- Redacción
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- 2017-10-09 11:56:46
El corcho, la mágica piel del alcornoque, ya era conocido y utilizado por los antiguos egipcios y con él griegos y romanos taponaban sus ánforas, pero no fue hasta el siglo XVIII cuando se generalizó su uso como tapón para cerrar las botellas
E l padre del tapón de corcho fue el monje benedictino Dom Pierre Pérignon, tan íntimamente ligado al nacimiento del Champagne. Durante una peregrinación a Compostela, el francés comprendió las cualidades del corcho como cierre hermético al observar su uso en las cantimploras de los peregrinos del Camino de Santiago. El empleo del tapón de corcho para el vino está documentado desde 1690, pero fue al calor de la revolución industrial, en 1825, cuando se ideó el modo de tapar mecánicamente las botellas con corcho coincidiendo con la utilización masiva de botellas de vidrio y el inicio del aprovechamiento industrial del corcho. Fue en ese momento cuando se generalizó el uso del tapón, que sustituía los lacres y petacos de madera rodeados de telas usados hasta entonces.
España es el segundo productor mundial de corcho –tras Portugal– y con él fabrica 3.000 millones de tapones, la mitad de ellos para la exportación. Nuestro país cuenta con el 27% de los alcornoques del mundo distribuidos principalmente en Andalucía, Extremadura y Cataluña. El alcornocal es un bosque bello y fascinante. Un buen ejemplo está en el corazón del Empordà gerundense, donde la ejemplar finca de Fitor ha sido seleccionada por la UE como ejemplo de conservación del Patrimonio Natural Comunitario. Sin salir del Empordà, todo lo relacionado con el corcho y el tapón puede aprenderse en el Institut Català del Suro de Palafrugell. Como por ejemplo que el alcornoque debe haber cumplido 20 años de edad antes de que se le realice el primer descorche, o saca, tras el que se le harán descorches periódicos solo cada nueve años aproximadamente, siempre de forma manual para lograr grandes planchas de corcho, la corteza del árbol, sin dañar su tronco. Pero el alcornoque solo produce el corcho de la mejor calidad, el utilizado para los tapones, a partir del tercer descorche, lo que supone que el árbol tendra entonces cerca de medio siglo o, lo que es lo mismo, una cuarta parte de su existencia, ya que suelen vivir alrededor de 200 años. Es decir, un alcornoque genera corcho apto para tapones unas 13 veces en sus dos siglos de vida.
Extraídas las planchas de corcho, se secarán al sol dos o tres días antes de hervirlas en autoclaves y eliminar impurezas. Entonces el corcho se hincha, adquiere su elasticidad y se lleva a las fábricas de tapones, algunas casi centenarias como la de Manuel Serra en Cassà de la Selva, una empresa de tradición familiar dedicada al mundo del corcho desde 1927.
Hoy, el 70% de los tapones que se utilizan en el planeta son de corcho, el 18% de rosca y el 12% son sintéticos o de siliconas, muy de moda desde su aparición en 1996. El tapón de rosca, o tipo Stelvin, cuya patente se presentó en 1976, es más barato y se utiliza para vinos del año, mientras que el sintético ofrece, aseguran sus fabricantes, la ventaja de ser absolutamente neutro y ajeno a cualquier tipo de contaminación. También existen los de cristal desde la primera década de este siglo y el sistema Helix, presentado en 2013, combinación de tapón de corcho con rosca que favorece el descorche manual.
Dentro de los grandes fabricantes de tapones en el mundo no se puede dejar de mencionar a Diam Bouchage, empresa francesa que produce cada año 1.300 millones de tapones y que el pasado año presentó su revolucionario tapón Origine by Diam, que contiene una emulsión de cera de abejas y un aglomerante compuesto por polioles 100% vegetales. Otro de los grandes de esta industria es Vinventions, que bajo diversas marcas comercializa la práctica totalidad de tipos de tapón existentes en el mercado y es responsable de la teconología PlantCorc, que combina ciencia y naturaleza para ofrecer tapones para vino libres de TCA y de poliuretano y 100% consistentes.