- Laura López Altares
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- 2019-10-08 00:00:00
El rigor y la constancia definen a esta prolífica comunicadora. Su web bilingüe Spanish Wine Lover es una de las fuentes más relevantes sobre el sector; su mirada, una de las más afiladas del periodismo del vino.
En el mundo del vino, tan caótico y cambiante, hay que recordar mirar a la tierra para no sucumbir al vértigo. Amaya Cervera interiorizó la sabia cadencia de las vides y se ha mantenido firme e íntegra desde sus comienzos en el periodismo del vino, hace ya 20 años: "¡Ahí está Amaya tomando notas con su copa y su libreta! Esa es la imagen que tiene casi todo el mundo de mí: soy bastante seria en mi trabajo, una hormiguita (risas)". Una diligente hormiguita que ha visto recompensada su constancia: Spanish Wine Lover, la web bilingüe especializada en vinos españoles que fundó en 2014, recibió el reconocimiento a la Mejor Plataforma Online de Difusión en los Premios IWC de 2017 y 2018, y se ha posicionado como una de las fuentes de información del sector más relevantes. "Siempre digo que en mi trabajo se juntan dos pasiones: el vino y el periodismo", pero procura delimitar bien la nebulosa frontera entre el placer y el deber: "Hay una parte lúdica muy significativa en este mundo, y marcar diferencias entre esa parte y la profesional es importante". Se podría caer en la tentación de considerarla adusta, pero Amaya es una mujer cercana, de sonrisa tímida, inteligencia analítica y elegancia exquisita. Sus ojos se encienden al hablar de su Gernika natal y del omnipresente vino: "Me da mucha vida... y al final es un lugar al que puedes llevar otras pasiones".
Cimientos
El vino la acompañó desde la infancia: "Soy vasca, la cultura del vino siempre existió en mí porque era parte de las celebraciones: allí todo se festeja en torno a una mesa. Y cuando comes bien, bebes bien". Aunque ella llegó al mundo del vino lejos de las fieras espumas del Cantábrico, ya en la capital: "Buscaba cambiar de trabajo y me llamaron para hacer una entrevista en una agencia, ¡era José Peñín! Llegué allí y pensé: ¿De verdad hay gente que se gana la vida escribiendo de vinos? ¡Qué chollo! (risas). Había botellas por todas partes... ¡qué sitio tan peculiar!" Fue su escuela más de ocho años, y la recuerda con infinito cariño: "Peñín fue mi maestro y el culpable de que yo esté en esto". Después pasó a ser responsable de contenidos de Todovino durante ocho años, pero aquel "novedoso proyecto" no sobrevivió a la crisis, y Amaya dio un giro a su carrera: "Mi vocación siempre fue el periodismo, y pensé: ¿qué se puede hacer para desarrollar un proyecto periodístico en un contexto tan complejo? Era evidente que el papel no era una opción, y que internet daba más libertad". Esos fueron los cimientos sobre los que se construyó Spanish Wine Lover, con vocación internacional: "Tenía claro que para ser una voz con cierta audiencia debía escribir en inglés".
Afilar la mirada
En aquellos tiempos tan convulsos para el periodismo, se dio una curiosa paradoja: "Era el mejor momento del vino español porque había una ebullición (y la sigue habiendo): años de explosión, de cambio, donde todo el mundo se replantea cosas. Y en ese momento tan fantástico resulta que los comunicadores del vino estaban en sus momentos más bajos. Dios mío, con todo lo que hay que contar y nos estamos quedando sin sitios donde contarlo o sin energía porque no conseguimos ver la manera de hacerlo rentable...". Amaya reconoce que la situación hoy sigue siendo difícil: "No hay muchos periodistas cuya fuente exclusiva de ingresos sea su trabajo como escritores de vino, hay que hacer otras cosas. Yo también escribo para otras publicaciones, doy catas, charlas… y aun así es complicado. Lo que es cierto es que yo siempre he priorizado hacer lo que me gusta, con todas sus consecuencias, positivas y negativas (risas)." Su web, el monstruo –así la llama cariñosamente–, "se comería todo. Pero hemos llegado a un acuerdo en cuanto a su alimentación. Te habitúas a un ritmo de contenidos y publicación, y eso exige una organización importante, mucha constancia y control del tiempo. ¡Trabajar en dos idiomas es una auténtica locura!". Amaya comenta divertida que uno de los temas que más le apasionan es la investigación sobre la genética de las variedades: "Tal vez por el cotilleo de saber quién es el padre de quién (risas). No, es broma... Siempre me ha interesado porque al final tiene mucho que ver con la historia". También nos habla de la importancia capital de "saber mirar" en el mundo del vino: "Muchas veces el potencial de una zona está, pero falta que alguien lo vea. El factor mirada-productor es superimportante porque una mirada y una interpretación diferentes dan parámetros distintos". Entre los grandes retos a los que se enfrenta el sector, señala "comunicar ciertos conceptos complejos de una forma atractiva. Tienen que cambiar muchas cosas en la imagen del vino español. Lo más importante es que la gente se lo crea. Y falta un poco de visión. Es muy difícil aunar intereses, porque a veces son muy contrapuestos… que la gente en España se ponga de acuerdo y priorice elementos comunes es complicado". Para Amaya, lo mejor del vino es que no tiene fin: "Esta frase no es mía, creo que se la oí decir a Agustín Santolaya [director general de Bodegas Roda]. Cuanto más escarbas, más cuenta te das de lo poco que sabes". Y ella piensa vivirlo mientras la llama siga prendida, sin pensar en una jubilación: "Creo que cuando te apasiona tanto tu trabajo, lo que te gustaría es bajar el ritmo e incrementar la parte lúdica. La prueba es que hay mucha gente del sector que no se jubila". El mar, el pilates ("¡soy una loca del pilates!"), su familia y su perro son los otros grandes amores de Amaya, que no se siente tentada por la idea de hacer su propio vino: "¿Por qué me tengo que quedar con un vino cuando prefiero probar todos los que pueda y conocer a la mayor cantidad de gente posible que los hace para que me cuente por qué los hace?".