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Este fino, de más de cuatro años bajo velo de flor, es la piedra angular sobre la que se elabora gran parte de los vinos de la casa con crianza biológica. Un vino expresivo con un marcado carácter que se ve reforzado aún más si cabe en su versión "en rama". Para Bernardo Lucena, enólogo de Alvear, la mejor forma de disfrutar de este vino es al lado de la bota, es decir, recién venenciado. El fino CB en rama es la manera más fiel de reproducir ese momento entre botas, albero y venencia en mano.
1729
De padre riojano y madre cordobesa, Diego de Alvear y Escalera fundó hace ya casi 300 años la casa bodeguera en un modesto edificio de Montilla. Aquel afán por el negocio del vino le hizo ir adquiriendo una considerable masa de viñedo con el que elaborarlo.
1804
Es el año en el que comienza el compromiso adquirido por Gaspar con la bodega Alvear, de la que fue capataz durante más de cinco décadas. El nuevo Capataz Billanueva marcaba con sus iniciales (C.B.) las botas que contenían el vino procendete de la sierra.
Del mar a la viña
Fue su nieto Diego de Alvear y Ponce de León el que comienza la historia de este fino legendario. Un alma de vocación naval y militar que estuvo unido a la del gallego y también militar Gaspar Billanueva, su hombre de confianza, que custodió los vinos de la casa durante años.
Icono de la casa
Esta figura histórica de la firma montillana pasó, a finales del siglo XIX, a ser la marca que representara a su fino más emblemático. Y tal cual ha llegado a nuestros días. Una entrañable historia sostenida por el carisma de su personaje y por la calidad mantenida a lo largo de las décadas.