- Laura López Altares
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- 2022-06-28 00:00:00
"Poseía una cualidad luminosa: una combinación de tristeza, resplandor y ansia", escribió Lee Strasberg sobre la estrella más icónica de todos los tiempos: una mujer inteligente y sensible devorada por sus inseguridades.
S olo la salvaje fragilidad que siempre la acompañó es comparable al poder de fascinación que despertó sobre todos aquellos que la hemos contemplado –quizá sin verla– alguna vez desde el otro lado de la pantalla. Marilyn Monroe
–bautizada como Norma Jeane Baker– fue la mujer más adorada del planeta, y probablemente la más triste ("la más triste del mundo", como la dibujó su exmarido, el dramaturgo Arthur Miller, en el guion de Vidas Rebeldes). Su sensual sonrisa escondía un miedo atroz al abandono, a no ser lo suficientemente buena actriz, y una personalidad extremadamente compleja y sensible que nadie supo –o no quiso– comprender.
"Vida: de algún modo, voy en tus dos direcciones. Casi siempre colgada boca abajo, pero fuerte como una telaraña al viento", escribió como poético canto a su naturaleza ambivalente. Marilyn se refugió entre libros y cuadernos para acallar esa soledad que todo lo devoraba –"¡¡¡Sola!!! Estoy sola. Siempre estoy sola, pase lo que pase"–: tenía una impresionante biblioteca con autores como Walt Whitman, James Joyce, Fiodor Dostoievski o Federico García Lorca, y sus textos personales (muchos de ellos, inéditos) se recopilaron hace unos años en Fragmentos. Este libro, construido a través de esbozos de su alma creativa y atormentada, revela una imagen muy desconocida de Marilyn, y también incluye algunas reflexiones de quienes la rodearon: "Para sobrevivir, habría tenido que ser más cínica, o por lo menos estar más cerca de la realidad. En lugar de eso, era una poeta callejera intentando recitar sus versos a una multitud que le hacía jirones en la ropa", sentenció Miller con certera crudeza.
Inmortalizada a través de cientos de fotos en las que su voluptuoso magnetismo casi se podía respirar, pasó a la Historia entre libros, haciendo de su provocativa inocencia bandera... y con una sempiterna copa de champagne en la mano (cuenta la leyenda que incluso una vez llenó la bañera con su bebida favorita). Muchas de sus películas también perpetuaron esa imagen de rubia alegre y chispeante con predilección por las fiestas, entre ellas La tentación vive arriba, donde le decía a su embelesado vecino –interpretado por Tom Ewell–: "Eh, ¿alguna vez has mojado una patata frita en champagne? ¡Es una verdadera locura!".
Hace exactamente 10 años, en el 50º aniversario de su misteriosa muerte, la casa familiar francesa JM. Gobillard & Fils lanzó en su honor el exclusivo Champagne Selected Cuvée Marilyn Monroe Premier Cru Brut, elaborado con Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier. Aunque no es el único vino que lleva su nombre...
Una bodega californiana, Marilyn Wines, rinde homenaje a la carismática actriz desde sus llamativas etiquetas, ilustradas con fotos de Marilyn en diferentes momentos de su vida: Marilyn Merlot, Norma Jeane, Marilyn Monroe Chardonnay, Marilyn Cabernet Sauvignon, Blonde de Noirs...
"Puedo sentir la necesidad de relajarme con unas copas de Jerez. Me ponen de pronto alegre y simpática con las cosas y la gente a mi alrededor", garabateó la mujer más deseada de Hollywood. Y de pronto recordamos aquella poderosa imagen en la que jugueteaba con una copa de vino en una cena junto a Simone Signoret, Yves Montand y Arthur Miller.
En La fuerza de un destino, donde Martí Gironell relata la vida de película de Jean Leon –nacido en Santander como Ceferino Carrión, triunfó en Hollywood con su restaurante La Scala, en Beverly Hills, donde se convirtió en el anfitrión de las estrellas–, Marilyn protagoniza un episodio muy revelador: "–Te llamaba para decirte: 'Esta noche no iré a cenar. Estoy algo cansada. ¿Podrías llevarme la comida a casa, por favor?' –Por supuesto, cuenta con ello. ¿Unos fettuccine y un rosado?". Leon creó los Fettuccine Marilyn en su honor, que por cierto también eran los favoritos del presidente John Fitzgerald Kennedy...
Y hablando de conspiraciones, Gironell también recrea la última noche de Marilyn: se dice que Leon le llevó unos fettuccine para cenar y que Robert Kennedy, fiscal general de los Estados Unidos, hermano del presidente y amante de Marilyn, estaba allí. En el documental 3055 Jean Leon, dirigido por Agustí Vila, el hijo de Leon, Jean, habla sobre aquella fatídica madrugada de agosto: cuenta que pudo estar sola o quizá acompañada, y que no se sabe si cenó en casa o en la mesa 14 de La Scala. La única certeza es que pidió sus fettuccine... aunque según el informe de su autopsia es muy probable que ni siquiera los probase.
Horas más tarde, los barbitúricos, envenenados aliados de Marilyn en la lucha contra el insomnio y sus insaciables demonios, apagarían su estela en aquella casa de Brentwood con una suerte de maldición tatuada en la entrada: Cursum Perficio. Final del camino.
Un oscuro misterio
La muerte de Marilyn aquel 5 de agosto de 1962 todavía es un enigma. Santiago Camacho afirma en 'Días extraños' que "las pruebas son tan demoledoras que hay que descartar por completo el posible suicidio o la muerte accidental".