- Diana Fuego
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- 2022-12-06 00:00:00
¿Qué variedades se cultivaban en los viñedos riojanos en 1922?, ¿cómo eran aquellos revolucionarios vinos? Con ayuda de sus centenarios protagonistas, hemos reconstruido el emocionante puzle con pellizcos de historia.
Esa Rioja tan compleja y fascinante que guarda tres riojas dentro tiene una de las historias más novelescas del mundo del vino: reescrita tras el mordisco de una plaga devastadora –la de la filoxera– y una valiente revolución que revalorizó los vinos de la región, ha despertado nuestra curiosidad como ninguna otra y nos ha impulsado a realizar una labor de arqueología vitivinícola. "¿Cómo eran los vinos de Rioja hace 100 años?", nos preguntamos. Y la respuesta nos ha llegado a través de sus centenarios protagonistas, quienes nos han ayudado a reconstruir el emocionante puzle con pellizcos de historia.
Pablo Franco, director técnico y de control de la D.O.Ca. Rioja, afirma que "lo que podemos intuir sobre aquellos vinos de hace 100 años es que poseían un estilo totalmente distinto al que hoy vivimos". Y aporta una pista irrefutable: "Si nos apoyamos en vinos de La Rioja que hemos tenido ocasión de probar con 60 y 80 años, seguro que estaremos muy cerca en sensaciones. Estos vinos destacan por ser unas elaboraciones más intuitivas, con menos intervención, que quizá muestran una menor regularidad cualitativa entre ellos. Vinos que, sin duda, mostraban un color con menor extracción, pero muy vivos por un pH muy bajo, alejado del actual. Vinos marcados por esa acidez que, unida a que encontraban el equilibrio madurativo en una graduación alcohólica más baja, los hacía ser muy fluidos y de sensaciones frescas, con taninos bien marcados".
La directora técnica de Bodegas Bilbaínas, Mayte Calvo de la Banda, también destaca esa marcada acidez, "una de la claves de por qué hoy en día podemos disfrutar de vinos de añadas antiguas con esa viveza y longevidad. A principios del siglo XX eran vinos finos, de poco color, buena acidez y con una larga crianza en barrica. Ahora son más afrutados, con más presencia del carácter varietal, con una barrica bien integrada, pero nunca predominante". Además, nos ha guiado hasta aquellas viñas de los locos años veinte, que se cultivaban en vaso y de manera manual (con el apoyo de tracción animal para las tareas de arado): "El trabajo en la viña se desarrollaba desde primera hora de la mañana hasta que oscurecía. Por eso, en todos nuestros viñedos, había (y aún hoy las mantenemos) casetas: lugares de refugio donde la gente del campo podía resguardarse, comer y guardar los aperos. En nuestros viñedos, estaban las variedades riojanas más importantes en la época: Tempranillo, Graciano, Garnacha, Mazuelo, Viura y Malvasía".
Francisco Hurtado de Amézaga, director general técnico y de producción de Marqués de Riscal, nos aporta nuevos e interesantes datos históricos: "Las zonas de producción eran mucho más limitadas entonces, y los vinos elaborados bajo el sistema bordelés, con crianza en barricas de roble, estaban preparados para una supervivencia mucho mayor. Las dos primeras décadas del siglo XX están marcadas por vinos elaborados con uvas procedentes de viñas jóvenes, lo cual traía como consecuencia un menor grado alcohólico y un más corto envejecimiento. Es a partir de la década de los veinte cuando los vinos empiezan a desarrollar mejores condiciones de envejecimiento –son más tánicos, aromáticos y finos–, produciéndose magníficas cosechas".
La Finca Ygay ha sido el hilo conductor de los vinos de Marqués de Murrieta desde sus orígenes, y Beatriz García del Pino, brand ambassador de la bodega, nos explica su evolución en el tiempo: "Aunque la vendimia sigue siendo manual, las nuevas tecnologías implantadas en el viñedo nos permiten aplicar medidas preventivas en lugar de paliativas. Los vinos han evolucionado de la misma manera que lo ha hecho el viñedo. A comienzos de siglo XX, los vinos de Marqués de Murrieta se caracterizaban por largas crianzas: ¡Castillo Ygay Reserva Especial 1925 fue embotellado en 1964! Hemos pasado de 40 años a 40 meses. Y no solo se han reducido los tiempos de crianza, sino que los procesos de elaboración, aun siendo en esencia iguales, son mucho más precisos".
Terminamos nuestro viaje al pasado en Bodegas Riojanas, donde destacan la llegada de productores franceses a La Rioja tras la filoxera: "Traen el método de elaboración bordelesa, que incluye el envejecimiento de los vinos aportándoles aromas, más sabor y mayor tiempo de consumo". Y, también, nos dan curiosas pinceladas sobre sus características: "En los años veinte había dos tipos de vino: los graneles, afrutados y más toscos; y los embotellados, con una acidez alta, lo que les da el potencial de conservación y largas crianzas. Se utilizan uvas de distintas zonas de Rioja para elaborarlos: Rioja Alta aporta la acidez, Roja Alavesa la estructura y el cuerpo, y Rioja Oriental la graduación. En aquellos tiempos, los vinos se valoraban por su acidez, y ahora se valoran por infinidad de matices".
Frente a las plagas
Como apunta Francisco Hurtado de Amézaga, en la década de los veinte los tratamientos anticriptogámicos estaban compuestos por azufre en polvo y sulfato de cobre. Los insecticidas, herbicidas y demás pesticidas no se habían inventado.