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E n un paraje histórico y recóndito, en pleno corazón de La Mancha, se encuentra un inesperado paraíso del agroturismo: La Jaraba, definida por los árabes como tierra abundante en agua. Iberos, romanos, visigodos y árabes se establecieron en este lugar tan diferente al resto de su entorno que hoy en día alberga una quesería manchega, una almazara y una bodega. De hecho, su singularidad los ha hecho merecedores de una denominación de origen propia: Pago de La Jaraba. Las 77 hectáreas de viñedo de la finca, rodeadas de monte, confieren un microclima diferenciador que, junto al mayor contenido mineral de los suelos, contribuye a crear unos vinos complejos, intensos y aromáticos, con notas minerales y aromas balsámicos que recuerdan a los pinos y encinas que arropan las viñas. "La Jaraba apuesta por la alta calidad unida a la sostenibilidad en la elaboración de sus productos: aceite de oliva, vinos de pago y queso manchego artesano. Tanto es así que toda la cosecha obtenida este año tiene la certificación ecológica. Cuidamos todos los detalles de la elaboración de nuestros productos y custodiamos la calidad en el campo, ya que los cultivamos, cuidamos y cosechamos", explica Francisco Fernández, director técnico de Pago de La Jaraba. Su Aceite de Oliva Virgen Extra Pago de La Jaraba, coupage de Cornicabra y Arbequina, es una deliciosa explosión de sensaciones verdes impregnadas de unos elegantes toques amargos y picantes. "Lo que nos hace especiales es nuestra forma de trabajar: todo lo elaboramos con nuestra propia materia prima. En el caso del aceite, nosotros controlamos todo el proceso de cultivo y maduración de esa oliva, y preparamos el producto desde el campo hasta la mesa", destaca Fernández.
