- Laura López Altares
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- 2019-09-02 00:00:00
Siempre sujetos a los designios del clima, siempre en alerta. Los viticultores no dejan de mirar al cielo, en ocasiones implorando una ayuda providencial que proteja sus vides. San Lorenzo, San Vicente o San Martín son algunos de los santos a los que se encomiendan.
Cuando los viticultores miran al cielo, suelen hacerlo en busca de oscuras nubes cargadas de lluvias que aplaquen la sed de las viñas, o anhelando que no golpeen con tanta dureza. Pero, a lo largo de la Historia, también lo han hecho para implorar a dioses y santos una tregua climática. En plena vendimia, repasamos algunos de los principales santos relacionados con el vino y sus curiosas historias, algunas de ellas terribles.
Como la del diácono San Lorenzo, que fue quemado vivo en una parrilla el 10 de agosto del año 258 después de negarse a entregar los tesoros de la Iglesia al emperador de Roma (se dice que entre aquellos se encontraba el Santo Grial, que habría sido escondido en Huesca, su ciudad natal). La tesis doctoral de Juan José Ortiz de Mendívil sobre el papel del santo en la literatura recoge su relación con los viticultores: en la región francesa de Étables, días antes de comenzar la vendimia "se exponía la estatua de San Lorenzo con un racimo en la mano", y le "rezaban para alejar de sus viñas el rayo, la tempestad y el granizo". La tradición del racimo con las primeras uvas se extiende a otros lugares de Europa, entre ellos algunos pueblos de Aragón y Galicia que tienen a San Lorenzo como patrón. Su fiesta coincide con las fugaces y bellas Perseidas, conocidas como lágrimas de San Lorenzo.
Otro santo muy vinculado al mundo del vino es San Vicente de Zaragoza, aunque su festividad (22 de enero) transcurre durante el invierno, mientras las vides duermen. En Los santos y el vino en los refraneros español y francés, María Pilar Tresaco Belío Paremia destaca que "en Francia se venera un santo patrón específico y único de los viticultores, de la vendimia y, por consiguiente, del vino": Saint Vincent. Su patronazgo comenzó en Borgoña, y se extendió al resto del país, a Alemania, Bélgica, Suiza... y España. Según explica María Pilar, "las hipótesis que vinculan al santo con los viticultores son variadas", y en su representación iconográfica, "el santo sostiene generalmente en sus manos un racimo de uvas y una podadera". También señala que "en España no hay un patrón específico de los vendimiadores, y se considera que es el de los agricultores en general"; es decir, san Isidro Labrador (15 de mayo).
San Urbano también es un santo primaveral –25 de mayo– muy unido a la viticultura y especialmente venerado en Alemania, donde invocan su protección contra heladas y tormentas. En los refraneros español y francés, sus referencias "engloban todas las preocupaciones y alegrías a las que aspira o de las que huye, según los casos, el viticultor". Pero la mayoría de festividades ligadas a la viña tienen lugar en otoño. San Mateo Evangelista (21 de septiembre), cuyos festejos coinciden con la vendimia, se celebra con honores de patrón en localidades como Logroño, y es una de las fiestas más multitudinarias de La Rioja.
San Martín de Tours (11 de noviembre) es otro de los santos otoñales del vino más importantes: ya os contábamos en MiVino 242 la leyenda sobre su glotón asno, aquel que por casualidad inventó la poda. También es "el santo que más refranes específicos relacionados con el vino tiene".
San Baco (7 de octubre) y San Dionisio (9 de octubre) son fundamentales para entender la evolución de la pagana fiesta de la vendimia, donde lo divino y lo terrenal se funden: los dioses del vino en la mitología clásica (Dioniso en Grecia y Baco en Roma) se reencarnaron en San Dionisio (Saint Denis), obispo –y patrón– de París al que decapitaron, y San Baco, un importante soldado romano que fue torturado hasta la muerte.