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Italia posee 418 regiones vinícolas definidas por ley.
Llevan las siglas IGT, DOC o DOCG, que pueden ser un indicativo de calidad, pero no necesariamente.
Las abreviaturas DOC y DOCG designan en Italia regiones vinícolas claramente definidas, en las que se observan rigurosas regulaciones para cada una de las variedades, el contenido de alcohol y el volumen de cosecha. El modelo para esta reglamentación fue el sistema francés de denominaciones de origen (AOC). Sólo que Italia fue un poco más lejos: además de las “Denominazione di Origine Controllata” (DOC), creó la DOCG, donde la sigla G significa “Garantita”.
Retrospectivamente fue una sabia decisión, pues actualmente existen innumerables vinos con la designación DOC, y esta designación de calidad se otorga a veces con excesiva generosidad. Así, la joven categoría IGT (“Indicatione Geografica Tipica”), que se introdujo para los cada vez más extendidos “vinos de mesa de lujo” y que teóricamente es de rango inferior a la DOC, hoy por hoy inspira más confianza al consumidor.
Los vinos DOCG, por el contrario, como productos del país de calidad superior, disfrutan de una posición de rango elevado. Aunque no se esté de acuerdo con todas las calificaciones, con la designación DOCG siempre se relaciona una cierta garantía de calidad. Pero el verdadero experto se fía menos de un sello DOCG como Chianti o Barolo, y más del buen nombre del productor.