• Redacción
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• 2011-02-01 09:00:00

Qué es lo que nos lleva? -y me refiero a los aficionados, avezados, noveles o incluso los que aún no son conscientes de que lo son- ¿Qué es los que nos atrae a un establecimiento, a una bodega, a una vinoteca? ¿Será el espacio, pulcro o entrañable?, ¿los precios?, ¿la variedad?, ¿la especialización? Sí, pero... Todo eso y nada de eso. Lo que de verdad es un reclamo para ir, y volver y seguir, y repetir es, simplemente, la pasión. Incluso por encima del conocimiento de los responsables, de esos que nos guían y nos aconsejan, lo que nos convierte en clientes es la pasión que nos transmiten, la que adivinamos en el brillo de los ojillos tras una recomendación, un simple “llévate esto, creo que te gustará” por parte de los más tímidos y respetuosos o, si el personaje es expansivo, un “no te pierdas esto, ¿cómo puedes haber vivido sin conocerlo? Es una de las experiencias más placenteras, no solo de la región sino del vino, del paladar... Ya verás qué explosión de fruta, y qué elegancia...”.
Pues así ejerce Fernando Angulo en un rincón de la bella Ronda y en otro de las ondas on line en el proyecto www.weirdo.es. Su obsesión, lo que él llama “mi gran debilidad”, son los champagnes, de los que actualmente ha reunido en sus estanterías más de 350 referencias de pequeño productor, algo de lo que probablemente sean pioneros en el mundo. Pero su pasión es en general el vino y su conocimiento, directo y sensual, además de intelectual y técnico.
De ahí que, cuando piensa y habla del Jerez, lo hace armonizándolo con Rancapino y con lo más profundo de flamenco, y que en sus noches abiertas y en la web baraje con soltura sugerencias de jazz, de cine, de poesía... El equipo, lo que han configurado con humor como la famiglia, lo componen 120 miembros internacionales tocados también por pasiones singulares que se acaban de presentar en sociedad en Madrid en una cena regada por Finca La Anita, los grandes mendocinos.
Sus recomendaciones, cuando atiende al frente de los tentadores anaqueles, pasan por los Riesling alemanes, los blancos del Ródano, los viejos Barolo y Burdeos, toda la Alsacia (fundamentalmente los Zind Humbrecht), etcétera, etcétera. “Porque hay grandes vinos en muchas regiones del mundo, lo importante es que estén elaborados con alma y con un profundo amor hacia la viña.” Pero lo que considera una misión es demostrar que es posible beber grandes champagnes a buenos precios, sobre todo en un país como España, donde considera una gran suerte contar con importadores pasionales como Víctor Cardona, Manel Pla, Paco Berciano, Julien Steinhauser, David Guye o Ramón Coalla. Los champagnes son, para Fernando, vinos que enganchan, seducen y conquistan a través de sus pequeños y artesanales productores. Y en esta misión está empeñado, en que el conocimiento y el consumo español, que ocupan el noveno puesto del mundo con algo más de cuatro millones de botellas anuales, asciendan como la espuma. Por ellos no va a faltar.

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