- Redacción
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- 2010-04-01 00:00:00
Shanghai ofrece su excelente cocina desde hace más de 30 años. Es un restaurante chino situado en el barrio de Sarrià-Sant Gervasi de Barcelona absolutamente distinto e innovador. Lo fundó una de las primeras familias de inmigrantes chinos en España, la familia Kao. Hace unos años los hijos, ya nacidos en Cataluña, se hicieron cargo del negocio y decidieron dar otro aire al restaurante cocinando una excelente materia prima mediterránea con técnicas chinas. Una fusión maravillosa de la que disfrutan los comensales habituales y los que tienen la suerte de descubrirlo. El local es pequeño, coqueto, con capacidad para unas 55 personas y con un gusto especial para el vino. Lluis Kao es el responsable de la sala y nos cuenta la filosofía de la familia: “Aunamos las cocciones chinas con los mejores productos que podamos encontrar en el mercado, sin importar el precio, porque cuando la materia prima es buena, no hace falta enmascararla. El público enseguida nos otorgó su aprobación y confianza. El cliente cada día es mejor conocedor, busca los sabores de siempre en los productos de siempre. Nos basamos en la dieta mediterránea, que es fantástica, suculenta y variada. Utilizamos aceite de girasol para guisos al wok y el de oliva para ensalzar aromas. Cocciones rápidas para que las verduras no pierdan su textura original. Aprovechamos la diversidad de género que hay a nuestro alrededor, todo de primerísima calidad”. Por supuesto, el vino es un elemento fundamental en este restaurante, tiene una extensa carta -que Lluis administra y cuida-, equilibrada y apta para todos los presupuestos, con más de 750 referencias. Considera que el vino es primordial porque aúna a las personas. Desde que descubrió el mundo del vino dedica buena parte de su tiempo a la formación y perfección del oficio, y siempre que sus obligaciones se lo permiten, visita zonas y bodegas. Le gustan los vinos modernos, plenos de fruta, y opina que “hoy día existen bodegas innovadoras que elaboran vinos fantásticos, llenos de fruta, de matices, con todos los elementos idóneos para disfrutar, hasta sus etiquetas son maravillosas, con diseños rompedores, además con precios competitivos... En una buena mesa debería haber siempre una buena botella de vino. O dos”. Con un orgullo nada disimulado, dice que “mi hermano y yo fuimos los primeros chinos nacidos y criados en Barcelona, o sea que somos catalanes ¡y del Barça!”.