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Luis Gutiérrez

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  • Laura López Altares
  • 2021-03-31 00:00:00

El único español en The Wine Advocate –catador de los vinos de España, Argentina, Chile y Jura– se sumergió en este mundo movido por una "loca búsqueda" para entender su gran pasión.  


Para quienes veneran el vino, The Wine Advocate es una suerte de libro sagrado, el oráculo de Robert Parker. En esta publicación escriben los críticos más respetados del mundo, sobre los que recae un inmenso poder para influir sobre el destino de un vino o una zona vitivinícola. En ese Olimpo de los catadores –con base de operaciones en Maryland– mora un español con los pies bien enredados en sus raíces que desmonta el mito del crítico temible. Porque Luis Gutiérrez Santo Domingo (catador de los vinos de España, Argentina, Chile y Jura para The Wine Advocate), directo y elocuente, habla con una humildad exquisita sobre su oficio, al que despoja de todo efectismo: "Yo creo que la palabra es pasión. Esto es mucho más que un trabajo. Es una forma de vivir. Yo me considero más un escritor que un catador, aunque los requerimientos del trabajo sean que tengo que catar muchos vinos. A mí me gusta contar historias, historias que dan sentido a los vinos". Luis Gutiérrez cata unos 4.000 al año ("¡y bebo unos cuantos más!"), pero en su prodigioso paladar sigue habiendo lugar para lo inesperado: "No es fácil descubrir un vino o un proyecto extraordinario, pero todavía ocurre. Y es un subidón".
    
Una pasión desmedida

Ese entusiasmo es otra manifestación inequívoca de la pasión que se desborda sobre muchas de sus frases (todas), y que ha movido a Luis desde sus comienzos: "Todo empezó como una pasión. Desmedida, eso sí. Anteriormente había sido lo mismo con el rock. Pero cuando empiezas a tener una edad en la que te apetece más que vengan amigos a cenar a casa que salir a tomar copas descubres la gastronomía, de la cual es parte". Y ahí estaba el vino, con su capacidad para remover a las almas más curiosas: "El vino es ideal para la gente que quiere aprender, experimentar y meterse en un mundo apasionante en el que nunca se termina de aprender, porque cada día te das cuenta de lo amplio y complejo que es, y de lo poco que sabes. Todos los días aprendes algo y descubres que lo que pensabas que tenías claro ya no es tan claro. Todo es relativo y no hay verdades tajantes. Es tan complejo y con tantos matices que te vuelves loco por querer entender un poco más. Yo soy ingeniero de formación, y quiero entender. Necesito entender. Y eso me llevó a esta búsqueda loca".   
Durante 22 años, Luis Gutiérrez trabajó como informático en la multinacional Tetra Pak, compaginando aquella vorágine de e-mails,
reuniones y proyectos con su pasión, "que había crecido de una forma desmedida". Llevaba varios años catando y escribiendo en elmundovino.com de El Mundo con el periodista Víctor de la Serna y un grupo de amigos; había publicado junto a De la Serna y Jesús Barquín el libro The Finest Wines of Rioja and the Northwest of Spain; escribía para la MW Jancis Robinson y le habían dado un Premio Nacional de Gastronomía a la labor periodística: "Tenía la opción de seguir en el mundo de las multinacionales o dar el salto al mundo del vino. Pero hay pocos trabajos en el mundo de la crítica del vino que te permitan vivir de una manera independiente. Como hobby había sido siempre independiente, y si me dedicaba de forma profesional, tenía que ser de la misma manera. Hay muy pocos de esos trabajos a nivel internacional. El más llamativo era para The Wine Advocate. Había uno, pero lo tenía una persona". En aquel momento, uno de los críticos abandonó The Wine Advocate, y el puesto de España, Argentina y Chile quedó vacante: "¡Hay muy pocos trabajos, y el más atractivo se queda libre! ¡No puede ser! A los pocos días recibí una llamada de la editora de The Wine Advocate ¡ofreciéndome el trabajo!", cuenta Gutiérrez con sincera emoción. Aquel trabajo le sedujo por completo, permitiéndole conocer personas y lugares extraordinarios: "Soy un auténtico privilegiado porque la gente del vino es generosa, comparte y te enseña todo lo que sabe. Y todas esas experiencias y conocimientos son algo que te quedas tú, por encima del trabajo".
Trabajo que le ha llevado a conocer a fondo las regiones vitivinícolas de Argentina, Chile y la francesa Jura, de las que nos desvela algunos aspectos interesantes: "Argentina y Chile están en una situación de cambio y descubrimiento similar al de España, aunque con sus circunstancias, especialmente al no tener la riqueza de variedades autóctonas que tenemos nosotros. Jura es muy diferente, es una región muy agrícola, encapsulada en el tiempo, donde siguen haciendo lo que han hecho toda la vida, pero que de repente se ha puesto en el punto de mira de mucha gente, posiblemente por su autenticidad y cero concesiones a la moda".

Vinos que aceleran el corazón

Luis Gutiérrez admite que los vinos que mejor puntúa son aquellos que consiguen acelerarle el corazón, un criterio que nos parece fascinante: "Esto no es científico, es opinión, con la que no todo el mundo tiene por qué estar de acuerdo. El vino es más que lo que hay dentro de una botella. Para mí el entorno es muy importante: las personas, los sitios, la cultura local, la gastronomía… No olvidemos que es un producto agrícola hecho por el hombre. Y hay conjunciones de circunstancias, lugares y personas que dan lugar a vinos que te emocionan".
En su libro Los nuevos viñadores, Gutiérrez retrata a esa inspiradora nueva generación de viticultores españoles que está haciendo del pasado futuro, rescatando viñas y variedades del olvido, "el orgullo por lo nuestro: por nuestras variedades, nuestras regiones, nuestras tradiciones". Él da un valor inmenso a los productores ("Los lugares tienen el potencial, pero no va a ningún sitio solo, tiene que haber una persona que lo entienda y lo sepa interpretar"), y hace una predicción para el futuro del vino español: "Cada vez hay más separación entre el vino industrial y el vino artesano o de calidad, son dos realidades paralelas. En el vino de calidad estamos viviendo un momento emocionante. Estamos empezando a creer en lo nuestro, en que somos capaces de producir algunos de los mejores vinos del mundo, pero hay que seguir esforzándose porque la competencia es feroz. El camino es la calidad, personalidad y carácter único de uvas y lugares que son inimitables y proporcionan ventajas competitivas innegables".
Lejos de esa imagen seria y hasta amenazadora que se le podría presuponer, el Luis Gutiérrez más desconocido es tremendamente cercano y terrenal, y hasta nos ha confesado aquello que le lleva a los 100 puntos Parker del disfrute personal: "Pienso que soy bastante transparente, me apasiona este mundo, me gusta el campo y la gente; viajar y aprender, experimentar. Los amigos son parte fundamental, el vino es compartir. Estoy volviendo más a la música, al arte, a vivir intensamente día a día, sobre todo en esta situación tan extraña que nos está tocando vivir con la pandemia. La vida se vive día a día, y hay que exprimir los días. La vida es el camino". This is the way.

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