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Entre tanto barullo informativo que no solo apabulla, sino que descontextualiza, es bueno echar la vista atrás y reflexionar sobre el trabajo realizado por otras personas para entender el presente. Qué duda cabe que Miguel Gil, entre otras figuras de la D.O.P. Jumilla, entendió con claridad el potencial cualitativo de la viña jumillana y tuvo la valentía de lanzarse al vacío y sin red para demostrar que era cierto. Hoy, el sector del vino y los consumidores le estamos tremendamente agradecidos.
2002
El Nido hace referencia al nacimiento de un sueño de Miguel Gil, alma máter del proyecto. Aunque esta fue la primera añada del vino que puso a Jumilla en el mapa, fue en 2000 cuando se gestó la idea de crear un icono a la imagen y semejanza de otros vinos españoles y franceses.
2021
Hoy el vino en su añada actual mantiene la misma identidad, su producción sigue rondando las escasas 6.000 botellas y, más allá de los ajustes que pueda imponer la propia vid, estamos ante un vino con poderío y raza, pero con un paladar complejo, equilibrado y de textura noble.
Hito en Jumilla
Los comienzos no fueron fáciles por el reto que suponía que el mercado entendiera su grandeza, pero pronto llegaron las puntuaciones excelentes (96 puntos de Robert Parker de la primera añada y 99 de la 2004), siendo el primer vino de Jumilla con ese posicionamiento.
El Nido que viene
Chris Ringland, enólogo de prestigio y padre del primer El Nido, supo plasmar en el vino con maestría el carácter de Jumilla, sin estridencias, solo pensando en complacer al consumidor. Esa máxima materializada desde la viña es lo que seguiremos viendo en las próximas añadas.
