Utilizamos cookies propias y de terceros, así como los datos de la conexión del usuario para identificarle. Estas cookies serán utilizadas con la finalidad de gestionar el portal, recabar información sobre la utilización del mismo, mejorar nuestros servicios y mostrarte publicidad personalizada relacionada con tus preferencias en base a un perfil elaborado a partir de tus hábitos y el análisis de tu navegación (por ejemplo, páginas visitadas, consultas realizadas o links visitados).
Puedes configurar o rechazar la utilización de cookies haciendo click en "Configuración e información" o si deseas obtener información detallada sobre cómo utilizamos las cookies, o conocer cómo deshabilitarlas.
Año de gran importancia en el que Alfredo Ardanza, miembro de una de las cinco casas vascas y riojanas fundadoras de la bodega y propietario de Bodega Ardanza, propone la fusión de ambas. Este vino recuerda aquel hermanamiento y una cosecha memorable.
Del año a la marca
Para evitar confusiones en la añada del vino, y aunque por aquel entonces no era obligatorio hacer referencia a este dato en la etiqueta, la legislación obligó a retirar el 1 de la marca. Esta regulación afectó también a otro de los vinos icónicos de la casa, el Gran Reserva 890.
2011
Tempranillo (89%) de más de 60 años de Briñas, Rodezno y Villalba, y Graciano (11%) de Fuenmayor. La fina conjunción entre una uva de primera calidad y el privilegio del paso del tiempo dan un vino elegante, complejo, fresco y sugerente. Un gran reserva que deslumbra.
Añada excelente
Año perfecto para obtener una uva ideal con la que elaborar vinos de largas crianzas. Hubo escasez de precipitaciones y la vid tuvo que tirar de reservas para ofrecer un buen equilibrio en su desarrollo. Una añada redonda para este vino de tan bonita expresión.
La asombrosa evolución en el transporte del vino da una idea de cómo el ingenio ha trabajado no solo para hacerlo más eficiente y cómodo, sino para preservar al máximo su calidad. Al principio Rioja Alta enviaba el vino en bocoyes a los diferentes puntos de suministro por tren, donde cinco empleados acudían a embotellarlo y etiquetarlo. En los años treinta se embotellaban en origen lacradas y con unas mallas a modo de sello de garantía para evitar acciones fraudulentas.