- Redacción
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- 2018-04-05 14:03:46
La historia de la humanidad es un viaje en busca de la inmortalidad. Un trayecto aún muy corto, pero tenaz, imaginativo, e incluso sacrificado en pos de la eterna juventud. Así se ha desarrollado la nutrición, la sanidad, buena parte de la ciencia y fantasías como las artes o las religiones que garantizan la vida eterna. El resveratrol está demostrando ser una ayuda para mantener la salud. Y lo mejor es que está en el vino.
E l resveratrol, en distintas fórmulas y marcas, está ampliando su espacio en las estanterías de las farmacias, en los escaparates de las tiendas naturistas e incluso en los centros de cosmética, por no hablar de las ofertas on line. No es nuevo, lo publicó en 1930 un científico japonés, Michio Takoaka, que lo extrajo de una planta medicinal y a la vez venenosa, una variedad de glandiflorum. Técnicamente es un compuesto de la familia de los fenoles que producen algunas plantas para defenderse de una lesión o de un ataque de hongos o bacterias. Actúa sobre un órgano de las células llamado mitocondria, que es el que se encarga de producir y distribuir la energía para que la célula funcione. A algún iluminado se le ocurrió pensar que si a la planta le hace bien, no estaría de más probar el efecto sobre otros organismos, animales e incluso humanos. Y en eso estamos.
La investigación aún está en pañales, pero es tan prometedora que ocupa laboratorios en los países más punteros y cada día presenta resultados que hacen crecer su mercado. Sin entrar en detalles, y aún menos en explicaciones médicas que no nos corresponden, las indicaciones se multiplican tanto en uso interno como externo, en cápsulas regeneradoras o cremas y tratamientos de balneario, puesto que la absorción en el organismo puede ser por ambas vías. Parece ser que en estudios sobre animales ha demostrado efectos antidiabéticos, que es capaz de reducir distintos tipos de grasa, entre ellos el colesterol pernicioso, mientras incrementa el bueno y de esa forma favorece el sistema cardiovascular. Ha demostrado también carácter preventivo en algunos tipos de cáncer y en disfunciones neuronales y muerte celular, como las que producen las enfermedades de Huntington y Alzheimer, e incluso en modelos animales tiene efectos antidepresivos. Y donde reside su mayor éxito es en el poder antioxidante, es decir, antienvejecimiento, tanto en la piel como en el funcionamiento general del organismo.
Así se explica cómo una de sus mayores productoras, que es la uva, consigue que el vino perviva durante un tiempo tan largo. Eso y la llamada paradoja francesa han sido los puntales de la búsqueda. ¿Por qué el vino dura tanto? Y, ¿por qué los franceses, con una dieta repleta de grasas animales –foies, quesos y demás exquisiteces– tienen una tasa tan baja de enfermedades cardiovasculares?
La respuesta se encontró en el vino, y más allá en su ingrediente secreto, el resveratrol. De hecho, la Federación de Empresarios de La Rioja, con nueve bodegas a la cabeza, se embarcó hace 10 años en un proyecto pionero de casi un millón de euros que ha dado frutos incrementando de forma natural el contenido de resveratrol de sus vinos y, sobre todo, con el conocimiento más profundo de sus posibilidades terapéuticas. Así sabemos que el resveratrol se encuentra en mucha mayor proporción en los vinos tintos que en los blancos. Que los elaborados por maceración carbónica triplican la cantidad en comparación con la elaboración clásica. Y que en la barrica, por precipitación, oxidación y absorción se pierde más del 50% del contenido original.
Los primitivos refrescos de cola y los yogures nacieron como medicinas. Por el contrario, ¿veremos pronto al vino de venta en farmacias, incluso en los países donde cultura o religión prohíben el alcohol? El tiempo dirá.