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Alicante resurge más allá de sus dulces

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  • Mara Sánchez
  • 2023-06-29 00:00:00

Histórica tierra de vinos con el Mediterráneo como elemento de influencia principal, Alicante acumula más de tres mil años de vides y de historia. Pero este territorio, a día de hoy, continúa escribiendo esa historia porque desde hace unos pocos años está trabajando para renacer. Desde una indudable riqueza de viñas, climas y paisajes, este potencial e incluso esperanza recae ahora en manos de una nueva hornada de elaboradores que buscan devolver a la zona el prestigio y la identidad perdidos con la vista puesta en las variedades locales y un exquisito trabajo en el viñedo. Poco a poco, un objetivo que están alcanzando desde la calidad con la obtención de reconocimientos en paralelo. Y es que Alicante no quiere ser solo tierra de vinos dulces.


"E l mundo entero está mirando al Mediterráneo, hemos tomado nuestras propias riendas y queremos hacer vino embotellado de calidad, y además darle nuestro toque de autor. Tenemos todas las herramientas que la naturaleza nos ofrece y debemos aplicar con estudio, cariño y respeto a nuestros ancestros lo que sabemos a nuestras nuevas elaboraciones. Juventud, ideas y capacidad de trabajo van a hacer posible devolverle la dignidad a nuestros vinos". Tras esta declaración de intenciones está Mara Bañó, alicantina de nacimiento y al frente de uno de los proyectos más jóvenes de la zona, Celler Les Freses, en Denia. Ubicada en lo que un día fue un cultivo de fresas, sobre campos abandonados junto al Parque Natural del Montgó y a poca distancia del mar, su filosofía de trabajo pivota sobre las variedades locales, una viticultura tradicional, pequeñas producciones y la mínima intervención. El objetivo, como ella misma apuntaba, devolver la dignidad a los vinos alicantinos: "Esta denominación aúna bodegas de distintos tamaños y enormes en producción, pero ante todo recursos para ponernos en el mapa del mundo del vino a nivel global, defendiendo nuestra historia. El nuevo lema, Desde 1510, se centra precisamente en que somos un territorio lleno de bondades, que ha atraído al ser humano a través de los siglos por sus valores y calidad".
Dicen los documentos existentes que fue Fernando el Católico quien, a principios del siglo XVI, prohibió la distribución en Alicante de vinos procedentes de otras tierras, convirtiendo los municipios de Orihuela, Jijona, Monforte y Novelda en zonas de gran producción. Época gloriosa para el territorio, vinícolamente hablando, fueron diversas después las distintas vicisitudes que vivió. Antes de pincelarlas, como carta de presentación podemos asegurar que hoy se cuenta entre esos territorios vitivinícolas que presumen de singularidad, diversidad y variedades autóctonas, aunque al mismo tiempo es uno más de otros muchos que buscan su lugar en un espacio aún muy polarizado; desgraciadamente, como en política, en el vino parece que solo vale estar con el padre o con la madre o, lo que es lo mismo, que el gusto continúa resultando bastante previsible en cuanto a denominaciones. Lo que no es óbice para que territorios como el que nos ocupa estén centrados en poner en valor lo que les es propio: viña vieja, territorio, clima, historia.
A pesar de su longeva vida, es una región desconocida para muchos. Pero hace más de 3.000 años que Alicante cultiva la vid, por lo que puede presumir de ser la región de vinos más antigua de Europa. Fueron los íberos quienes introdujeron los viñedos en esta provincia, aunque hasta los árabes no hay testimonio escrito alguno. Pero no será hasta el Renacimiento cuando los vinos alicantinos alcancen fama fuera de nuestras fronteras, sobre todo en determinados países europeos. No obstante, es otra de las zonas que vive una época dorada con la llegada de la filoxera a Francia en el siglo XIX. Porque es entonces cuando firma un tratado preferencial para exportar el vino a este país, llegando a tener 90.000 hectáreas cultivadas y produciendo 1.200.000 hectolitros. El problema es que esa relación contractual finaliza en 1892, y con ella el éxito de los vinos alicantinos, lo que se traduce en sobreproducción y un excedente que no pueden colocar.
Desde entonces hasta hoy han sido muchos los cambios acontecidos, como desde la emblemática bodega Enrique Mendoza declara Julián Mendoza, desde hace unos años al frente de la casa: "El punto de inflexión viene cuando llegamos a comprender que España necesita de todas las zonas productoras, y el mercado, tanto doméstico como internacional, nos está pidiendo hacer cosas diferentes. Así, en Alicante empezamos a trabajar para distinguirnos del resto de territorios. Así hacemos de lo que tenemos (luz, sol, paisaje, valores cualitativos), y nos vamos hacia elaboraciones más frescas que antaño, intentando que pese más la fruta fresca que las altas concentraciones. Así, a día de hoy, estamos ofreciendo vinos con una frescura que era impensable". Por eso dice que, "aunque queda mucho por hacer, estamos en el buen camino".

Variado 'terroir' en el punto de partida
Altas temperaturas, escasez de precipitaciones, un clima mediterráneo para unas cepas que crecen sobre suelos franco-arenosos, con poca materia orgánica y porosos, lo que facilita el drenaje y evitan la retención de agua. Con más de 10.000 hectáreas de viñedo inscritas, la Denominación de Origen engloba 50 municipios alicantinos oficialmente dividida en dos subzonas: la de la comarca de la Marina Alta (en la punta del Cabo de la Nao) y Alicante, compuesta por las comarcas de Alicantí, Alcoiá, Comtat, Vinalopó Alto y Vinalopó Bajo. Dicho esto, desde el propio Consejo Regulador prefieren hablar de "una zona de subzonas que son comarcas naturales dentro del área de la provincia de Alicante y su entorno". Desde este planteamiento, la Denominación de Origen Alicante permite la identificación de los pueblos y parajes en sus vinos porque en función del origen varía el clima y los tipos de vino… porque la humedad y riqueza de los suelos de la Marina Alta poco tiene que ver con las temperaturas del Vinalopó.
Para un vistazo rápido por cada una de esas comarcas, pequeñas notas relativas a su localización. Alicantí es la propia ciudad junto a su huerta de la zona norte, aunque el cultivo aquí ha quedado reducido a mínimos. Vinalopó Medio (Novelda, hacia Pinoso al sur, Agost al norte y Elda al oeste) es la zona con mayor número de bodegas y por eso principal zona de producción. Comprende también parajes concretos de los términos murcianos de Abanilla, Jumilla y Yecla, por ser parte natural de esta comarca además de por cuestiones legales, pues están incorporadas a la D.O.P. Alicante al existir antes que sus vecinas (la Denominación alicantina fue reconocida en 1932). Vinalopó Alto abarca Sax al este, el gran término municipal de Villena, y hacia el norte el espacio desde el nacimiento del río Vinalopó hasta Banyeres de Mariola. Es la zona de más altitud, superando en la Sierra de Salinas los 1.200 metros, con lo que el clima es más extremo. Vinalopó Bajo se localiza en la huerta del campo de Elche y el entorno, con poca altura y cerca del mar. La comarca de L'Alcoiá es una olla natural (Foiá de Castalla) que queda enmarcada por altas sierras, con suelos calcáreos, grandes variaciones térmicas y saltos de altura. El viñedo está en el centro del valle, aunque se ha ido reduciendo en los últimos años. Más al norte está El Comtat, en el límite con la provincia de Valencia, con un clima más lluvioso y fresco en verano, pero intenso en invierno, donde se han recuperado viñas en zonas de más de 600 metros. La más conocida es la subzona de La Marina Alta, de influencia marina y mayor pluviometría, donde el clima es más templado todo el año. Actualmente, el viñedo se encuentra en áreas de Teulada, Moraira y Benissa frente al mar. Y en el interior, sobre todo en el Valle del Pop. Por último, de clima seco y más altas temperaturas, está La Marina Baja, que incluye pueblos como Benidorm, Villajoyosa o Altea, pero la viña se sitúa hacia el interior, sobre todo en el Valle del Guadalest, a casi 600 metros sobre el nivel del mar.

El discurso objetivo de la frescura
En este variopinto escenario, sinónimo de potencial vinícola, están siendo varios los que vienen apostando por explorar y sacar el máximo rendimiento del legado que dejaron los antepasados en estas tierras, devolviéndole la importancia que merece a partir de elaboraciones que reflejen el origen y buscando frescura. Es un trabajo que están realizando algunas grandes bodegas, pero sobre todo los pequeños proyectos que se vienen instalando hace unos años en la zona. Les Freses se cuenta entre ellos, al igual que la nueva bodega de Pepe Mendoza, Casa Agrícola. Enólogo de referencia en esta tierra, de larga y reconocida experiencia desde la casa familiar (Enrique Mendoza), y que junto a su mujer pusieron en marcha hace siete años su propio proyecto asentado en variedades locales de viñedos en diversas localizaciones. "Desde el primer momento nos hemos autoprohibido trabajar con uvas internacionales, espaldera y riegos por goteo. Por tanto, trabajamos variedades locales, practicamos una viticultura tradicional sobre viñas en vaso, con baja densidad de plantación y todo en secano. O sea, nuestros vinos son frescos en zonas cálidas, de máximo estrés, pero es posible hacerlo a partir de esas teclas: bajas producciones, viñas viejas, trabajo tradicional y densidades bajas". En la mente, como en la de otros tantos en distintos territorios del país, preparar el viñedo para los próximos años ante la inminente carestía de agua. "Estamos intentando una vuelta de tuerca pensando en el cambio climático, porque lo de gestionar el estrés de la planta y poder regarla creemos que en el futuro pasa por que las viñas se sostengan en secano. Por eso estamos plantando en secano, como harían los fenicios o los romanos, unas 900-1.000 plantas por hectárea, más o menos, en lugar de 3.000 y tener que poner un goteo. Es decir, buscamos que esa planta no tenga estrés porque habrá menos competencia entre ellas. Y ya somos varios los que estamos en este planteamiento, pensando que en los próximos 20-25 años va a llover menos y pretendemos que las plantas tengan más espacio para que los sistemas radiculares se puedan extender, ocupen mayor lugar. O sea, le estamos dando comodidad a la planta para evitarle dicho estrés". Y aporta un dato al respecto: "En alguna zona del Ródano están plantando 14.000 plantas por hectárea, Burdeos están en 6.000 y Alicante en unos 4.000 por hectárea".
Con este argumento, además de incidir en el factor clave de la competencia, rebate a quienes, a priori, piensen que los viñedos a 700 metros en montaña son más frescos que los que están a escasa distancia del mar. "No nos engañemos, el hecho de estar cercano al mar (como por ejemplo nuestro Giró) le asegura siempre una humedad relativa, con lo que la planta tiene menos estrés hídrico y el resultado es más fresco y delicado". Explicaciones que motivan su apuesta por las variedades de perfil mediterráneo porque asegura no se estresan, "pues las autóctonas tienen unas ocho veces más algodón en el envés de las hojas que las foráneas (como la Cabernet Sauvignon) y esto les facilita disponer de agua. Como las raíces a veces están secas, aprovechan la humedad relativa del mar que tenemos cerca para beber por epidermis, pues estas variedades se han ido adaptando, desde hace siglos, al clima en el que se encontraban y han evolucionado hacia hojas con mucho más algodón (que se empapa y mantiene fresca la planta). Por eso estamos convencidos de que en ellas está el futuro de la zona. Aunque llueva poco, el mar nunca nos lo van a quitar y la planta se ha adaptado para aprovecharlo. Lo define como "beber por humectación de las hojas, cosa que las variedades francesas no van a hacer. O les metes el agua por abajo o no van a saber sobrevivir…". Luego, en pro también de la frescura, todos sus tintos llevan entre un 20-25% de raspón por la tensión y verticalidad que aporta a los vinos.


Variedades y cambio climático

Lo cierto es que las castas foráneas tienen una importante presencia en Alicante, porque además están entre las admitidas por el Consejo Regulador. Son destacadas las bodegas que en un momento dado confiaron el éxito de sus elaboraciones a la participación de dichas foráneas, tanto parcialmente como para hacer monovarietales, y el tiempo les ha dado la razón porque se han adaptado perfectamente. Basta con mirar al éxito alcanzado por los vinos de Enrique Mendoza. En este sentido, Julián Mendoza incide en la indudable importancia que tiene la Monastrell vieja en vaso y su capacidad para seguir trabajando pese a las altas temperaturas del verano ("gracias, por supuesto, al trabajo que hacen los viticultores en el manejo de los suelos para evitar que la humedad se evapore"), "pero junto a esto hay que destacar el potencial de la Chardonnay para hacer vinos con más estructura –aunque hay que vendimiarla en agosto–, y con ella lo que hemos aprendido de la Pinot Noir sobre el manejo de la vegetación, pues tiene una piel muy fina que exige protección para que los racimos no se quemen con el sol".
En un sentido similar se manifiesta Rafael Cañizares, enólogo manchego y propietario en Alicante de Bodegas Volver, otra de las firmas con una alta producción de vinos y botellas, donde las foráneas tienen bastante peso. "Me gustan mucho la Chardonnay, la Sauvignon Blanc y la Cabernet Sauvignon, tres uvas que en esta zona, dadas sus características climáticas (altitud, suelos y clima con muchas horas de iluminación), consiguen una buena maduración".
Hasta la fecha, dado el reconocimiento, son bastantes las bodegas que emplean Chardonnay para sus blancos, y entre los vinos reseñables en la zona se cuentan los tintos de Petit Verdot, al igual que los participados por Syrah, Pinot Noir e incluso Cabernet Sauvignon. En las condiciones climáticas ya referidas se basa parte de la explicación, son variedades que maduran sin demasiados problemas… Otra cosa es lo que pueda suceder a partir de ahora con la acuciante sequía que parece haber venido para quedarse. Desde la principal cooperativa de vinos de la zona, Bocopa, aunque hablan de la reducción que se está produciendo en las superficies de cultivo, aseguran que "hay una reestructuración varietal importante hacia variedades blancas como la Chardonnay y la Moscatel, y en lo que respecta a las tintas, aparte del interés por nuestra autóctona, la Monastrell, también está la incorporación de la Syrah como complemento". Constituida como Asociación de Productores de Uva desde el año 1987, su larga trayectoria y experiencia (mueven más de millón y medio de litros y, hasta la fecha, aseguran ser líderes en el mercado de los vinos bio) favorecen que puedan ver con perspectiva lo que ha acontecido en el territorio y con sus vinos en todo este tiempo. Es por eso que refieren un "futuro complicado para la zona, que debe ir enfocado a un vino de calidad más allá de las variedades. En este sentido, consideramos muy importante seguir implementado una viticultura de precisión en el cultivo para la obtención de ese objetivo". Unos trabajos que vienen aplicando desde hace tres años, con la vista puesta en el cambio climático, "para controlar las condiciones ambientales, la evolución en la planta, la maduración de la uva y el manejo del riego. A lo que sumamos, durante la elaboración, la regulación de las temperaturas de fermentación y maceración".

Identitarias: Monastrell y Moscatel de Alejandría
De lo que no hay duda alguna hasta la fecha es de que el dominio varietal pertenece a la tinta Monastrell y la blanca Moscatel, mayoritarias, pero a las que vienen acompañando y cortejando otras muchas autóctonas como ellas y esas foráneas que han demostrado adaptarse al medio al menos hasta la fecha, aunque alguno de nuestros interlocutores no le augure mucho futuro por efecto del cambio climático. Pero hasta llegar aquí, sus predominantes requieren atención por eso mismo, por la cantidad de viñedo que ocupan y los vinos que protagonizan, solas o acompañadas. Requieren atención especial los fondillones, elaborados exclusivamente con Monastrell y seña de identidad del territorio alicantino junto a sus moscateles, entre los más sobresalientes del panorama nacional junto con los de Málaga y Navarra. Por lo general, vinos dulces o semidulces, elaborados con uvas muy maduras, asoleadas en ocasiones, e incluso algunos de ellos considerados vinos de licor porque proceden de la mezcla de vinos o mostos con alcohol. Aunque no se queda ahí, porque la variedad está animando a experimentar y probar a los enólogos con nuevos proyectos en el territorio. Es el caso de Les Freses, donde Mara Bañó nos cuenta que acaban de sacar un Moscatel fermentado en barrica nueva de roble "con un toque muy sutil de frutos secos. Pero no solo eso, porque la Moscatel es muy versátil, hago cinco secos de Moscatel y un dulce natural; no porque solo quiera elaborar esta uva, sino porque aún no he terminado de experimentar con ella y evoluciona de una forma muy diferente en según qué medio de vinificación. La crianza sobre lías en damajuana es fresca y longeva, la crianza en ánfora es gastronómica y natural… No deja de sorprenderme".
Aunque los grandes referentes del moscatel en el territorio son los de Bodegas Gutiérrez de la Vega, asentada en la comarca de la Marina Alta y con el reconocido y aclamado Felipe Gutiérrez a la cabeza, quien hace un tiempo delegó la responsabilidad de la elaboración en su hija Violeta. Aunque fue en sus inicios el primer bodeguero en la zona que hizo un blanco seco de Moscatel cuando solo se hacían vinos de postre. Una decisión que han continuado con una amplia gama de etiquetas con la Moscatel como protagonista y cuyos dulces siempre aparecen entre los mejores del país. Con Casta Diva como marca emblemática, recordar que a través de los nombres sus vinos son un homenaje a la ópera, a la literatura y a la música, lo que demuestra la personalidad y sensibilidad de su artífice. Eso sí, aunque están en Alicante salen ajenos al amparo de la Denominación. Felipe Gutiérrez, aunque formó parte de ella durante tiempo, afirma que no estaba para nada de acuerdo con la política llevada a cabo en el seno del Consejo. El argumento principal de su viaje en solitario al margen de la D.O.P. Alicante se centra en desencuentros técnicos y de concepto sobre las elaboraciones y la estructuración del territorio protegido, con las que no se ha sentido identificado. La elaboración de blancos secos de Moscatel o el propio fondillón fueron los principales aspectos de debate entre ambas partes.
Sobre el fondillón –otro de los vinos entre los más prestigiados de la familia Gutiérrez de la Vega–, simplemente recordar que es otro tipo de dulce procedente de uvas de Monastrell sobremadurada, con una alta graduación (alrededor de 18% vol.) y con una larga crianza, de al menos diez años, en madera de distintos volúmenes.

El valor del origen mirando al futuro inmediato
Prestigiadas sus principales variedades, la combinación de suelos, variedad de climas y las humedades relativas ayuda a expresar las cualidades de otro amplio repertorio de uvas: Alicante Bouschet, Bobal, Trepat, Cabernet Sauvignon, Merlot, Syrah o Pinot Noir, entre otras en lo que se refiere a uvas tintas, que continúa con un abanico de blancas como son la Merseguera, Macabeo, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Forcallat, Subirat Parent o la Verdil... Eso sí, no todas admitidas por el Consejo Regulador y razón por la que algunos vinos salen ajenos a la D.O.P. Alicante. A este respecto, el muy experimentado Pepe Mendoza añade, desde su propia experiencia, que "foráneas como la Cabernet Sauvignon o la Merlot, para el estilo de vinos que se hacían en los noventa, estaban muy bien, daban músculo, pero son variedades que se estresan mucho en estas zonas de calor. Para hacer estilo valen, pero si quieres hacer origen, vinos que reflejen el territorio, hay que huir de las cepas internacionales". Unas palabras con las que no solo se refiere a Alicante, pues cree que "en toda España van a sufrir bastante, van a tener un problemón. Sin olvidar que nosotros, aquí, ya somos mediterráneo, pero otros territorios, a causa del cambio climático, se van a mediterraneizar y es donde más van a sufrir". Una reflexión cuyas consecuencias deberán abordarse con cierta urgencia.
También Felipe Gutiérrez recuerda sus inicios como elaborador haciendo monovarietales de Moscatel en los años ochenta. Nos explica que por aquel entonces no le tenían muy en cuenta porque lo que estaba de moda era apoyarse en las foráneas, cosa que él no hacía. Ahora es todo lo contrario, están demonizadas, con lo que de alguna forma le han dado la razón en este ir y venir de modas y tendencias.
Con la vista puesta en embotellar origen, en la zona también están elaborando con herramientas diversas, tanto en lo que respecta al uso de variados recipientes –y se puede comprobar en los más jóvenes proyectos– como al empleo de técnicas como el velo de flor durante la crianza de algunos vinos. Es el caso del moscatel Tío Raimundo de Gutiérrez de la Vega (ajeno a la D.O.P.), con 18 meses bajo velo en roble americano, o del Pureza, otro moscatel que firma Pepe Mendoza, en su caso hecho en tinaja con seis meses de velo "porque al consumir glicerina y glicerol me facilita una sensación sápida, salina y fresca".
Con este contenido y tan variopinto continente, hay coincidencia entre algunos de nuestros interlocutores cuando refieren un futuro esperanzador para la zona. La voz crítica es la de Gutiérrez de la Vega, quien contradice a sus colegas tildando ese futuro de oscuro, de nuevo con sus razones. "Porque mi territorio (la subzona en la que se encuentra) tiene una tipicidad distinta: por las variedades, la pluviometría, la presencia del mar, tenemos Giró a 500 metros, desde donde vemos Calpe y Altea... Es una zona muy buena y ha quedado acreditado por muchos, prescriptores del vino incluidos. Por eso me habría gustado que esta subzona tuviera identidad, porque nunca fue Alicante, tiene su propia tipicidad y esto no lo habrían permitido en Francia jamás, donde de dos terrenos vecinos uno puede ser reconocido como grand cru y el de al lado no porque son absolutamente distintos", concluye. Por el contrario, Rafael Cañizares, artífice de los vinos de Volver, basa la proyección en "un viñedo muy rico y viejo junto a la gama de variedades y los diferentes vinos entre los que el consumidor puede elegir". Mara Bañó incide en las muchas herramientas que la naturaleza pone a su disposición y en la necesidad, a continuación, de trabajarlas con nuevas ideas, desde el estudio y el respeto, "para devolver la dignidad a nuestros vinos", como apuntaba al principio. Y podemos terminar con las palabras de un buen conocedor del terreno, Pepe Mendoza, quien reconoce lo mucho que queda por recorrer, dado que "el 80% de los vinos proceden de bodegas de más de un millón de litros, pero es verdad que la Denominación tiene buen viñedo y una buena visión". En su opinión, será a partir de la llegada de más proyectos pequeños cuando se pueda sacar la esencia de esta tierra: "Tenemos potencial, hay viñedos, pero tenemos que crecer en hacer trabajos más bonitos. Ese es el camino, poner más neurona en cada botella". Poco más que añadir.

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