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Abu Nuwas o la exaltación del vino

  • Redacción
  • 2005-10-01 00:00:00

No es la primera vez que viene a esta página el papel del vino entre los árabes y, en esta ocasión, es Abu Nuwas, uno de los mayores poetas árabes, quien lo representa en todo su esplendor. Su vida transcurre entre los años 747 y 817, un periodo de tiempo que coincide con la edificación de la dinastía abbasie que reinaría sobre el mundo árabe y musulmán hasta el siglo XIII. Toda su vida y, sobre todo, su obra no viene a ser sino un canto a la prosperidad de Bagdad, ciudad de las artes y de las ciencias. Y es, sin duda, este ambiente propicio lo que permitió a Nuwas desarrollar una poesía «licenciosa e inmoral» sin tener, en general, mayores problemas con el sultán al-Amin. El vino, la embriaguez, la belleza y el amor carnal son elevados a categoría suprema de la vida humana. «Lloro pero no es por los campamentos abandonados ni porque el amor me atormente y haya renunciado. Lloro a causa de las palabras de nuestro profeta Mahoma… Esas palabras prohíben beber el vino… Ya que lo ha prohibido lloro por el vino. Y después lo bebo bien puro. Sé que por haberlo bebido seré castigado a recibir ochenta azotes en la espalda». El tema báquico y el erotismo alcanzan un vigor y una espontaneidad rara vez alcanzados en la historia. Su desenfado al tratar las bebidas y los temas eróticos se convirtieron desde muy pronto en proverbiales, y Nuwas pasó a convertirse en un personaje novelesco de equívoca conducta (por ejemplo en Las mil y una noches). Todos los que prohíben los placeres terrenales, para él comparables a una exaltación religiosa, quedan ridiculizados por Nuwas: «Oigo decir que los amantes del vino serán castigados. / No existen verdades, pero sí mentiras evidentes. / Si los amantes del vino y del amor van al Infierno, / el Paraíso debe estar vacío.» Sus descripciones están aferradas a la vida porque: «La descripción de las ruinas es la retórica de la antigüedad. / ¡Dedica tus descripciones a la hija de la vid!» una vida que tiene a las tabernas como uno de sus puntales básicos: «Un desgraciado se detuvo a interrogar a unas ruinas y yo hice alto para preguntar por la taberna del país.» Sólo por medio de el «Dawq» (el sabor) el mundo que nos rodea se puede transformar en una suerte de milagro, sobremanera cuando ese Dawq se topa con un: «Vino limpio de tinaja, / Sol de noche negra. / Lágrima en la mejilla, / Vino del paraíso.» Un arte de vivir, el «Mujun», que bien se puede resumir en estos versos suyos: «Alabanzas a Dios. / Nadie sabe de mi alegría. / Mi agua es el vino que bebo, / y mis refrigerios / son los besos. / Apenas tengo tiempo / de cerrar los ojos y adormecerme / al llegar la hora de dormir: / Una nueva grupa / me hace salir de mi sopor.»

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