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L os fronterizos caminos de la Manchuela, esculpidos por los ríos Júcar y Cabriel entre Cuenca y Albacete, están llenos de sorpresas: pintorescos pueblos, fortalezas medievales, vestigios arqueológicos de su fascinante pasado, viñas muy singulares con la Bobal como estandarte... y hasta el sueño líquido de uno de los futbolistas españoles más brillantes –y queridos– de todos los tiempos: Andrés Iniesta. O, mejor dicho, sueños líquidos. Porque, según afirma, desde que se comenzó a fraguar el proyecto de Bodega Andrés Iniesta, siempre tuvo ilusión de crear no solo sus propios vinos, sino también su aceite de oliva. Basados en la humildad y el trabajo, como su juego, ambos productos se empapan de la esencia de la tierra en la que creció. Y son tan personales que incluso dos de las etiquetas de Finca El Carril llevan el nombre de sus hijos: Valeria y Paolo Andrea. Complejos y llenos de matices, comparten protagonismo con la gama Corazón Loco, más chispeante y fresca. Esa atractiva locura también alcanza a su sabroso aceite de oliva virgen extra Corazón Loco Óleo, elaborado con las variedades Arbequina –"afrutada, aromática y suave"– y Picual –"de sabor intenso, imprime olor, un punto de picor y aporta fuerza y cuerpo"–, que cultivan en la Finca El Carril (Fuentealbilla): la Arbequina se recolecta en estado de maduración temprano, mientras que la Picual se recoge ya próxima al envero y algo más madura. Desde la bodega nos lo recomiendan para aderezar ensaladas, pastas, cremas frías y pescados blancos, y también para la elaboración de mayonesas, salsas y emulsiones con delicioso acento mediterráneo.