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Decía el mítico Carlos Falcó en su libro La buena vida que la tierra a la que más unido se sentía era "los Quintos Casa de Vacas y Coronillas, parte del antiguo Señorío de Valdepusa, en los Montes de Toledo". En esas tierras, propiedad de la familia del Marqués de Griñón desde 1292, Falcó inició una revolución que cambió la forma de entender el vino y el aceite en España. Y lo hizo desde Dominio de Valdepusa, una espectacular finca rodeada de hileras de espliego, romero, tomillo, rosales, árboles frutales y encinas donde la vid y el olivo siguen creciendo al abrigo de sus aromas mediterráneos. En 1974, el intrépido Marqués de Griñón plantó a escondidas las primeras cepas de Cabernet Sauvignon de la región, bajo las raíces de un manzano. También fue pionero en descubrir las posibilidades de la Syrah y la Petit Verdot en España y de la Graciano en Castilla-La Mancha, y en introducir nuevas tecnologías en el viñedo –aquellas viñas clandestinas de Cabernet Sauvignon se convertirían en las primeras del mundo regadas por goteo–. Cuando Dominio de Valdepusa se convirtió en la primera Denominación de Origen de Pago en 2002, se firmó un capítulo histórico del vino español. Pero a Carlos Falcó le había movido la misma idea desde el principio: crear productos únicos, "diferentes y poderosos" y con un valor añadido. Lo son los vinos de autor de Marqués de Griñón y sus singulares Aceites de Oliva Virgen Extra, elaborados en una almazara dentro de la propia finca (Falcó se inspiró en la cultura del aceite de Pago de la Toscana): Olevm Artis, Duo Picual, Duo Arbequina-Picual, Duo Arbequina, Duo Cornicabra, Arbequina Serie Limitada, Picual Serie Limitada y Cornicabra Serie Limitada.
