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Poe y sus vinos tenebrosos

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  • Diana Fuego, Foto: Laura Chouette / Unsplash
  • 2023-08-30 00:00:00

El escritor estadounidense, maestro del terror y poeta maldito, firmó algunos de los relatos más inquietantes de la literatura, algunos de ellos salpicados por tragos apocalípticos o un misterioso amontillado...


Fascinado por el lado más siniestro de la vida, Edgar Allan Poe inmortalizó los terrores más profundos del ser humano movido por un arrebatado impulso poético. Su atormentada existencia, salpicada de miedos, delirios e infortunios, funcionó como incombustible motor de su perturbadora pluma, que inspiraría años después a escritores como H.P. Lovecraft, Oscar Wilde, Charles Baudelaire, Victor Hugo o Dostoyevski.
Maestro maldito del terror y pionero del género policiaco y la literatura fantástica, fue un cuentista brillante que se adentró en las oscuridades del alma y el mundo alumbrado (quizá) por pasiones menos lúgubres, como los gatos o el buen vino, presentes en algunos de sus relatos más memorables. "A la muerte se le toma de frente con valor y después se le invita a una copa", escribió el tenebroso autor con su afilado humor negro.
¿De amontillado, tal vez? Porque este "fino que se abandona", como lo define poéticamente Manuel López Alexandre –presidente del Aula del Vino de Córdoba– en el libro El amontillado: Tesoro de las bodegas de Montilla-Moriles, protagoniza uno de los cuentos más inolvidables y claustrofóbicos de Poe. El barril de amontillado (1846) narra una siniestra venganza donde el amontillado se convierte en el cebo con el que Montresor tienta a su amigo (y archienemigo a la par) Fortunato para atraerle hasta sus "terriblemente húmedas" bodegas, en las catacumbas de su palazzo.
"Aquel Fortunato tenía un punto débil (...). Se enorgullecía siempre de ser un entendido en vinos. Pocos italianos tienen el verdadero talento de los catadores. En la mayoría, su entusiasmo se adapta con frecuencia a lo que el tiempo y la ocasión requieren, con objeto de dedicarse a engañar a los millionaires ingleses y austriacos. En pintura y piedras preciosas, Fortunato, como todos sus compatriotas, era un verdadero charlatán; pero en cuanto a vinos añejos, era sincero". Así nos presenta Montresor al causante de "mil injurias" y objeto de su venganza. "Luchesi no sabe distinguir el jerez del amontillado", afirma el pobre incauto mientras cae en la seductora y mortífera trampa del narrador. Lo que nos lleva a pensar que el propio Poe sí que los distinguía. Como bien apunta López Alexandre, "cabe considerar también que, sin duda, Allan Poe había disfrutado un buen amontillado en alguna ciudad europea, probablemente en Londres". O quizá en la Costa Este.
Se atreve, incluso, a adivinar la procedencia de aquel amontillado: "Que sepamos Bodegas Alvear exportaba vinos a Inglaterra a mediados del siglo XVIII, por lo que es más que probable que el amontillado que tanto gustó a Poe fuese montillano". El amontillado más famoso de la literatura gótica despertó tanta curiosidad que cuenta con distintas referencias en la televisión, el cine y la música. De hecho, Lou Reed, quien entendía a la perfección los paseos por el lado salvaje del escritor romántico, le homenajeó en un álbum, The Raven, donde los actores Steve Buscemi (como Fortunato) y William Dafoe (como el propio Poe) pusieron inquietante voz al vino en The Cask: "Todo lo que quiero es este barril mítico / La barrica de amontillado". Para Reed, el lenguaje fascinante de Poe "es perfecto para el ritmo del rock". Y del vino.
Además del amontillado, en aquel cuentillo histórico danzaban entre salitre un "Medoc" y un "Grave". Y, desde luego, no son las únicas referencias sobre vino que aparecen en su obra. Años atrás, Poe ya había explorado la distinción entre jerez y amontillado en Como un león: "Se refirió al Latour y al Markbrünen; al Espumoso y al Chambertin; al Richebourg y al Saint George; al Haubrion, al Leonville, y al Medoc; al Barac y al Preignac; al Grave y al Saint Peray. Movió la cabeza al hablar del Clos de Vougeot, y ya, cerrándosele los ojos, estableció la diferencia entre el Jerez y el Amontillado".
En la primera versión de Bon-Bon, describía el interior del café que da nombre al cuento y su carta de vinos con alguna licencia ortográfica y diablo mediante: "Allí Mousseux, Chambertin, St. George, Richbourg [Richebourg], Bordeaux, Margaux, Haubrion, Leonville [Leoville], Medoc, Sauterne [Sauternes], Barac, Preignac, Grave [Graves], Lafitte y St. Peray compitieron con muchos otros nombres de menor celebridad por el honor de ser bebidos".
El legendario Château Margaux tiene un peculiar papel en la detectivesca historia Thou Art the Man, e incluso el vino emerge voluptuoso en mitad de la plaga más apocalíptica de la humanidad: la macabra peste de La máscara de la Muerte Roja. "El príncipe había provisto aquella morada de todos los medios de placer. Había bufones, improvisadores, danzarines, músicos, hermosura en todas sus formas, y había también vino. Dentro, había todas estas bellas cosas, y además, seguridad. Fuera, la 'Muerte Roja".


Brindis lúgubre
Es probable que Edgar Allan Poe sonriese al descubrir que cada 19 de enero –la fecha de nacimiento del escritor–, una misteriosa figura vestida de negro hace un brindis con amontillado junto a su tumba lanzando sobre ella tres rosas rojas.  


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