- Antonio Candelas
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- 2024-05-01 00:00:00
En los recónditos parajes de las Rías Baixas, donde el verde exuberante de los montes se funde con el azul intenso del Atlántico, con permiso de las brumas, se despliega la belleza inmortal de sus valles. Es en este fascinante rincón de Galicia, de viñedos aferrados a laderas, donde nacen los tres primeros Vinos de Paisaje de Mar de Frades.
El encantador Val do Salnés se erige ante el espectador como un lienzo pintado a cuatro manos entre la naturaleza y el hombre con sus viñedos extendiéndose en terrazas de granito que ascienden como escalones hacia el cielo mientras sus aldeas de piedra susurran historias antiguas de pescadores y marineros.
Más allá, al norte, en el valle del río Ulla, la serenidad del paisaje fluvial invita al peregrino a sumergirse en la contemplación de la vida que fluye con la corriente. Los bosques frondosos dan cobijo a una inmensa diversidad de flora y fauna, mientras que las aguas cristalinas del río reflejan el cielo como un espejo líquido. Es aquí donde los misterios del pasado se entrelazan con el presente, y donde las leyendas de doncellas encantadas y caballeros valientes cobran vida en la imaginación de aquellos que se aventuran a explorar sus senderos ocultos.
Este mismo ejercicio de descripción es lo que la Bodega Mar de Frades, con Paula Fandiño a la cabeza en las cuestiones enológicas, ha querido crear a través de los tres vinos que componen esta cata triangular. Una suerte de viaje a aquellos paisajes de ensueño utilizando los sentidos como medio de transporte. Si Finca Valiñas es la más pura expresión del pundonor oceánico, Finca Lobeira nos habla de la parte más silvestre de la zona del Salnés, mientras que Finca Monteveiga se descubre como un vino de interior con un carácter más profundo y seductor. Pero disfrutemos con verdadera emoción de la experiencia de cata de estos tres Vinos de Paisaje de añada 2019.
Finca Valiñas 2019
Val do Salnés
Altitud: 127 metros
Suelo: Arenisca y granito
Albariño
Es Val do Salnés en estado puro. La viña de 2,2 hectáreas ubicada al lado de la bodega se sitúa en una ladera orientada al Atlántico a modo de anfiteatro con los bancales siguiendo las líneas de nivel del terreno. Su ubicación –a menos de seis kilómetros del océano y pegada al bosque– y una elaboración rigurosa con dos años de crianza sobre lías en acero y otro de botella respetan al máximo las cualidades del paisaje, creando un perfil canónico del Albariño del Salnés. Encontramos notas silvestres y salinas con un fondo yodado delicioso. Aunque goza de un carácter herbáceo innegable, aparecen notas de ciruela amarilla y níspero. Nos encanta cómo mantiene la tensión en todo momento y poco a poco va mostrando la complejidad de la zona y de la elaboración en su largo recorrido. En boca se comporta con una extraordinaria sapidez que hace que se haga eterno en el posgusto.
Finca Lobeira 2019
Val do Salnés
Altitud: 134 metros
Suelo: Granito
Albariño, Godello, Loureira, Caiño
S u condición plurivarietal lo lleva por unos senderos aromáticos muy singulares. Eso, unido a que dentro del Salnés nos encontramos en la cara norte del granítico monte Lobeira, entre Vilagarcía y Vilanova de Arousa, no nos queda otra opción que maravillarnos con esa confluencia entre matices. Notas diversas que siempre sugieren frescura. Detalles de monte gallego, cítricos, balsámicos, con mucho nervio y una bonita vocación de evolución en botella. Sensacional en boca porque mantiene una gran energía. El trabajo de lías, que se extiende hasta los tres años, se aprecia en el recorrido, pero destaca la autenticidad del lugar de origen y el carácter agreste del paisaje. Largo en el paso, con un final ligeramente amargo que lo prolonga con detalles de eucalipto y laurel. Dos interpretaciones muy diferentes del Salnés con mayor peso del bosque en este caso, mientras que en Valiñas marca más el océano.
Finca Monteveiga 2019
Ribeira do Ulla
Altitud: 160 metros
Suelo: Esquistos pizarrosos
Albariño
Nos dirigimos hacia otra versión de las Rías Baixas, alejada del mar y más extrema en ubicación, puesto que nos encontramos en el norte de la región y esto define un clima de aspecto más continental, mostrando un perfil de interior al abrigo del río Ulla. La complejidad a la que se ha llegado es notable. Aparecen los recuerdos ahumados que irán virando hacia los hidrocarburos con el tiempo en botella. Aromas de ortiga, hierbabuena y hojarasca con un punto de opulencia originado no solo por las condiciones más extremas, sino por la diferente naturaleza de los suelos. En boca se aprecia una extraordinaria sensación de estructura perfectamente escoltada por una vibrante acidez. Al final quedan detalles de piel de cítricos. De los tres es el que muestra un centro de boca más consistente, siendo la muestra palpable del potencial de esta subzona y de la diferente personalidad de su paisaje.