iniciativa es convertir la Ruta en un producto de enoturismo contemporáneo recuperando las tradiciones y celebraciones perdidas, crear un relato diferente en relación con el vino y su cultura, buscar la implicación de la población y promocionar la Ruta y sus recursos, pensando siempre en el disfrute del visitante.
Sin duda, uno de los grandes atractivos de esta Ruta es la posibilidad de descubrir los vinos de la D.O.P. Sierra de Salamanca, muy versátiles a la hora de armonizar, acompañados de la suculenta gastronomía serrana. Destaca por la influencia de diversas culturas a lo largo de los siglos –judía, musulmana y cristiana– y cuenta con una excelente despensa: frutas y verduras de la huerta, miel, setas, aceite de oliva virgen extra, cerdo ibérico... En la Sierra de Francia, la cultura se respira y saborea.