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¡Puaj, sabe a corcho!

  • Redacción
  • 2003-02-01 00:00:00

El sabor a corcho puede arruinar totalmente el disfrute de la mejor botella de vino. ¿Qué es ese olor?: mohoso como el desván del abuelo, con un regusto como de cartón mojado... sólo puede ser el sabor a corcho. ¿Está el vino estropeado? En el restaurante, intente el siguiente truco, con el que le garantizamos que se ganará el respeto del sumiller. Pida un agua mineral sin gas y diluya con ella el vino de la copa. Después, vuelva a olerlo. Si la impresión desagradable se ha hecho más intensa, se trata efectivamente de sabor a corcho, y puede usted exigir una nueva botella sin ninguna reserva. Si ha desaparecido, el vino sólo necesita algo de aire después de estar encerrado en la botella: pida que lo decanten y airéelo moviéndolo en la copa. Naturalmente, también querrá explicar a los otros comensales por qué algunos vinos saben a corcho. Para ello, tendrá que aprender a decir «tricloroanisol» sin pestañear. El tricloroanisol (o, en forma abreviada, TCA) es el responsable del desaguisado. Esta molécula aparece en la materia prima (la corteza del alcornoque) si no es de primerísima calidad o si se procesa de modo inadecuado. Para evitar el problema, los especialistas recurren a los medios más diversos. El método más radical para eliminarlo es sustituir el corcho por un tapón de rosca o un cierre de plástico. También se inventan constantemente nuevos procedimientos de limpieza para acabar con esta molécula indeseada. Por ejemplo, los científicos franceses la combaten desde hace poco con el llamado dióxido de carbono supercrítico. Nuestro consejo: confíe en su sentido del gusto. Reclame sistemáticamente, siempre que aparezca una botella con este fallo -ya sea en el comercio o en un restaurante-, y ante la menor duda pida otra botella, naturalmente a cuenta de la casa. Sólo así podrá acabarse definitivamente con el problema del sabor a corcho.

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