- Redacción
- •
- 2017-03-08 12:24:23
Que el vivero es una pasión que se lleva en la sangre y se transmite es algo sobre lo que no tiene ninguna duda Rafael García García, cuarta generación de vocacionales viveristas en Vitis Navarra
F ue el bisabuelo de Rafael, Esteban García, quien inició la dinastía cuando en 1898 dejó su pequeño pueblo navarro de Larraga y partió a Zaragoza para trabajar en un vivero y poder cumplir su ilusión de aprender el oficio de vivicultor. Por aquellos la filoxera estaba ya firmemente arraigada y Esteban estaba obsesionado con la forma de poder combatir la plaga y volver a producir viñas sanas. De vuelta a Larraga fundó Vitis Navarra e influenciado por Nicolás García de los Salmones –catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid y profesor de la Escuela de Peritos de Villava– tuvo una idea visionaria y en 1906 se convirtió en el primero en hacer injertos en el barbado americano, resistente a la filoxera, desde el propio vivero. Sin duda fue el pionero en la venta de plantas injertadas y enraizadas que tanta repercusión tuvo en la lucha contra la temida plaga.
Al reconstituirse viñas con vides injertadas sobre raíces resistentes al parásito se pusieron las bases para su derrota. Pero en aquellos tiempos se seleccionaron plantas sanas que producían mucha uva según un criterio no cualitativo sino cuantitativo para poder recuperar rápidamente el mercado. Los viñedos posfiloxéricos eran mucho más productivos que los prefiloxéricos, pero el vino era peor y fueron viveristas como Esteban quienes durante el pasado siglo recuperaron poco a poco las variedades genéticas de la mejor calidad aunque tuviesen menor producción. Sin ellos no disfrutaríamos de los vinos que actualmente tenemos.
A Esteban le sucedió al frente del vivero en la década de los cuarenta su hijo Jesús, que siguió por la misma senda de su padre, como la continuaría también su hijo, Miguel, cuando se puso al frente del negocio en los setenta. Y es que durante casi todo el siglo pasado la tecnología y forma de producir plantas no varió prácticamente nada.
Fue en pleno siglo XX, coleando los años noventa, cuando Rafael García, hijo de Miguel y actual responsable de Vitis Navarra, llegó al vivero provocando una gran revolución, el I+D, comenzando la investigación sobre la mejora genética. Desde entones hasta hoy, su día a día transurre recorriendo viñedos viejos, seleccionando las mejores plantas para hacer con ellas clones; tiendo paciencia hasta que la Administración aprueba definitivamente la comercialización de variedades exclusivas. Pero esta historia no termina aquí, Rafael sabe que sus cuatro hijos continuarán con esta tradición de casi 120 años de vida.