- Sara Cucala
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- 2013-12-02 10:21:00
Las burbujas siempre han estado muy vinculadas con el glamour, con las celebrities, con los momentos especiales y de fiesta. Cuenta la leyenda que Marilyn Monroe gustaba de darse baños de burbujas en los que empleaba más de 350 botellas para llenar su bañera. O que combinados con champagne o cava tan emblemáticos como el Bellini (con zumo de melocotón) nacieron bajo la inspiración de la pintura de Giovanni Bellini, famoso pintor renacentista que gustaba de utilizar rosas de color intenso en sus pinturas.
Como casi todo lo bueno de la vida, podría decirse que las burbujas nacieron por casualidad. Se sabe que fue en el siglo XVII cuando el vino comenzó a ponerse en las mesas nobles de Francia e Inglaterra, y que hacia el año 1660 se comenzó a embotellar con el fin de una conservación mejor. El embotellado trajo consigo algo que en principio parecía un problema, las burbujas. Tanto que, en aquellos años, los viticultores llamaban a ese raro vino espumoso el “vino del diablo”: cuando menos lo esperabas saltaban los tapones, estallaban las botellas... Sin embargo, la burbuja se puso de moda y conseguir esa peculiridad con mayor refinamiento se convirtió en un arte propio de altos bodegueros.
En España, según encontramos en los anales de la Denominación de Origen Cava, nuestras burbujas llegaron a mediados del siglo XIX en un momento de esplendor de la viticultura catalana. Los estudios de microbiología de Louis Pasteur aplicados al vino supusieron el control de la segunda fermentación en botella, y el descubrimiento del corcho permitió evitar la pérdida de las burbujas producidas en el vino. Nació así el método tradicional o champenoise.
En en esa época cuando varias familias de Sant Sadurní d’Anoia inician la investigación de esta nueva técnica de elaboración aplicada a los cultivos de la zona, fruto de sus estudios y ensayos, vinculados al Instituto Agrícola Catalán San Isidro. Nace así el cava con una identidad propia distinta de cualquier otro vino espumoso de calidad.
Hay miles de historias que unen el cava o el champagne con el mundo de la coctelería, con el trago para un aperitivo con glamour. En España, en los últimos tiempos se ha puesto de moda un trago italiano llamado Spritnz (con cava y Aperol) o esa Agua de Valencia (cava, vodka, zumo de naranja) que siempre es una de las opciones acertadas para ir abriendo el apetito horas antes de la comida.
Hay lugares fantásticos donde tomar el aperitivo a base de cava, como La Cava de la Villa en el barrio de Malasaña de Madrid (Calle Valverde, 35), en el Charly’s Bar de Carlos Moreno (Calle de Jorge Juan, 22), en los múltiples locales que tiene el gran maestro coctelero Javier de las Muelas y sus Dry Martini Cocktail Bar por toda España (Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca… www.javierdelasmuelas.com) que, como siempre, está reinventando la coctelería y ahora se ha animado a sorprendernos con cócteles de aperitivo a base de Freixenet. Pero sea donde sea, sea cuando sea, sea con quien sea… lo que más nos gusta es brindar con cava. Por eso os recomendamos cuatro cavas de luxe para aperitivos tardíos:
Raimat Chardonnay Brut, considerado el mejor cava por CINVE al recibir el premio Gran Oro, nos gusta porque tiene la burbuja fina, es brillante y nos regala deliciosos aromas a cítricos y también a manzana y a albaricoque. Es un cava muy refrescante y con largo recorrido en boca.
Dioro Baco Brut Pinot Noir Rosado posee un perfil aromático de fruta roja crujiente con un segundo plano algo más goloso. En boca se descubren matices abocados que se perfilan como hilo conductor de un final grato.
Avant Cava Brut Reserva consigue plenamente su fin con la incorporación de la Chardonnay y con la guarda en roble tostado y la larga crianza posterior. En nariz es una golosa explosión de pastelería, vainillas y crema. En boca se mantiene esa sedosa densidad y esa fruta madura que se prolonga en el posgusto, con plenitud pero con elegancia.
Llopart Reserva Brut Nature hace gala, como siempre en esta cava familiar, de equilibrio entre el clasicismo y el toque innovador. El reserva es ante todo fino, desde la burbuja y desde la palidez visual hasta el retrogusto. La madera matiza la alegría de la fruta sin enmascararla y el justo punto de acidez invita al siguiente trago.
Con la coctelera en la mano, ¡sorprende en casa!
¿Y qué ocurría si metiéramos en una coctelera el cava? Que surgirían tragos de autor como los que nos propone nuestro colaborador Ramón Parra
Twinkle
25 cl vodka, 25 cl de cordial de Edelflower, Twist de lima, Top de cava
Se agitan en coctelera con hielo el vodka y el edelflower y se sirve con doble colado en una copa de flauta. Se termina con cava y con el aceite esencial de la piel de la lima.
Ebanistería
20 cl Grand Marnier (licor de naranaja ensamblado con Cognac), 15 cl Lustau East India Solera Sherry, Twist de naranja, Top de cava
En Vaso Mezclador con mucho hielo, añadimos el Grand Marnier y el East India. Mezclamos bien y servimos sobre una copa de vino blanco (o flauta), y terminamos con cava. Para decorar cortamos una piel de naranaja y colocamos bordeando el diámetro de la copa
Royal Rasperry
3 o 4 frambuesas, zumo de media lima, 15 cl de sirope de azúcar, 15 cl de Licor de Cereza Marrasquino, Top de cava.
En una coctelera sin hielo vertemos las frambuesas y majamos hasta obtener un puré, añadimos el zumo de lima, el azúcar y el licor de cereza. Agitamos bien y servimos con un doble colado en copa de flauta y terminamos con cava. Para decorar, acabamos con una brocheta de frambuesas.
... y el mes que viene, ¡aperitivos con destilados!