- Laura López Altares
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- 2025-02-06 00:00:00
El singular comunicador que cambió la carrera diplomática para perseguir su gran pasión, contar historias del vino y la gastronomía, 'cocina ideas' desde la agencia CPC Cooking Ideas, escribe en varios medios, da clases... y siempre se guarda un resquicio para la magia.
Su mente ultrainquieta, como de inventor renacentista, y sus exquisitas maneras de dandi distinguen a Javier Fernández Piera con un llamativo halo de viajero en el tiempo: este singular cocinero de ideas iba para diplomático, pero esa curiosidad imparable y las ganas de contar historias –ya lo hacía desde los periódicos del colegio y la universidad, y hoy escribe en medios como Origen o Telva– lo llevaron a tomar las riendas de CPC Cooking Ideas, la pionera agencia de comunicación especializada en vino y gastronomía que fundaron en 1989 Carmen Piera, su madre, y el mítico periodista gastronómico Gonzalo Sol.
"De su herencia he aprendido la importancia de poner a las bodegas en contexto para tratar de enamorar con sus productos, pero también con su historia: nosotros les damos los argumentos para que esos productos emocionen. Creo que el vino español no necesita complejos, sino más ideas que contar. Su futuro está en las emociones que transmita a los consumidores", cuenta.
Como optimista incorregible, defiende que España es la primera potencia mundial en el mundo del vino porque "se están haciendo unos grandísimos vinos, y la inmensa variedad que tenemos es gracias a la formación de unos profesionales que antes no tenían acceso a esa formación. Ahora cada vez hay más formación y mejores vinos, y lo que más me gusta es que el consumidor cada vez está más formado también".
Un giro de guion
Otra de las grandes vocaciones de Javier Fernández Piera es precisamente la docencia, a la que dedica parte de su tiempo: "Imparto clase de cultura del vino en la Universidad Francisco de Vitoria y en Le Cordon Bleu. No es enología: yo lo llamaría enosofía porque son clases de amor al vino".
Este idilio comenzó de una forma bastante curiosa, a través de una misión comercial en Tailandia: "El vino casi fue un plan B para mí. Aunque quería ser periodista porque me apasionaba la comunicación, estudié Derecho y Empresariales, y mi proyección era mucho más internacional. De hecho, estuve opositando a la carrera diplomática y haciendo cursos de comercio exterior. Fue en una beca trabajando en la oficina comercial de España en Tailandia cuando tuve la oportunidad de trabajar más estrechamente con elaboradores españoles que querían presentar sus productos en los mercados asiáticos. En aquel momento, cuando ibas a Asia no te quedabas en un solo país: ibas a Singapur, a Hong Kong y a otros puntos de interés donde el mundo del vino estaba empezando a crecer y por tanto teníamos mucho trabajo con las bodegas", recuerda.
Javier confiesa divertido que a la vuelta de aquella experiencia, ya estando al frente de CPC Cooking Ideas, sintió que le habían picado dos bichos fascinantes: "El veneno del vino que entra en mí y que ya no sale, y la suerte de hacer varios cursos de formación: desde el curso de sumilleres de la Cámara de Comercio de Madrid hasta los cursos del WSET con The Wine Studio en un momento en que The Wine Studio estaba empezando. Esto me permite no solamente formarme y aprender un montón, sino el networking que supone y convertirme en parte del equipo de formación".
En el momento en que aquel adictivo Plan B se convirtió en su destino, Javier se fijó una nueva misión diplomática, la misión definitiva: "Buscar la manera de acercar el vino al consumidor y romper barreras. Me gusta comparar el vino con el arte, sobre todo con el cine. Tú vas a ver una película y sabes si la película te gusta o no te gusta sin tener que haber hecho un curso de cine. Por supuesto, si lo haces, luego vas a ver cómo acompaña la narrativa, mensajes que están un poco ocultos... pero lo divertido es disfrutarlo, como pasa con el vino. Y el vino también necesita una historia, eso es lo que nosotros intentamos desarrollar en la agencia: una historia que sea real, coherente y memorable. Nuestro trabajo principal es ayudar a los elaboradores a encontrar esa historia que emocione, con la que se conecte y que se recuerde".
Atrapar la diferencia
La línea editorial de este buscador de historias impenitente es la sorpresa, salir de la zona de confort para explorar nuevos caminos que rompan con el esquema lógico, "pero siempre con un mensaje coherente": Las 12 horas del vermut, un cocido armonizado con vinos de Château Margaux –Javier es el chancelier de la Commanderie de Bordeaux en Madrid, una especie de embajada vinícola muy exclusiva–, un pícnic urbano o una sesión de mindfulness en una bodega son algunas de sus ideas más curiosas.
"A mí me gusta muchísimo hablar del hecho gastronómico, que empieza en el paisaje, en la siembra, en el faenar de la pesca, en recoger especias del monte o uvas del viñedo. Me encanta porque es donde creo que España tiene además esa diversidad, esa riqueza. Pero el hecho gastronómico termina en una mesa compartiendo: el poder charlar, brindar y compartir para mí es lo máximo", reconoce.
También nos revela su as en la manga para preservar la esencia de esa culminación del hecho gastronómico: "Hemos reducido los grupos en nuestras convocatorias de prensa porque la sensación de exclusividad es más propicia para lanzar los mensajes. No se trata de dar un discurso y que la gente tome nota, se trata de contar una historia que realmente sea interesante y hacerlo cara a cara. Así se entiende mejor, y por eso se transmite mejor al consumidor".
La senda del mago
El Para Javier, el gran reto de cambiar la percepción del consumidor y que conecte de verdad con el mundo del vino pasa por priorizar la experiencia frente a la marca, abriendo espacios en los cuales se hable de vino: "Hay que conseguir que sienta que una botella estaba hecha para él, como cuando en un concierto suena una canción y sientes que el cantante te la está cantando a ti. Si la música puede hacerlo... ¿por qué no el vino?".
El ingrediente más insólito de su sabroso cocinado de ideas para hacer sonar la música es "ese poquito de magia" que añade a las experiencias de CPC Cooking Ideas, a veces metafórica y a veces absolutamente real. Porque entre los talentos y pasiones de Javier Fernández Piera, la magia juega un papel muy especial: "Es un hobby que he tenido desde que era muy pequeñito y me ha acompañado toda la vida. Me ha abierto muchas puertas y me ha enseñado a entender a la gente. Yo tengo mucho que agradecerle a la magia en todo. Le dedico el tiempo que la gente le dedica al pádel, al golf, a pintar... Esta afición a mí me da la vida porque al final con ella sí que consigues no solamente contar historias, sino que además siempre de alguna manera sorprende. No sé si emocionará o no, pero crea unos recuerdos preciosos".
Y este prestidigitador de la comunicación no deja de perseguir la magia –real y metafórica– por todo el mundo: últimamente se ha dejado seducir por los vinos italianos (destaca los nacidos en la volcánica Sicilia), aunque siempre vuelve a Francia y España: "Mis regiones favoritas son Rioja y Burdeos. Cada vez veo más similitudes entre sus vinos, pero no por lo clásicos que son, sino porque los veo larguísimos, infinitos (ya sean los más jóvenes para disfrutar con poco tiempo o los más viejos, que son los que más me gustan). Y también en Burdeos hay nuevos viñadores que me recuerdan a esa nueva Rioja que está surgiendo, esa Rioja de los blancos y las garnachas".
Dice Javier que cuando habla o escribe sobre vino se suele hacer una pregunta: "¿Qué quiero transmitir y cómo lo voy a transmitir? Si consigues entender cómo Jerez es diferente, inmediatamente después te vas a Cava y entiendes por qué es otro de los grandes embajadores de los vinos españoles, como diferencial y único. Y una vez pasas esa fase como winelover de los vinos clásicos y los más extraños, de repente miras hacia otras cosas: yo últimamente lo he pasado muy bien con los vinos blancos y su abanico de sabores y sensaciones, por ejemplo".
En El truco final, de Christopher Nolan, explican que todo truco de magia tiene tres actos: durante "la transformación", el mago toma el objeto común y lo convierte en extraordinario. Tal vez ese sea el secreto de mago de Javier. Pero, en realidad (como apuntan de forma certera en la película), uno no quiere saberlo realmente...