- Ana Lorente
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- 2015-04-30 14:22:54
La broma recurrente suele ser: “¿Vinos de pago? Es que hay vinos gratis?”. Pero aquí el término pago tiene el sentido que conserva en Latinoamérica, el de un territorio acotado y diferenciado, una finca, una estancia.
Dentro de una Denominación de Origen, de un término municipal e incluso entre el viñedo de una bodega hay rodales privilegiados, bien porque, por su orientación, el sol los acaricia en las épocas adecuadas, o porque al estar en un cerrillo el viento refresca las cepas mientras, abajo, sus vecinas se cuecen en verano, o quizá porque el suelo se ha formado por erosión o por aluvión. El caso es que esa tierra produce cepas, uvas y en definitiva vinos que tradicionalmente se han venido distinguiendo de los del entorno y que, incluso antes de que se impusiera el embotellado, los vecinos valoraban con admiración, y con nombre propio, el nombre del pago. Algunos han conservado y encumbrado hasta hoy ese prestigio.
El 19 de julio de 2002 la Consejería de Agricultura de Castilla-La Mancha concedió el titulo de los dos primeros Vinos de Pago a Finca Élez, de la bodega Manuel Manzaneque, y a Dominio de Valdepusa, de Marqués de Griñón.
Al año siguiente, la Ley de la Viña y el Vino convirtió en nacional esa iniciativa manchega y legisló las normas para calificar un vino de pago; principalmente, que la bodega los elabore con sus propias uvas y que estas procedan de un terreno especial. El resultado es una Indicación Geográfica Protegida que el elaborador puede lucir exclusivamente en la etiqueta de ese vino, no en todos los de su bodega.
Pero ya antes, muchas algunas bodegas venían bautizando su vino estrella cosechado en una viña muy selecta como Pago de... y, a la vez, un grupo de 25 prestigiosas bodegas habían constituido la asociación Grandes Vinos de Pago para presentarse conjuntamente con un marketing que resaltara la calidad común. Entre ellas, algunas son también, oficialmente, Vinos de Pago.
Esas tres utilizaciones han convertido el término Pago en un verdadero lío para quien compra o quien bebe el vino. La denominación oficial viene copiada de Francia, donde hace siglos se clasificó la tierra vitivinícola, otorgando a ciertos parajes, ideales para el cultivo de la viña, la calificación de Cru, Grand Cru, etc. Los vinos mas famosos del mundo nacen en esas viñas calificadas.
Con esos mimbres, la D.O. Vino de Pago equivale a una Denominación de Origen Individual que presupone que han de ser vinos de gran calidad, puesto que han de superar muchas exigencias. Y, además, esta D.O. ampara exclusivamente al vino, no a la bodega y toda su producción.
En España actualmente son 15 los Vinos de Pago: Arínzano, Aylés, Calzadilla, Campo de la Guardia, Casa del Blanco, Chozas Carrascal, Dehesa del Carrizal, Dominio de Valdepusa, Florentino, El Terrerazo, Finca Élez, Guijoso, Los Balagueses, Otazu y Prado de Irache.
Verdaderamente, todos son territorios especiales,pero cualquier cata o degustación aficionada de estos 15 vinos revela escandalosas diferencias de calidad.
En definitiva, si lo que pretendió la Administración era normalizar una calificación de grandes vinos de España, por encima de que su Denominación de Origen fuera más o menos prestigiosa (los hay de Rioja, Ribera del Duero, La Mancha, Utiel-Requena, Jumilla...), no lo ha conseguido. En el saco hay copas excelentes, buenas y vulgares. El avisado bebedor tendrá que seguir acudiendo a las guías, revistas o blogs de catadores independientes, con experiencia y sensibilidad, para que sus catas le guíen, ya que la simple etiqueta Vino de Pago no es garantía de excelencia.