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Primitivo Collantes González

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  • Laura López Altares
  • 2024-09-11 00:00:00

Cuarta generación al frente de Bodegas Primitivo Collantes y 'padre fundador' del imparable 'socairismo' y de Territorio Albariza (junto a otros carismáticos elaboradores), reivindica desde Chiclana un redescubrimiento de la diversidad del Marco mirando a su raíz.


La albariza es esa tierra embrujada que con su luz y su energía magnética prende y revuelve a quienes danzan sobre su pólvora. Nadie sale ileso de su hechizo blanco y calcáreo. Y solo unos pocos elaboradores se han atrevido a contarla de la forma más salvaje, honesta y pura: albariza a quemarropa.
Primitivo Collantes González, el chiclanero audaz, fue uno de los primeros en hacerlo, detonando (de forma involuntaria, reconoce) un movimiento con nombre de revolución: el socairismo (término acuñado por Santi Rivas, por cierto).
"La albariza es el color de la verdad, sobre todo de la verdad de aquí", afirma este elaborador de sonrisa incesante y mente vertiginosa –probablemente una de las más preclaras del mundo del vino–. Su mítico Socaire es una genialidad, sí, pero su verdadera importancia radica en que ha trascendido, convirtiéndose en abanderado de esa otra forma de contar el Marco de Jerez a través de vinos blancos tranquilos –de pasto– sin fortificar que miran a la viña y que llevan dentro el pellizco de la albariza: "Detrás del socairismo hay mucho más... hay una diáspora de vinos elaborados con metodologías parecidas".
Y, aunque no se considera rebelde (sí inconformista, "la palabra que mejor me define"), reconoce cierta irreverencia en la decisión de elaborar estos vinos que desafiaron el statu quo del Marco, redescubriendo pagos y variedades. Y la recuerda cual orgulloso padre de albariza: "Es como cuando tienes un hijo: lo has cuidado, has tenido alegrías y penas y ves cómo evoluciona, hasta dónde llega. Al echar la vista atrás, dices: no me equivoqué, se pudo conseguir, ¡no estoy tan loco como parecía! Y al final la gente entiende lo que uno ha intentado ver antes de tiempo. Yo creo que es bonito anticiparse y poder verlo".
Esa forma visionaria, valiente y tremendamente curiosa de mirar a Jerez y al mundo –"yo no me quiero conformar con ver lo que hay a dos pasos, sino que quiero llegar a dar cuatro pasos"–, compartida con otros elaboradores de la zona como Willy Pérez o Ramiro Ibáñez, desembocó inevitablemente en Territorio Albariza.

En el nombre de la albariza
"En Territorio Albariza nos dimos cuenta de que la elaboración de vinos honestos desde la viña era nexo más que suficiente para que unos cuantos amigos nos uniéramos en una asociación. Por eso, no tenemos más pretensiones que hacer vinos que demuestren la identidad y diversidad de nuestro territorio mientras pasamos un buen rato juntos", reza su carta de principios.
Primitivo Collantes González incide en que "es, por encima de todo, un grupo de amigos con una visión común, hacer las cosas de la mejor manera posible, identificando lo que tenemos cada uno en nuestra zona"; pero también reflexiona sobre el necesario debate que ha desencadenado la asociación: "Ahora se habla de uvas, suelos, ubicaciones (pagos), altura...".
De diversidad, que para él es la clave: "Si hay algo bonito en esta D.O., es la pluralidad que tenemos a todos los niveles. Desde variedades, tipologías de vino... y, te digo más, tipologías de suelo. Se está hablando de lustrillo, de arena, de barro, de albariza. Hay que entender que el Marco es plural. Y no hay suelo malo (hay uno apropiado para cada uva), hay malas decisiones".
Como uno de los principales valedores y recuperadores de las variedades autóctonas ancestrales del Marco, como la Rey –con la que elabora su Tivo–, Collantes lamenta lo mucho que se ha simplificado la zona durante años: "Parece que hemos tenido un corsé durante un tiempo donde solamente había tres variedades. Ahora se está desabrochando ese corsé y se está haciendo todo mucho más divertido, mucho más plural. ¿Por qué? Porque se han admitido algunas otras variedades. Y creo que ahí está la riqueza de una zona también, en la pluralidad del campo: hay que mirar a lo que había antes y darle una nueva interpretación".
Poner el foco en el territorio supone llegar hasta el mismo centro de la albariza, con esa capacidad heroica para retener la humedad y nutrir a las cepas durante los meses más secos: "La albariza es un suelo inteligente; es decir, es capaz de autorregularse. Va ahorrando recursos a lo largo de toda su vida y siempre tiene de dónde abastecerse, algo que aportar: como ese pequeño plan de pensiones, pero visto desde el punto de vista de la vitivinicultura [risas]. Se conforma con poco y aporta muchísimo. Mi abuelo solía decirme que el campo nunca te roba, siempre te da".

Sur extremo
En Chiclana de la Frontera, la zona más desconocida del Marco y también la más meridional, la generosidad y resiliencia de la tierra es incluso más evidente: "Chiclana es la ubicación más al sur de todas las que componen la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry, y la más expuesta a la bahía abierta de Cádiz. Y cuando digo que estamos expuestos es que somos la verdadera y auténtica puerta de entrada de los vientos de Levante y de Poniente. Esos vientos hacen que la uva tenga una maduración más lenta y que los rendimientos de kilos por hectárea sean menores. Y luego está la altura. Nosotros tenemos 96 metros de altitud, cuando la cota media de altura de los viñedos del marco son 45 metros. Si tú sumas la altura, más la frescura que tenemos por la proximidad al mar y los vientos que nos gobiernan, te sale un equilibrio muy bonito para el cultivo", explica Primitivo Collantes González.
Cuarta generación de una estirpe de bodegueros histórica que se remonta al siglo XIX, ha estado ligado desde niño a Bodegas Primitivo Collantes, pero no se incorporó oficialmente al proyecto familiar hasta 2011: "Yo he dado muchas volteretas, y eso me ha hecho salir un poquito de la zona de confort y creo que es interesante". Primitivo estudió Administración de Empresas, y empezó a trabajar en gestión de almacén en la Seat en Cádiz, hasta que se dio cuenta de que no le llenaba, de que necesitaba algo "más impredecible" en su vida.
Justo quedó un puesto libre en la bodega, y su primera función fue atender al público: "Eso me dio una visión de marketing brutal. Yo hablaba sobre un producto que realmente podía defender, pero a mí me generaba una inquietud, yo necesitaba saber más, así que me pegué a los pies del capataz de la bodega y empecé a mirar todos los procesos".

Alimentar la sed
A los dos años, Primitivo ya estaba al frente de la bodega, con un torbellino de planes huracanados: "Mi familia vio que venía con ideas frescas, ideas nuevas, rompiendo la dinámica que hasta ese momento estaba llevando una bodega muy clásica dentro de una Denominación de Origen también muy clásica. Empezamos poquito a poco con el primer blanco, el Viña Matalián: sacamos 4.000 botellas y tuvimos la grandísima suerte de que se vendieron todas".
Un año después, su explosivo y premonitorio Socaire –"Socaire significa ponerse del lado contrario al lado de donde sopla el viento para que no azote tanto"– dio la vuelta a la forma de entender la Palomino Fino (sin fortificar y sin velo de flor, con una crianza de dos años en botas de Jerez) y el Marco, poniendo a Chiclana en el mapa y complementando una gama histórica –y extraordinaria– de generosos: "Hay que sentirse orgulloso de dónde uno pertenece, de dónde viene y adónde va, pero sin miedo de explorar más caminos. No queremos decir que los vinos de pasto sean mejores que los generosos ni mucho menos, no hay que ponerse en ninguna batalla porque no lo es: es una adición".
 Primitivo, que defiende que "el elaborador es solamente un hilo conductor y que el vino jamás debe ser de quien lo elabora, sino de quien lo disfruta", encaja con humildad y mucho humor su papel como padre fundador del socairismo, y nos habla de aquello que lo mueve lejos de la albariza: "Como regiones productoras, me atraen mucho Galicia, que es muy identitaria y ha puesto en valor sus variedades autóctonas, y Canarias, que es vulcanismo y diversidad".
Su privilegiada cabeza, que danza a mil revoluciones, encuentra refugio en sus amigos y su perrita Tana, y resuelve enigmas policiacos para seguir alimentando una curiosidad inextinguible. Inconformista irredento, alegre, certero, rápido, "cabezota" y hedonista, se confiesa "muy Tauro" y dice admirar a "la gente que domina el arte de saber llevar la contraria". Quizá no se haya dado cuenta de que en aquella otra disciplina, tan compleja y fascinante como la viña, también es un maestro.

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