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Un remolino de exuberantes glicinias cubre en esta época del año el jardín de Pazo Pegullal, derramándose como un telón de plumas moradas sobre este singular paraíso botánico de las Rías Baixas. Diseñado por el paisajista Fernando Caruncho, en su interior da cobijo a más de 370 ejemplares de camelias, limoneros, kiwis, hortensias, cerezos, olivos... y viñas que cuidan con mucho mimo: "Después de la recogida analizamos las hojas para ver sus carencias. Son pequeños detalles que hacen que la planta esté sana; por eso la uva tiene más calidad", cuenta Charo Andrade, la entusiasta propietaria de Pazo Pegullal.
El singular terruño impregna los frutos de frescura y expresivos aromas, que marcan la diferencia en sus dos monovarietales de Albariño –Pazo Pegullal y Tanto Me Da– y sus originales aceites de oliva. Charo cuenta que hace 17 años plantaron siete hectáreas de olivos en Tomiño –a una media hora de Pazo Pegullal y del mar–, y en 2014 compraron una almazara muy especial (¡la única de Pontevedra!) para elaborar su propio aceite de oliva virgen extra. "Recolectamos las aceitunas en cajas de frutas, todo es artesano y hecho con mimo. Lo poquito que producimos tiene que ser de mucha calidad", explica. Sus tres aceites de oliva virgen extra –un monovarietal de Arbequina muy suave con aromas a fruta madura y hierba recién cortada, un sorprendente y adictivo monovarietal de Picual y el coupage de Arbequina, Koroneiki, Picual, Arbosana y Hojiblanca Premium D'Inés, que juega con diferentes matices– tienen en común una inesperada y magnética frescura: "Lo que más llama la atención es el olor, muy afrutado e intenso, ¡no encontré ninguno que huela como los nuestros!". Y lo cierto es que son de los que se agarran a la memoria.
