- Redacción
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- 2018-02-27 13:21:51
Así, a primera vista, algo tan evidente como un vino blanco de uva blanca podría parecer una perogrullada pero hay países –o, mejor, zonas vinícolas–, donde esa elaboración no es la práctica habitual, de modo que hay que indicarlo en la etiqueta.
P ara comprenderlo hay que conocer, aunque sea someramente, la elaboración de los vinos de diferentes colores y la evolución del marketing y la exportación internacional.
Empecemos por el principio, aunque esto es un resumen muy básico que pasa por alto numerosas variantes: el vino tinto se hace con uvas tintas enteras. Adquiere color tanto durante la maceración previa como en la fermentación siguiente. Y cuando la fermentación concluye, el vino se separa de los hollejos, sea prensándolo o con reposo y trasiego (ver MiVino 232).
El vino rosado se hace a menudo con uvas tintas enteras. Toma color a lo largo de la maceración previa y, cuando llega al tono que el enólogo busca, se prensa. Ese mosto rosado es el que fermenta y se convierte en vino, de modo que al final no necesita más que reposo y trasiegos para eliminar las lías (ver MiVino 219).
El vino blanco se puede hacer por la fermentación de uvas blancas enteras o por la fermentación del mosto obtenido después de prensar las uvas y retirar los sólidos. Y aquí está el secreto. El mosto, el zumo de uva prensada, en principio siempre es blanco, porque las uvas, con rarísimas excepciones, tienen la pulpa blanca. De modo que puede haber vino blanco de uvas tintas y blanco de blancas.
Precisamente uno de los vinos blancos más famosos del mundo se hace con tintas. Es el champagne, basado tradicionalmente en dos variedades: Pinot Noir (no se puede ser más tinta) y Pinot Meunier. Y como es algo archisabido, a nadie se le ocurrió contarlo en la etiqueta. Sin embargo, se indica cuando se trata de un espumoso de otras zonas que se elabore con blancas o cuando de un tiempo a esta parte en la propia Champagne se van popularizando los champagnes monovarietales de Chardonnay o de esta uva combinada con otras variedades blancas.
Los cavas y los blancos españoles, por el contrario, se basaron siempre en variedades blancas y es ahora, cuando compiten con los franceses en países terceros, cuando han visto la necesidad de utilizar esa nomenclatura común. Además, también aquí se están haciendo ya grandes blancos y espumosos de uva tinta, aunque eso y la variedad de uva –generalmente Pinot Noir– sí que se especifica en la etiqueta. Vale la pena compararlos y degustarlos con atención para comprobar lo que cada uva aporta... o simplemente para disfrutarlos mejor.