- Redacción
- •
- 2017-09-11 15:21:20
"Un venenciador es un embajador del vino que da a conocer su mejor cara", nos explica Marina Delgado, venenciadora que desarrolla su labor en Montilla-Moriles
E l de venenciador es el oficio de quien trasiega con destreza y desde considerable altura el vino de la venencia –ese pequeño recipiente cilíndrico unido a una larga varilla, tradicionalmente de barba de ballena– al catavinos. Es un trabajo que surge hace miles de años, de hecho hay pinturas egipcias en las que ya se puede ver a personas con instrumentos parecidos a una venencia y también aparece representado en cerámicas de la Grecia clásica.
Es este un oficio que nace de una doble necesidad del bodeguero, la de probar el producto de sus botas y, al hacerlo, la de airear el vino, aumentando así sus aromas y sabores. Para los expertos, el nombre de venencia estaría asociado a la antigua compraventa de vinos y a la muestra que habría que ofrecer al comprador antes de llegar a un acuerdo –o avenencia– sobre el precio.
La tan conocida liturgia de la venencia, con la imagen de su protagonista elevando la varilla por encima de su cabeza para dejar caer el vino en el catavinos no estaría completa si no luciera el tradicional traje campero andaluz (sombrero de ala ancha, camisa blanca, chaquetilla corta, pantalón ajustado y botines o polainas), un homenaje al origen de los vinos generosos a los que dedican su trabajo y que son especialmente reverenciados en el Marco de Jerez, aunque también hay venenciadores en otras denominaciones de origen, como Montilla-Moriles, Condado de Huelva o Málaga.
Marina Delgado confiesa que nunca había oído hablar de este oficio que antiguamente se transmitía de padres a hijos y que requiere muy amplios conocimientos sobre vinos, especialmente de los generosos, que son los que se venencian, pero fue introduciéndose en él "poco a poco, casi sin quererlo, pero hoy disfruto haciendo llegar el vino cada vez a más gente. Al ser una mujer, y además joven, las personas pierden un poco de vista esa falsa idea de que el vino es solo para hombres mayores", explica la venenciadora. Y es que "no hay nada que un veneciador haga que una venenciadora no pueda hacer. Al no necesitarse la fuerza física, como le sucede al bodeguero, la mujer desempeña este oficio, a mi modo de ver, con más arte y elegancia que un hombre", aclara.
Lo cierto es que no se sabe cuántos venenciadores, hombres y mujeres, hay en España porque no están registrados ni amparados por ningún colegio oficial, pero cada año surgen nuevos venenciadores al calor de las diversas escuelas existentes. "Estamos creando una buena cantera", sostiene Marina Delgado.