- Antonio Candelas
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- 2022-09-02 00:00:00
Sabemos que el txakoli del año es un vino extraordinariamente fresco, vibrante y con un perfil aromático que bascula entre los matices herbáceos y cítricos con alguna licencia frutal. Pero también sabemos que la transformación de estas cualidades juveniles en complejidad y nobleza a través de los años solo se reserva a unos cuantos elegidos. En pleno Valle de Ayala, ubicado al norte de la provincia de Álava y protegido por la diminuta Denominación de Origen Arabako Txakolina, nace este gran vino de guarda cuya uva (Ondarrabi Zuri) ha logrado atrapar la magia del paisaje y encumbrarlo desde la evocación, la expresividad y la finura. Para ello hace falta dedicación y mucho cariño, porque no es territorio fácil. De hecho, este txakoli proviene de una pequeña parcela con una ubicación determinada donde la uva es capaz de madurar muy bien para luego, en bodega, poder dedicarle todo el tiempo del mundo. Tanto es así, que se cría en huevos de hormigón durante 20 meses con sus propias lías y, tras ellos, pasa al menos tres años en botella, donde se afina. Un tributo al potencial de guarda que encierran los vinos de esta comarca.
Malkoa by Astobiza 2015
Ondarrabi Zuri. 12,5% vol. D.O.P. Arabako Txakolina
Es la primera añada en la que el hormigón se implanta como material de crianza. Tenemos que ponernos en contexto: estamos ante un blanco con siete años de vida. Para llegar hasta aquí, la elaboración es lo que marca la diferencia. Hay que señalar la finura con la que se ofrece en nariz. Destacan los aromas de bosque, vegetación mojada y balsámicos. Los detalles cítricos (piel de limón) participan aportando brío a un eje central dibujado por una delicadeza soberbia. Aunque la textura es de mayor fragilidad en boca, la acidez cumple a la perfección el papel de mantenerlo vivo.
Malkoa by Astobiza 2016
Ondarrabi Zuri. 12,5% vol. D.O.P. Arabako Txakolina
Año cálido que le ha sentado muy bien hasta el momento. El tiempo ha obrado maravillas en él. De gran complejidad y excelente integración de aromas. Sorprende la delicadeza con la que los aromas de humo se cuelan en el conjunto aportando grandeza. Notas de hojarasca, especias y eucalipto. En boca es absolutamente excepcional. Textura equilibrada, jugoso y a la vez con extracto. Mientras, la perfecta acidez le otorga tal capacidad de evolución que iremos viendo hasta dónde es capaz de llegar. Salino, con detalles de flores secas y recuerdos de caucho.
Malkoa by Astobiza 2017
Ondarrabi Zuri. 12,5% vol. D.O.P. Arabako Txakolina
Tras un invierno seco, la brotación se adelantó y en abril llegó la famosa helada que tanto daño causó. El calor del verano hizo que la cepa tirara las hojas antes y los racimos quedaran desprotegidos. En nariz mantiene el interés gracias a notas oleosas, de finas hierbas, algún recuerdo meloso y floral, un toque ahumado y de frutos secos. En boca es menos enérgico debido al conjunto de menor acidez como consecuencia de las características de la añada. Es más ancho que largo. Al final hay un eco salino que lo convierte en una opción de gran versatilidad gastronómica.
Malkoa by Astobiza 2018
Ondarrabi Zuri. 12% vol. D.O.P. Arabako Txakolina
Año seco con mayor peso frutal. Expresivo, delicioso. Ejemplo paradigmático de la evolución de vinos septentrionales. Está a medio camino de lo que aún puede expresar, pero ya muestra complejidad, finura y elegancia. Es la añada que está en el mercado. El fondo ligeramente ahumado sirve de base para que el resto de matices vaya apareciendo. Notas de heno, balsámicos (laurel), hinojo, piel de limón y musgo. Paladar vibrante y armónico. La brillante acidez es sobre la que se construye un recorrido con extracto, sápido, sugerente y de sensaciones inagotables de su origen.
Malkoa by Astobiza 2019
Ondarrabi Zuri. 12% vol. D.O.P. Arabako Txakolina
Año húmedo en conjunto. Si bien es cierto que el verano dio una tregua, un par de semanas antes de la vendimia volvió a llover. Aún se encuentra en el periodo de crianza en botella. Con una identidad septentrional espléndida. Las notas herbáceas y cítricas gobiernan en nariz con un fondo de complejidad que, aunque aún es incipiente, irá dando la cara con el paso de los años. En boca es eléctrico, tenso, salino, mineral, fresco y con notas de manzana verde, flora silvestre y cítricos (pomelo). Será muy interesante comparar la evolución de un año húmero frente a uno seco.