- Redacción
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- 2003-03-01 00:00:00
La uva Syrah es, según los entendidos, una variedad tinta encaramada al “boom” de la fama, de la globalidad, que comparte honores con la Cabernet Sauvignon, la Merlot, la Pinot Noir... Este cepaje arrastra consigo tanta leyenda, tanto misterio en sus orígenes, tanto exotismo, que se puede afirmar que posee una de las historias más interesantes de la viticultura. Su origen más aceptado la sitúa en el medio oriente, en la región de Shiraz o Schiraz, en Persia, desde donde, bajo circunstancias pocos documentadas, habría sido llevada a Europa por los caballeros cruzados. En segundo lugar queda una referencia bastante anterior en términos cronológicos, según la cual dicho traslado se realizó durante la ocupación romana. Así la Syrah habría entrado en el continente europeo a través del puerto siciliano de Siracusa, cultivada allí, y luego llevada al sur de Francia. De acuerdo a esta versión, el nombre del cepaje estaría ligado a Siracusa, con las sinonimias Sirac, Syra, Sirah y Syrac.
Estudios recientes parecen echar por tierra estas versiones. Los trabajos realizados por científicos franceses han demostrado que la Syrah es una uva de origen netamente europea, precisamente del mismo lugar de Francia donde hoy se cultiva. Si esto fuera cierto, el más noble cepaje tinto del sur francés tendría su génesis en el antiguo pueblo galo de Alóbroges, y pertenecería a una familia de vides locales llamadas vitis alóbroges, de características únicas y bien diferentes a las viníferas.
El valle del Ródano es el terreno donde la Syrah ha logrado trascendencia mundial. Allí alcanza su mejor expresión a través de un suelo pedregoso, donde las plantas producen rendimientos moderados. Pero su versión en el nuevo mundo le ha dado nueva fama. Allí, la superioridad es patrimonio de Australia. Los técnicos de este país han logrado potenciar al máximo sus rasgos primarios, imprimiéndole incluso una nueva dimensión al lograr vinos extremadamente concentrados. En ambas regiones da origen a tintos opulentos, vigorosos, con cuerpo, gran cantidad de taninos y materias colorantes, un característico aroma a violeta y cassis, y ligeros toques ahumados, así como una gran capacidad de envejecimiento.
En España, esta variedad poco a poco empieza a hacerse notar en la gama de monovarietales. Hasta no hace mucho, esta uva era empleada como elemento mejorante en los coupages, aportando color, aroma y cuerpo, pero una nueva generación de enólogos ha decidido trabajar con ella en solitario hasta potenciar su singular personalidad. La Syrah está desarrollando ahora sus buenas cualidades en las áridas tierras del sureste español. Como varietal puro ha alcanzado ya un éxito comercial. Está demostrando ser un cepaje con todo lo imprescindible para producir vinos de calidad y de marcada identidad varietal.