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La Sierra Norte de Madrid posee una magia especial: bellísimos parajes naturales (salpicados de cascadas, lagunas, montañas y bosques misteriosos), pueblos con mucho encanto... y una suculenta gastronomía con un carácter original y autóctono. El estilo de vida tradicional de la zona está basado en la ganadería, la agricultura –aunque el clima y la altitud del terreno condicionan los cultivos– y actividades como la apicultura; y las alubias, los tomates, las patatas, el queso, la miel o las carnes son algunas de sus materias primas más deliciosas y características. De hecho, la Carne de la Sierra de Guadarrama está amparada por una I.G.P. que garantiza su calidad y trazabilidad. Como indican en su web, "la Carne de la Sierra de Guadarrama es una asociación de ganaderos que producen carne de vacuno basándose en varios criterios": una zona de producción definida que comprende la sierra madrileña (Lozoya-Somosierra y Guadarrama) y municipios próximos con un clima y vegetación similares (como Hoyo de Manzanares o Colmenar Viejo); la pertenencia a las razas Avileña-Negra Ibérica, Limusina, Charolesa y sus cruces; y un sistema de ganadería extensivo (las vacas madres –nodrizas– se alimentan en el campo de pasto y los terneros –hasta su destete a los cinco o seis meses– de leche materna y pasto; y después a base de cereales). La Carne de la Sierra de Guadarrama –puede ser de ternera, añojo o cebón– es muy tierna, con un aspecto ligeramente húmedo, un color rojo rosado y un sabor único. Desde la I.G.P. nos hablan de sus particularidades: "El tener grasa infiltrada la hace muy jugosa, ¡es una carne riquísima!". Esa infiltración de grasa en el músculo contribuye a la firmeza y gustosidad de la carne, con una calidad excepcional y una gran riqueza nutritiva.
