- Antonio Candelas
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- 2019-04-30 00:00:00
Vino y cerveza, dos bebidas fermentadas que han ido por su cuenta hasta que el bodeguero se ha sentido cautivado por la cremosidad de la nívea espuma que reciben sus labios en una caña bien tirada o el maestro cervecero ha visto en la uva un fantástico ingrediente para enriquecer sus elaboraciones artesanales. Un encuentro entre dos mundos en apariencia distintos, pero que no se han caído mal. ¡Bendita amistad!
No hay que olvidar que, junto con el olivar, la vid y el cereal copan gran parte del sector agrícola de nuestro país, participando además en la constitución de la preciada y muy distinguida dieta mediterránea. El campo los ha visto crecer desde que eran bien pequeños en parcelas colindantes: trigo, cebada, tempranillo, garnacha... Han sido vecinos de siempre, pero han tenido poco trato una vez cosechados. Uno era llevado a la bodega para convertirse en rico vino y el otro se almacenaba en el silo del pueblo hasta que el molino se encargaba de hacerlo harina. Aunque, no nos engañemos, para este último hay otro destino que nos satisface más, sobre todo cuando la sed no tiene compasión de nosotros en una dura jornada de playa o en una inclemente barbacoa primaveral.
Existe un número nada despreciable de bodegas que se han interesado por la elaboración de cerveza, quizás movidas por la buena salud de la que goza esta bebida desde hace unos años o bien porque al final no deja de ser la fermentación de un mosto por parte de nuestras amigas las levaduras. Este hecho es importante y tiene mucho interés porque al final se descubren creaciones diferentes muy bien acabadas que enriquecen la oferta. Pero sin duda alguna, lo que llama más la atención es la incorporación del mosto de uva en cervezas artesanales ejecutadas con una gran maestría y cuya utilización tiene una justificaión técnica perfectamente definida en la que ambos mostos fermentan para generar un enriquecedor diálogo de matices entre el cereal y la uva. El resultado de este estilo de cerveza denominado Grape Ale es un trago refrescante, de mayor complejidad aromática, en algunos casos con una sensación de estrucutra en boca superior y, desde luego, de una impredecible originalidad.
Por otro lado, y después de elogiar esta simbiosis entre el fruto de la viña y el de los sembrados, tampoco hay que dejar de mencionar la aportación que está haciendo el mundo del vino a la creación de cervezas que nunca antes se habían encontrado en el mercado. Dentro de la gama premium de esta bebida, podemos encontrar referencias que han reposado en barricas de roble durante meses donde se aprecian matices tostados y especiados propios de la crianza. En otras, la materia prima, desde el tipo de malta hasta el lúpulo e incluso la clase de agua utilizada, ha sido seleccionada con la sabia y escrupulosa mirada del maestro cervecero. Esto da una idea del nivel de perfeccionamiento al que se está llegando en este mundo tan diverso, con la única meta de ubicarlo en un nivel de calidad muy elevado.
Nos hemos dedicado a seleccionar nueve de las cervezas más interesantes de bodegas o que han sido distinguidas con el fruto de la vid. Creemos que merecen la pena. A ver qué os parecen...
Maset Tostada
Cerveza de abadía de la bodega Maset sin filtrar y con la segunda fermentación en botella. Es compleja y delicada en sus matices (especias, tostados, flores, regaliz). Estructura media y de largo posgusto.
Una Pale Ale de una bodega (Abadía de Aribayos) en la que conviven vino y cerveza. Profunda en sus aromas de lúpulo, especias y finas hierbas. Espuma cremosa, con cuerpo y grato posgusto floral que persiste.
La Casona de la Vid
El mosto de Tempranillo lo pone la bodega El Lagar de Isilla, de la D.O. Ribera del Duero. El conocimiento cervecero, Cervezas Mica. Hay notas de frutos rojos y flores en nariz y boca. De paso ligero y refrescante.
Chardonnay Grape Beer
De estilo Blonde Ale. El Chardonnay procede del Somontano y sugiere frescura y amabilidad. Notas de flores blancas, hierba fresca y un punto especiado. Espuma consistente y paso medio.
Ceriux Tostada
Elaborada con mosto concentrado de uva riojana. Tiene aromas de lúpulo, manzana asada y flores secas. Fresca, de cuerpo medio y burbuja fina. En el recorrido aparece cierta sensación golosa que llena el paladar.
Mala Vida Premium
De Bodega Arráez, uno de los ingredientes fundamentales es su vino Mala Vida. Hay armonía entre los aromas de miel, flores y ahumados. Boca cremosa, con cuerpo y final rico en matices sostenidos por un moderado amargor.
Armonía 2017
Una Grape Beer de altos vuelos. Es compleja y con una gran elegancia. En boca existe un equilibrio acertado entre el amargor (IBU 20) y la sensación de cuerpo y frescura. Larga, gustosa y con mucha clase.
Cerveza Mica Imperial Stout
Ha madurado tres meses en roble. Poderosa en aromas de encurtidos, regaliz, torrefactos, balsámicos. Corpulenta, densa en el paladar y con un amargor del que se desprenden matices y alarga el posgusto.
Marianer
Elaborada con mosto de uvas Bobal y Tardana, es una Grape Ale de color ámbar en la que destacan los detalles de flores y fruta. En el paladar el amargor que percibimos es refrescado por los recuerdos cítricos.