- Antonio Candelas
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- 2024-10-03 00:00:00
Hemos hablado mucho de la importancia de proteger y dinamizar el entorno rural a través de la viña y todo lo que ello implica, pero que las ciudades entiendan ese valor y articulen acciones que potencien la identidad del lugar a través de la cultura, la historia y el ocio no es tan común. Zaragoza, con sus tres denominaciones de origen, ha asumido el reto.
Zaragoza, ciudad de cruce de culturas y tradiciones, está dando un paso audaz hacia la integración de su rico patrimonio cultural con el mundo del vino. Aunque la Basílica de Nuestra Señora del Pilar atrae a miles de visitantes cada año, pocos conocen que la capital aragonesa alberga no una, sino dos catedrales. La Catedral de San Salvador La Seo, construida sobre los vestigios del antiguo Foro romano de Caesaraugusta, es un verdadero tesoro que combina estilos gótico, renacentista y barroco. Su impresionante retablo mayor y su muro exterior, considerado una joya del mudéjar aragonés y declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, son solo algunas de las maravillas que se pueden descubrir en esta ciudad.
Este legado histórico ha inspirado a artistas como Francisco de Goya. Desde sus primeros años, Goya vivió en Zaragoza, donde desarrolló su talento hasta los 29 años, cuando se trasladó a Madrid. Sin embargo, nunca perdió el lazo con su "patria querida", como solía referirse a la ciudad. Su influencia perdura en la cúpula Regina Martyrum de la Basílica del Pilar y en las obras que se exhiben en el Museo Goya y en el Museo de Zaragoza.
Pero Zaragoza no se detiene ahí. Con la ambición de convertirse en la capital mundial de la Garnacha, el Ayuntamiento ha forjado alianzas con las tres denominaciones de Origen de la provincia: Cariñena, Calatayud y Campo de Borja. Este proyecto busca no solo promover el enoturismo, sino también resaltar la gastronomía local, creando rutas turísticas que tengan Zaragoza como base. La colaboración con la Organización Internacional del Vino y el Instituto Agronómico Mediterráneo es clave para llevar a cabo esta iniciativa, que incluye la celebración del Festival Mundial de la Garnacha y la organización de encuentros y congresos internacionales.
Repasemos algunos de los proyectos más interesantes de estas tres denominaciones de Origen dinámicas, prometedoras y con un prodigioso sentido de supervivencia en el que se basan para avanzar y desarrollarse apoyándose en los avances técnicos y comunicativos más novedosos. Eso sí, sin apartarse de su esencia, de las variedades que mejor se adaptan al terruño y del conocimiento ancestral que ha hecho que la viña lleve allí siglos.
Pilares poderosos
En un paisaje vitivinícola que se enfrenta a constantes desafíos, desde el actual contexto climático hasta las presiones del mercado, las bodegas se encuentran en una encrucijada. En este escenario, la resiliencia y la innovación son pilares fundamentales para la supervivencia y el éxito a largo plazo. Un ejemplo brillante de esta evolución es Bodegas Langa, ubicada en plena Denominación de Origen Calatayud, donde la familia Langa ha hecho una apuesta firme por el futuro, fusionando creatividad e innovación.
César Langa, voz y corazón detrás del proyecto, comparte las reflexiones que guían a su bodega en estos tiempos desafiantes. "Cuando todo alrededor parece que se desmorona y muchas proyectos se tambalean, nosotros hemos decidido que es el momento de mirar al futuro", nos comenta. Su determinación y visión se materializan en un ambicioso proyecto que abarca la ampliación de sus instalaciones en 1.400 metros cuadrados, destinados a optimizar la producción de vinos jóvenes y de guarda. Este crecimiento no es solo un movimiento estratégico para responder a la demanda del mercado, sino también una muestra del compromiso de Bodegas Langa con la sostenibilidad y la evolución de sus procesos.
La sostenibilidad, siempre presente en la filosofía de la bodega, adquiere hoy mayor relevancia. La familia ha plantado 30 hectáreas de variedades autóctonas como Garnacha Blanca y Malvasía en el Valle de El Frasno, a 800 metros de altitud, donde estudios del suelo han revelado una riqueza geológica excepcional. Además, han optado por la plantación en vaso, un método tradicional que respeta el crecimiento natural de las cepas asegurando la sostenibilidad y longevidad del viñedo.
Bodegas Langa también innova en la forma en que los consumidores interactúan con el vino. Aunque César no revela todos los detalles, adelanta que están trabajando en un proyecto que combina la experiencia sensorial del vino con un impacto positivo en el medio ambiente: "Cada botella no solo ofrece una experiencia única, sino que también invita a ser parte de un proyecto sostenible", comenta.
Parte de esta iniciativa incluye la recuperación de variedades olvidadas, como Parrel y Gonfaus, plantadas en 2020, y el uso del revolucionario método de vinificación Ethernum, avalado por la Unión Europea. Además, han seleccionado sus propias levaduras, otorgando a cada vino una identidad única, lo que reafirma su compromiso con la innovación y la biodiversidad.
Pilar y su esposo Ramón, farmacéutica y abogado respectivamente, encontraron en las comarcas de Calatayud y Daroca (Zaragoza) un lugar especial donde invertir no solo su tiempo, sino también sus ilusiones y recursos. Junto a dos parejas de amigos, compraron una finca en la llamada España vacía, una región despoblada pero rica en historia y biodiversidad. Así nació La Dehesa, un proyecto que comenzó como una escapada a la naturaleza y fue evolucionando hasta convertirse en un compromiso con la tierra, la viticultura y la sostenibilidad.
Lo que al principio era un pasatiempo, con viñedos olvidados y almendros descuidados, pronto se transformó en algo más ambicioso. Ambos se enamoraron de esas viejas cepas de Garnacha, cuyas uvas, con mínima intervención, producían vinos sorprendentes. A partir de ese descubrimiento, decidieron dedicar sus vidas al cultivo y la elaboración de vinos, estudiando en profundidad la viticultura y creando su propio proyecto vitivinícola, Pago de la Boticaria. Pilar, además, se especializó en Enología y Viticultura, lo que permitió que el proyecto creciera con una base sólida y profesional.
Con el tiempo, seleccionaron más viñas viejas y plantaron nuevas, rescatando terrenos que habían sido abandonados debido a malas decisiones. Entre estas iniciativas destacaron proyectos como La Falcona, que hoy alberga el corazón de su producción vinícola. Además de elaborar vinos, sueñan con crear un centro de investigación para expertos en el sector vitivinícola para impulsar la reactivación de una comarca que ha perdido parte de su población.
Uno de los grandes logros del proyecto es la elaboración de vinos respetuosos con el medio ambiente. Sin usar pesticidas ni químicos, lograron que en 2021 su cosecha obtuviera la certificación ecológica. Para Pilar y Ramón, la biodiversidad y el respeto a la naturaleza son pilares fundamentales. Han visto cómo en su finca vuelven a florecer plantas y a aparecer animales, desde corzos hasta aves rapaces, creando una pequeña reserva natural sostenida únicamente por sus esfuerzos y los de sus amigos comuneros.
Además de su compromiso con la tierra, el proyecto vitivinícola busca mantener viva la tradición vitícola de la región y contribuir a frenar la despoblación. Pilar y Ramón han recibido el apoyo de la comunidad local, de antiguos agricultores y bodegueros, quienes han sido clave en su aprendizaje y desarrollo. Hoy, sueñan con que futuras generaciones continúen este legado y encuentren en él la misma felicidad que ellos han hallado.
Para ellos, cada botella de vino encapsula momentos felices, instantes compartidos en las viñas, y representa una misión: celebrar la vida, la naturaleza y la tradición, mientras miran hacia un futuro sostenible y lleno de esperanza para la región.
La personalidad del terruño
Bodegas Aragonesas, situada en el corazón de Fuendejalón, en la Denominación de Origen Campo de Borja, celebra este año cuatro décadas de trayectoria consolidada como un motor clave para la comarca. Fundada en 1984, la bodega ha desempeñado un rol crucial en la vida local, integrando la viticultura como parte de la identidad cultural y económica de la región.
Con más de 3.200 hectáreas de viñedo y siete millones de cepas, la bodega ha multiplicado sus ventas de vino embotellado por 30 desde sus inicios. La clave del éxito ha sido clara desde el principio: dotar a los vinos de una identidad propia y la Garnacha, la variedad reina de la zona, ha sido la principal aliada. Esta uva, emblema del proyecto, ha permitido a la bodega crecer y conquistar mercados internacionales mientras se consolidaba como el alma de sus vinos.
La confianza en la Garnacha ha sido una apuesta firme de Bodegas Aragonesas desde su creación, cuando aún no se confiaba en esta uva. A pesar de las dificultades iniciales, la perseverancia de la bodega ha hecho que esta uva se convirtiera en su sello distintivo, llevándola a obtener reconocimiento mundial. Hoy, la Garnacha no solo es sinónimo de Bodegas Aragonesas, sino que ha posicionado a la región de Campo de Borja como un referente global cuya identidad varietal está muy bien definida.
Desde finales de los años ochenta, la bodega comenzó su andadura internacional participando en ferias de renombre como la de Burdeos, abriendo camino hacia mercados como Suiza, Alemania y Venezuela. Hoy, sus vinos están presentes en más de 60 países, desde Sudáfrica hasta Nueva Zelanda, lo que ha permitido el reconocimiento de su marca y un impacto positivo en la economía local.
La expansión internacional ha dinamizado la comarca de Borja, creando empleo y consolidando la viticultura como un pilar esencial para muchas familias de la región. La viña, más allá de su valor económico, ha tejido un lazo profundo con la vida diaria de los habitantes, convirtiéndose en un símbolo de identidad y pertenencia.
En estos 40 años, Bodegas Aragonesas ha sabido adaptarse y crecer sin perder su visión a largo plazo. Aunque el futuro es incierto, la bodega afronta los desafíos con optimismo a pesar de la incertidumbre, la coyuntura internacional y los incesantes desafíos.
El éxito de Bodegas Aragonesas no solo se mide por la calidad de sus vinos, sino también por su papel integrador en la vida de la comarca. La bodega ha sabido hacer de la viña un motor de desarrollo local, generando un proyecto común entre viticultores, empleados y vecinos que ha traído prosperidad y prestigio a la región. Este arraigo ha fortalecido tanto la economía como el tejido social, convirtiendo la viticultura en una forma de vida para Campo de Borja.
En su 40º aniversario, Bodegas Aragonesas celebra el éxito comercial de su andadura como proyecto, pero sobre todo su papel como impulsor del desarrollo de una comarca cuyo corazón late al ritmo de la viña. Y, con la vista puesta en el futuro, renueva su compromiso con la tierra, la tradición y la comunidad que ha acompañado su crecimiento durante estas cuatro décadas.
Investigación continua
Grandes Vinos de Cariñena, una de las bodegas más representativas de Aragón, ha demostrado que tradición e innovación pueden caminar juntas hacia nuevos horizontes. A lo largo de los años, esta bodega ha sabido adaptarse a los cambios del mercado combinando la premiumización de sus productos con una estrategia innovadora dirigida a los consumidores jóvenes.
Desde 2003, Grandes Vinos ha apostado por esta premiumización con el lanzamiento de su gama Anayón, que comenzó con un vino de edición limitada y hoy cuenta con 12 referencias, cuatro de ellas ubicadas en una categoría superior de expresión y calidad. Entre sus creaciones recientes destaca el Anayón Garnacha Blanca, un vino naranja de crianza limitada que agotó sus existencias rápidamente demostrando el éxito de esta propuesta exclusiva. Además, la bodega sigue innovando con joyas como el reciente Anayón Macabeo Mágnum consolidando su compromiso con la artesanía.
Consciente de la importancia de atraer a las nuevas generaciones, Grandes Vinos ha lanzado productos frescos y ligeros como VEUT, una Garnacha de baja graduación presentada en botella de cerveza, y la línea 49 Millions, vinos blancos y rosados con fina burbuja también disponibles en formato lata. Además, ha introducido su gama de vinos sin alcohol, Monasterio de las Viñas 0,0, en respuesta a la creciente demanda de otras opciones.
Grandes Vinos también ha revolucionado su enfoque de marketing con iniciativas como Grandes Winers, un juego de escape dedicado al vino, y el uso de Inteligencia Artificial y realidad virtual en campañas interactivas. Con estas estrategias, la bodega se conecta con el público joven de manera divertida y educativa, demostrando que el vino puede ser moderno y accesible.
Grandes Vinos de Cariñena ha logrado un equilibrio entre mantener viva la tradición y proyectarse hacia el futuro. Con su gama Anayón, sigue honrando la esencia de sus viñedos, mientras que sus propuestas innovadoras y su enfoque en la tecnología la posicionan como un referente tanto en Aragón como en el mercado internacional. La bodega demuestra que el vino puede ser atemporal, adaptándose a las nuevas tendencias sin perder su esencia.
El espíritu vitícola late con especial energía en la provincia de Zaragoza. Estos cuatro proyectos y el compromiso del Consistorio zaragozano con el sector, invitándolo a participar de manera activa en la vida de la ciudad, son buena muestra de ello. Estos meses, entre vendimias y fiestas mayores, son un buen momento para acercarse para disfrutar de la belleza de aquella tierra, de sus costumbres y de cómo sus habitantes se vuelcan con el desarrollo imparable de un sector eterno.