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Gemma Vela

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  • Laura López Altares
  • 2021-06-02 00:00:00

La primera sumiller del Hotel Mandarin Oriental Ritz Madrid –desde hace 26 años– exhala clasicismo y amor por el riesgo a partes iguales, e impulsa la búsqueda de vinos que hagan sentir.



Volver al vertiginoso mar del asfalto madrileño para hacer la primera entrevista cara a cara en catorce meses provoca ese maravilloso nudo en el estómago de las (nuevas) primeras veces. Gemma Vela espera en una terraza, donde el rugir de la ciudad suena casi melodioso. Sumiller del Mandarin Oriental Ritz Madrid desde hace veintiséis años, es una auténtica pionera –la primera mujer que consiguió ese puesto en un hotel de cinco estrellas en España–, una soñadora "sencilla" (como se define ella misma) que siempre tuvo claro que su vida no sería como las demás: "Yo quería dedicarme a algo que me hiciese sentir especial. Y se podría decir que mi trabajo es mi gran pasión, ¡y lo seguirá siendo siempre!".
Aunque nació en Madrid, Vela creció al abrigo de la Ribera del Duero, una tierra que sigue ejerciendo un influjo poderoso sobre ella: "Allí el vino es tradición, cultura, es el día a día. Y si hablamos de uvas predilectas, puedo decir que me tira la tierra, es verdad. A mí me gusta la Tempranillo, en eso soy clásica. Es cierto que hay variedades y elaboraciones nuevas que me llaman la atención, pero al final me quedo con ella porque tiene esa tipicidad y porque a lo largo de los años ha demostrado, demuestra y sigue demostrando que es la variedad reina de España".     


El reino de los sentidos
Pero que nadie se confunda, Gemma Vela es una mujer que no tiene ningún miedo al riesgo; es más, nos incita a explorarlo: "Hay que buscar vinos frescos, divertidos, sobre todo que te emocionen, que te hagan sentir. No hay que pedir siempre las mismas referencias. Hay que experimentar un poquito con esas nuevas etiquetas de vinos que son muy punk. Yo aconsejo a la gente que sea atrevida tanto a la hora de pedir un vino como unas tapas. Hay que probar... probando te das cuenta de todo".    
Confiesa que le encanta oler, tocar, utilizar sus sentidos para reconocer las cosas: "Yo necesito esa expresión, el contacto sensorial. Soy incapaz de comprar por internet: necesito oler, tocar, percibir. La copa de vino es igual, te puede sorprender muchísimo, para bien y para mal. Cada botella, marca y añada son un mundo, y cada persona que cata una misma copa lo es también".
Después de formarse durante cinco años en Hostelería y Turismo, Vela estudió Enología en la Escuela de la Vid y del Vino, donde descubrió que le atraían más las catas y la sumillería que la elaboración: "Me gusta mucho el contacto con la gente, hablar, ser las palabras que una copa puede explicar a una persona. Creo que es un mundo fascinante, divertido, conoces a muchas personas de distintas nacionalidades, atípicas, y todo gira en torno al vino, que transmite muchísimo".
Cuando recaló en el Hotel Ritz en 1995, ya había trabajado en el restaurante Lasarte (San Sebastián), de Martín Berasategui, y en El Amparo (Madrid): "Empecé muy jovencita, llevo más de la mitad de mi vida introducida en el mundo del vino, y tengo la suerte de formar parte del comité de cata del Grupo Gourmets desde hace casi 30 años. Eso me permite estar al día de todas las referencias nuevas, de todo lo que sale al mercado".
La cantidad de reconocimientos que ha recibido, entre ellos el Premio Nacional de Gastronomía a la Mejor Sumiller en 2014, hablan sobre el talento y el tesón de una profesional que defiende las raíces por encima de todo: "Yo me siento orgullosa, creo que no me han regalado nada. Llevo muchos años defendiendo el mundo del vino, sobre todo los vinos españoles, que creo que están a la altura de los grandes vinos franceses y de otros países que están de moda. Todo es moda, pero al final lo que queda es lo nuestro, la esencia".
Vela apunta a ese retorno a las añadas antiguas de los vinos españoles, a esas variedades autóctonas recuperadas, a la vuelta a las tinajas, y también a ese terrible complejo que no hemos conseguido sacudirnos: "Tenemos que dar a conocer que nuestra calidad de vinos españoles es tan alta como en otros países. Hay tres cosas que nos cuesta muchísimo defender: el vino, el jamón y el aceite. Parece que nos tienen que decir otros lo buenos que son para que nos lo creamos, pero realmente somos nosotros los que debemos hacerlo. No es necesario gastarse mucho dinero para beber un buen vino español, tenemos vinos maravillosos con precios muy competitivos. Y además en casi todas las regiones de España. Cada zona tiene su personalidad y hay que respetarla".  
 

Mezclas irresistibles
Gemma Vela formó parte (¡con tan solo 23 años!) de aquel grupo de exploradoras que puso en valor el papel de la mujer en el mundo del vino en los años noventa: "Es cierto que hemos ayudado a otras personas a abrir un poquito el camino. El mundo de las mujeres se ha revolucionado en muchos sectores: ahora ocupamos puestos importantes en el vino, en política, en grandes empresas... Eso tiene que ser así, hay que abrir el abanico en todos los sentidos, a cualquier cosa".
Incluida la ecléctica carta de vinos del Mandarin Oriental Ritz, que ella misma crea junto a otros tres sumilleres (son cuatro en el equipo): "Ahora es mucho más amena y cosmopolita. Ritz es clásico, pero es moderno, y más ahora con la reforma que se ha hecho. La nueva gastronomía que se ha introducido nos da la capacidad para jugar con vinos de zonas como Valencia, Alicante, Cádiz… o de pequeñas bodegas que también damos a conocer".  Si por algo apuesta Vela abiertamente, es por esa mezcla infalible entre clasicismo y modernidad, entre experiencia y juventud: "Ahora mismo hay un cóctel muy bueno en el Mandarin Oriental Ritz Madrid. Yo digo que siempre hay que ver el punto moderno de las personas más jóvenes, escucharlas, y también a las que llevan toda la vida en el mundo del vino porque ambas partes se complementan. No hay que quedarse atrás, hay que avanzar".
A ella, la experiencia le ha enseñado a vivir con más calma, a perder la prisa, a alejarse de la vorágine cotidiana para respirar: "Tengo una vida muy divertida, rodeada de muchos amigos del vino, pero ahora me la tomo mucho más tranquilamente. Antes iba a todas las presentaciones, no faltaba a nada… ahora vivo todo con más tranquilidad". Cada vez que puede se escapa de viaje, y nos cuenta que sus próximos destinos serán Irlanda y Escocia: "Me encanta viajar, creo que es muy curioso ver cómo funcionan gastronómicamente los vinos en cada país".
Mientras, en España, se deja sorprender por nuevos vinos desafiantes... y por antiguos titanes: "Ayer abrí un Rioja del año 70 (¡yo ni había nacido!) y no te puedes imaginar la viveza que tenía, era un vino redondo. Esos son los pequeños momentos en los que dices: ¡guau!". Y que jamás perdamos ese asombro.

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