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A los pies de los Pirineos, con el Cierzo revoloteando y mirando el mundo desde las alturas, se extienden las 220 hectáreas de viñedo y las 80 hectáreas de olivar de Castillo de Monjardín. Esta bodega, construida en 1988, lleva el nombre de una de las fortalezas más inexpugnables del Reino de Navarra, que fue conquistada por el rey Sancho Garcés en el año 908. Desde su atalaya sobre el valle de Santesteban, el centinela de estas tierras fronterizas –muy próximas a Logroño y Pamplona– ve pasar las estaciones prácticamente inmune al paso del tiempo. En sus dominios, los vinos de Castillo de Monjardín van fraguándose con los deliciosos matices que caracterizan a esta subzona de la D.O.P. Navarra, Tierra Estella: "La ventaja diferenciadora de Monjardín son nuestros viñedos y el microclima que nos permite elaborar unos vinos singulares llenos de intensos aromas, sabores elegantes y buena estructura", apuntan desde la bodega. Como su Castillo Monjardín Garnacha La Cantera, goloso y balsámico; o su elegante y complejo Castillo Monjardín Chardonnay Barrica Selección. La personalidad del terruño también se refleja en su aceite de oliva virgen extra Campos Monjardín, elaborado con aceitunas 100% Arbequina: "Tenemos un clima continental y hacemos la recolección temprana a finales de noviembre: el resultado es un aceite muy fresco y fino", señalan. La elegancia de la variedad se realza con un sutil toque especiado y despunta por su frescura y delicadeza, con "aromas a alcachofas, notas de tomate verde y sutiles toques de almendra amarga". Además, es tan versátil que adereza todo tipo de platos: desde pastas a carnes curadas.