- Redacción
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- 2009-11-01 00:00:00
Es de las más veteranas, como mujer, en este noble arte, y sus relatos narran toda una vida de transición, de lucha, de respeto... En definitiva de afán por ser sumiller. Nacida en Aranda de Duero (Burgos), con estudios en la Escuela de Hostelería de Fuenllana, en Madrid, donde, cautivada por una asignatura de vinos, se lanza a participar, con 17 años, en el Concurso Ruinart al Mejor Sumiller de España. Posteriormente estudió Enología, en la Casa de Campo, alternándolo con el trabajo. Su futuro ya lo tenía muy claro, a pesar de saber que ese ritmo de vida no era nada fácil. Con sólo 23 años le llega el reconocimiento a su labor y comienza a trabajar en el hotel Ritz, un momento cargado de ilusión, aunque hoy admite que sus primeros pasos fueron más bien desoladores: “Los clientes me miraban de arriba abajo, seguramente pensando ‘¿qué hace una mujer sirviendo el vino?’... Afortunadamente, esos tiempos pasaron”. Si ha logrado sobrevivir a ese machismo es, sin duda, gracias a su excelsa simpatía y su ambición por hacer disfrutar al cliente. Sencilla y defensora de los vinos españoles, especialmente los de su tierra natal, busca con ahínco la felicidad del cliente, a sabiendas de que encontrará todo tipo de pruebas en las que se pongan a prueba su talento y su paciencia. En el hotel, el 90% del público es extranjero y una gran parte de ellos no conoce nuestros vinos, por lo que Vela tiene una doble tarea: educar y transmitir oficio. El resultado de estas labores es sobresaliente en vinos españoles, mientras que el Champagne es el foráneo más vendido. Como anécdota, comenta Vela, es raro el día en el que uno de sus clientes extranjeros no pida una copa de Rioja, cuando “lo que en realidad quieren es una copa de vino tinto español, sin importar la zona”. Hablando del restaurante, comenta que a diario nota cambios en los hábitos de consumo: “Los vinos de Navarra cuesta venderlos y el Somontano o Priorat no están de moda. Se vuelve a los estilos clásicos, como Rioja, especialmente a marcas de toda la vida”. Respecto al público, admite que no quiere traspasar la barrera de los 30 euros y que por ello han tenido que ajustar los precios. Sin embargo, señala que la carta del Ritz es económica. Como detalle, apunta que incluso los vinos figuran con IVA, algo que no sucede en la gran mayoría de locales.