- Redacción
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- 2001-12-01 00:00:00
Más de 70 referencias al vino constituyen ya un número nada despreciable en una obra; pero lo es aún más si a ello se añade la importante contextualización de dichas referencias. Y éste es el caso de la importancia que desempeña el vino en La Odisea.
Tomaremos, para empezar, un episodio central de esta obra, en cualquiera de los planos en que se le quiera analizar. Es la narración en torno a Polifemo. Y nada mejor que las palabras con las que Ulises ofrece al cíclope el vino: “Toma y bebe este vino, cíclope, una vez que has comido / carnes crudas de hombre. Verás qué bebida guardaba / mi bajel; para ti la traía... / Tal le dije; cogiólo y bebió con deleite salvaje / todo el dulce licor, y pidióme sin pausa otro cuenco”.
Palabras salvajes; descripción impactante; sin concesión alguna a la galería. Separación tajante, clara, abrupta y sin equívocos entre Naturaleza y Cultura. Y ahí, en esta escena, se planta el vino como puente redentor entre estos dos mundos, en principio, sin posible reconciliación.
Porque ese “efluvio de néctar y flor de ambrosía” que es para Polifemo el vino que por tres largas veces, en su locura, apura, hace que “el vino empiece a rondar las entrañas del cíclope” y le lleve a exclamar: “con vino venció mis entrañas”.
Ulises, paradigma de la racionalidad, de la perfecta cordura, de la astucia razonada, logra, a través del vino que el cíclope “despida de sus fauces” las carnes humanas que había ingerido.
Es, pues, el vino un agente que permite restablecer, hasta cierto punto, la armonía entre Naturaleza-Cultura.
Es Ulises, por otra parte, con su vino quien triunfa sobre el cíclope y su salvajismo inherente; porque salvaje es su deleite, salvaje es su comer, y salvaje es su manera de beber sin interrupción.
Tiene, pues, el vino ese carácter bifronte, pues por un lado nos remite a la ebriedad, al mundo natural con toda su carga antisocial y, por otra parte, el vino es el factor que nos restablece al mundo de la cultura, porque, además, ese vino que bebe Polifemo tiene en torno suyo toda una larga e impresionante historia.
Una historia que nos informa tanto de la importancia del vino en la dieta diaria como de los factores técnicos sobre los cuales nos ofrecen datos acerca de su composición y la calidad de los caldos a beber.
Así, el vino que Ulises da a Polifemo tiene una serie de cualidades que exceden a cualquier otra clase vino:
«... doce ánforas, luego, me dio, todas llenas de un vino / generoso y sin mezcla, bebida de dioses. Ninguno de los siervos o siervas que había en el hogar / conocía tal licor; sólo él y su esposa y la fiel despensera. / Cada vez que libaba del vino rojizo con dejos deliciosos de mieles / llenaba una copa y partíala / entre veinte de agua; la mezcla exhalaba un aroma / seductor que era duro dejar de beber. De este vino / un gran odre llena».
Carlos Iglesias