- Antonio Candelas
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- 2020-02-28 00:00:00
En el mundo del vino no necesita presentación alguna. El prescriptor patrio más internacional nos abrió las puertas de su casa para charlar de toda una vida dedicada a la comunicación del vino.
Al observar sus publicaciones podríamos pensar que la vocación comunicadora y su pasión por el vino las lleva consigo desde la cuna, pero no. José Peñín nació en la primera mitad de la década de los cuarenta en Santa Colomba de la Vega, una pequeña localidad en la comarca de La Bañeza (León). Su padre quería que estudiara una carrera de prestigio, aunque él desde pequeño quería tocar el piano. Al final, las soñadas teclas blancas y negras se acabarían convirtiendo en las de una máquina de escribir, y los deseados acordes y vertiginosas escalas se transformarían en incontables ensayos, conferencias, reportajes y reflexiones. Una extensa obra que está perfectamente localizada y ordenada por zonas vitícolas en su despacho, donde la luz de la pantalla me desvela que cuando he llegado se encontraba trabajando quién sabe si en el último post de su blog, en la próxima conferencia... o quizá en sus memorias, que ya me adelanta que van por buen camino.
Abstemio confeso en sus comienzos, José Peñín desembarca en el vino sin formación en el sector y ningún interés en su consumo. Parece imposible que con esta tarjeta de presentación alguien pueda alcanzar éxito y relevancia en un determinado campo, pero José lo ha logrado. Y de qué manera. Hoy no solo es una voz respetada aquí, sino que su palabra ha trascendido al resto del mundo: allá donde hay interés por el vino, Peñín es un referente y se le tiene muy en cuenta a la hora de establecer un diagnóstico del sector, modelos de consumo o tendencias.
La curiosidad por bandera
Cambiar el mundo del motor, ámbito en el que se movía profesionalmente en los setenta, por el del vino solo lo puedes hacer si eres una persona inquieta y sobre todo curiosa. Para José Peñín esta es la clave para crecer profesionalmente: "En los primeros cinco años de mi nueva vida profesional aprendí el 80% de lo que sé, por puro intéres. La clave es la curiosidad en esto del vino. He sido un curioso toda mi vida. He procurado indagar y hacerme preguntas continuamente para irlas respondiendo siempre desde la lógica". En sus comienzos, allá por 1975, tenía un camino muy amplio sin explorar y copado por unas cuantas marcas de vino donde el embotellado era testimonial. Un momento crucial en el que él supo leer con acierto cada una de las necesidades del sector y así ponerse a su servicio.
Primero con su propio club de vinos, un formato de éxito que consistía en ofrecer a los suscriptores referencias que difícilmente podían encontrar en los puntos de venta, y más tarde en su primera aventura periodística, con la creación de la revista Bouquet. Luego llegó el primer Manual de vinos españoles, todo un best-seller del vino del que llegaron a venderse 28.000 ejemplares. Esta incursión prodigiosa en un sector aún en vías de desarrollo le llevó a reflexionar sobre la idea de crear una empresa dedicada a la comunicación especializada del vino –un proyecto que fue sugerido por alguna de las bodegas más relevantes del país– como herramienta para poder llegar a un mayor número de consumidores.
Y de ahí, a la Guía Peñín, que vería su primer número en 1990. 30 años en los que se han catado miles de vinos para orientar al público en su decisión de compra. Todo esto fue ocurriendo sin que el gusanillo periodístico desapareciera, así que en 1992 nació Sibaritas, una revista donde algunas de las plumas más interesantes del sector plasmaban su opinión y que por desgracia acabó desapareciendo en 2010.
La viña, una cuestión de Estado
Un titular para la reflexión. Vivimos un momento en la viticultura de gran incertidumbre. A las protestas que los agricultores están llevando a cabo en las últimas semanas, reclamando precios justos para que la actividad agrícola sea rentable, hay que sumar las consecuencias que se advierten de un incuestionable cambio climático. Para Peñín es evidente que la viña es un elemento crucial para evitar la erosión de la tierra y, por tanto, la degradación del paisaje. Por eso, al margen de aspectos productivos, el arranque de la vid debería prohibirse: "Las raíces de la cepa son tan profundas que sujetan la tierra y la protegen del efecto devastador de las lluvias torrenciales que estamos empezando a ver cada vez con más frecuencia". Pero proteger la viña no solo tendrá beneficios para el maltrecho medio ambiente. José ve un cambio de modelo de vida que empieza a germinar, pero que será tendencia en unos años. La vida rural irremediablemente se verá revitalizada por este trasvase humano de las ciudades a los pueblos. Una de las claves para que suceda este retorno será crear proyectos vitícolas dirigidos hacia la producción de vinos de calidad. Para favorecer este cambio, la Administración tiene que dar facilidades y desde luego custodiar la viña de forma decidida.
José Peñín, tras sus más de 40 años escribiendo, catando y ayudando al sector del vino, es capaz de contagiar ese espíritu reflexivo y analítico que tanta falta hace en esta vida para saber acoplarse a las circunstancias del momento y seguir adelante. Un talento innegable que no solo ha vivido una revolución en el vino, sino que ha participado en ella descubriendo territorios vitícolas, anticipando tendencias o sencillamente recolocando el vino en nuestra propia vida, que en paralelo también ha vivido la mayor transformación de su historia en este periodo de tiempo.