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Vino y nutrición

  • Redacción
  • 2005-01-01 00:00:00

Quizás se ha especulado demasiado sobre el binomio “vino y salud”, que más bien debería ser “vino y nutrición”. No tiene rigor ninguno cantar excelencias sobre el vino sin mayor argumento que el que proporcionan las posturas estereotipadas que se han ido creando a su alrededor, al igual que tampoco valen las posturas inflexibles que menosprecian el vino tan sólo por el hecho de contener alcohol. Desde la comunidad científica se ha intentado dejar muy claro que el vino es un alimento. Según indica M. Carmen de la Torre Boronat, doctora y catedrática del Departamento de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona, “como alimento debe satisfacer unos requisitos, como son la calidad organoléptica, la calidad tecnológica, la buena conservación y el estado higiénico, cualidades que proporcionan la seguridad del producto. Sin embargo, la cuestión indiscutible que convierte el vino en un nutriente es que actúa como vehículo para una serie de biofactores, cuya presencia nadie puede negar”. El consumo moderado de vino y su efecto beneficioso en la salud está avalado por múltiples estudios realizados por los más prestigiosos médicos y expertos nutricionistas internacionales. Cada día existen más evidencias que corroboran los estudios anteriores y se da un paso más. Se puede afirmar que el vino ya no sólo es bueno para prevenir enfermedades de tipo coronario sino de tipo cancerígeno, diabetes o, incluso, de Alzheimer. Lo más importante se centra en que el consumo moderado de vino y una dieta equilibrada, ya sea tinto o blanco (30 gramos por día o su equivalente habitual en volumen), es aconsejable siempre que no existan contradicciones de ningún tipo. ¿Cuándo nace la Maceración Carbónica? Su comienzo fue fruto del azar. Un grupo de investigadores franceses desarrolló este método en 1934 realizando pruebas de conservación de uvas frescas. ¿Por qué aguantan poco los vinos de maceración? En su estilo puro, fermentación sin hollejos, tiene poco color, bajos niveles de acidez y taninos, con lo que adquiere una madurez temprana estimada entre tres meses y un año de vida. ¿Con qué se pueden tomar estos vinos? La falta de taninos y su potente aroma hacen posible enfriarlos sin temor alguno. Por lo tanto, resultan perfectos para tomar en barbacoas: chorizo, morcilla, panceta), arroces, pastas, pizzas, etc...

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