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Las tierras sobre las que se asienta Bodegas Pradorey, bañadas por las poderosas aguas del Duero, guardan entre sus raíces historias fascinantes: en 1503, la reina Isabel la Católica compró la finca del Real Sitio de Ventosilla por 2.286.333 maravedíes al Conde de Ribadeo, y personajes tan ilustres como Felipe III, Lope de Vega o Rubens han habitado sus confines (de hecho, la preciosa Posada Real de Pradorey, adaptada como alojamiento turístico en 2003, fue construida en el siglo XVII por orden del Duque de Lerma para albergar al rey y sus invitados). Cientos de años después, Pradorey –que cuenta con la mayor superficie vitivinícola de la Ribera del Duero– sigue danzando al ritmo de la Historia –y adelantándose a ella–, con sus vinos fieles al terruño y su apuesta por la sostenibilidad, la innovación y por alternativas de crianza como las tinajas centenarias. Además, su propuesta enoturística es muy interesante y su ambicioso proyecto va más allá del sector vitivinícola: desde 2006 también elaboran su propio aceite, Pradorey Oro Líquido, "un aceite de oliva virgen extra de la variedad Arbequina obtenido de aceitunas seleccionadas de nuestros olivos propios de la Finca Villamejor, situada en Aranjuez", explican desde la bodega. La extracción se realiza parcialmente en frío, obteniendo el aceite de un modo natural por decantación y con rendimientos extremadamente bajos "para conseguir lo mejor". Aromático, complejo y delicado, despliega aromas afrutados verdes y recuerdos a hierba recién cortada, tomate verde, manzana y una pizca de nuez. Desde Pradorey recomiendan utilizarlo "en crudo como aliño, como aperitivo previo a las comidas, o incluso como aceite de alta cocina".