- Redacción
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- 2007-07-01 00:00:00
Decíamos el mes anterior lo asombroso que resulta, aún hoy día, comprobar el esfuerzo que supuso llevar a acabo una obra de las características de la L’Encyclopédie francesa. Y, en concreto, la cantidad de información que sobre los vinos contiene. Casi siempre, al hablar de propiedades o clases de vinos, se utilizan consideraciones relativas a las virtudes del vino para la salud. Así, «los vinos que tienen un olor agradable, que se siente la frambuesa, son más espirituosos que los otros; ayudan a recuperar más prontamente las fuerzas y contribuyen eficazmente a hacer la digestión: son vinos muy convenientes para los viejos». En cuanto a los beneficios generales del vino, se cuentan muchas de sus ventajas que hoy conocemos con certeza, aunque el modo de expresarlas sea un tanto peculiar: «La cualidad propia del vino, cuando se bebe moderadamente, es reparar los espíritus animales, fortalecer el estómago, purificar la sangre, favorecer la transpiración, y ayudar a todas las funciones del cuerpo y del espíritu. Su consistencia, color, olor, gusto, edad, savia, país, hacen que las diferencias en cuanto a sus efectos salutíferos sean notables». Referencias históricas sobre los beneficios del vino tampoco escasean. Se recoge cómo Dioscórides y Avicena, siguiendo a Hipócrates, consideran que es útil para la salud beber alguna vez hasta emborracharse, pues ya incluso los estoicos consideraban la ebriedad como algo necesario cuando de remediar penas y abatimientos y enfermedades del alma se trata. No es poco el espacio que se dedica a los vinos de nuestro país. Y es que «los excelentes vinos que nos envían de España, no solamente son diferentes al resto por su calidad que obtienen del clima, sino por la manera de elaborarlos... Tenemos el vino de Canarias. El vino de malvasía hecho con gruesos racimos redondos, y que se conserva durante tanto tiempo que se le puede transportar a todas las partes del mundo. El vino de Málaga es mucho más graso que el de Canarias. El vino de Alicante, en el reino de Valencia, es rojo, espeso, agradable al gusto y, además, fortifica el estómago». No se descuida el análisis de la calidad de las tierras y su contribución a “la bondad del vino”, tierras abundantes en piedras y arena, hacen que el calor del sol se conserve durante largo tiempo y permita que los nutrientes se distribuyan por todas las partes de la planta. «La salubridad, por ejemplo, de los de Tokai y de Hungría dependen de la sutileza de los nutrientes que las viñas reciben, y también de los componentes etéreos y aeróbicos que se mezclan con su jugo». Un meticuloso y extenso repaso se hace a todo aquello que tiene que ver con la elaboración del vino y sus derivados, así como a todas las posibles enfermedades de la viña y sus remedios. La incipiente química, que por entonces comenzaba, debe ser uno de los factores esenciales a tener en cuenta tanto para elaborar un buen vino como para prevenir daños colaterales.