- Fernando Ligero, Antonio Candelas
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- 2021-09-29 00:00:00
Como si fuésemos niños pequeños entusiasmados por estrenar el curso escolar con bolis y cuadernos nuevos, nosotros estamos deseando, con los nervios a flor de piel, que llegue la vendimia y comenzar la aventura de esta nueva añada.
Nombre de la parcela: Montepedriza
Edad del viñedo: 86 años
Variedad: Garnacha
Tipo de suelo: Francoarenoso con gran pedregosidad superficial
Conducción: Vaso
Densidad de plantación: 3.000 cepas por hectárea
Altitud: 625 metros
Extensión: 0,92 hectáreas
Pluviometría septiembre:
Media histórica: 14,1 l/m2
2021: 39 l/m2
Temperatura septiembre:
Media histórica: 19,8 ºC
2021: 20,5 ºC
Esperando... y analizando
Ya solo queda esperar que la uva madure de forma completa, por lo que nuestro trabajo en Montepedriza en septiembre consiste en recorrer el viñedo para comprobar que todo está en orden y muestrear todas las semanas. Los muestreos consisten en coger 5 bayas de la zona de hombros, parte central y puntas de 40 cepas marcadas. Llevamos las bayas a bodega para realizar cata de uvas y análisis sobre distintos parámetros (At, pH, grado, IPT…) que determinarán la evolución de la maduración de la fruta.
Buscando la tipicidad
Durante los muestreos comprobamos cómo la columna vertebral que identifica a nuestro vino sigue siendo la esencia de la viña: notas florales y fruta madura percibida en la masticación del hollejo, acidez marcada que aporta frescura encontrada en la pulpa y, por último, presencia de una carga tánica suave y madura.El objetivo de estas analíticas químicas y sensoriales es determinar la fecha óptima de cosecha y determinar la tipicidad de la añada para establecer los protocolos enológicos más adecuados a seguir.
Esperando la cosecha
Esta estructura siempre presente en nuestro vino se debe al marcado efecto terroir del viñedo, definido por la Garnacha, el suelo franco-arenoso con alta pedregosidad superficial y la mano de nuestro experto viticultor José Luis. Climáticamente, en este septiembre hay que destacar las altas precipitaciones, que están favoreciendo un buen final de maduración y un ligero aumento del tamaño de la baya, que tras un duro periodo estival de sequía minimizará el efecto de sobreconcentración que estaban experimentando las uvas.