- Laura López Altares
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- 2024-12-16 00:00:00
La extraña y maravillosa familia de vinos que conquistó el mundo en otros tiempos tiene en común su raíz portuaria: como el legendario fondillón, que fascinó a personajes tan poderosos como Casanova o el Rey Sol.
Entre el bullicio, la sal pegadiza y los cantos de sirena, un olor inconfundible sobresalía por encima de todos los demás en el puerto histórico del vino más mediterráneo de España: "El olor fuerte en toda la ciudad del recio, espeso mosto; el olor en todas las casa del campo. El olor en toda la tierra alicantina".
Azorín, el genio "rebelde de sí mismo", escribió algunas de las descripciones más evocadoras sobre el vino de la literatura española –él que lo había vivido desde su raíz, en Monóvar– y probablemente una de las mejores que hemos leído sobre ese fondillón que tanto inspiró a marinos y artistas. Otro ilustre vecino de Monóvar, Rafa Poveda, enólogo y responsable de desarrollo de productos en MGWinesgroup y prolífico escritor del vino, dedicó al fundador de la Generación del 98 uno de sus exquisitos Sorbos de fondillón –los publica en el diario Información de Alicante desde 2018–, al igual que hizo con el Rey Sol, que momentos antes de morir pidió dos bizcochos mojados en vino de Alicante: "Luis XIV cuando muere es el rey del mundo, y no pide champagne ni vino de Borgoña, ¡pide fondillón y eso es un hito importantísimo!". Aunque recuerda que, en la mar, el legendario fondillón siempre fue de la mano del vino de Alicante, "el vino del año masivo que bebía el pueblo llano, se exportaba a todo el mundo y servía para mejorar. Pero si tú ese vino tinto, ligeramente dulce y alcohólico, lo guardabas en una barrica unos años, ¿qué le pasaba? Que se oxidaba y se convertía en fondillón. Entonces, en el puerto siempre había un poco de fondillón y mucho del vino de Alicante normal".
Durante los siglos XVII y XVIII –sobre todo en el XVIII–, el gran protagonista de la difusión del vino fue ese mítico puerto de Alicante: "La única vía de venta y exportación que existía entonces era el puerto, clave y vital para que el vino de Alicante llegara a todas partes". Cuenta Rafa Poveda que, a principios del XVII, se instalaron en Alicante muchas familias de comerciantes de origen francés (aunque también había ingleses, escoceses, irlandeses, algún alemán y también algún norteamericano) que influyeron de forma decisiva sobre la vida en el puerto: "Esta clase nueva, que suelen ser burgueses ricos, grandes negociantes, establecen una especie de élite empresarial y generan también esa idea del puerto franco. Es decir, el puerto es el centro vital de la economía y alrededor del puerto se crean todas las instituciones. Ellos favorecieron su ampliación y mejora, la construcción de nuevas escolleras, los pantalanes nuevos... para que los barcos que venían de toda Europa y América a cargar vino pudieran hacerlo de una manera fácil y rápida. ¿Y qué se ve en los pantalanes, alrededor de toda la bocana del puerto y en tierra? Barricas, bocoyes, toneles y pipas de vino que están ahí esperando para ser cargados o que han sido descargados. ¿Y cómo es la fachada marítima? Son casas señoriales de estilo francés –porque la mayoría de los comerciantes eran franceses– construidas con la gran riqueza y los grandes beneficios que produce la exportación de vino por el puerto de Alicante. Y entonces es una foto perfecta, ¿no? Se ve alguna mercancía diferente, pero el 90% de lo que se ve son toneles y barricas de vino. Y pipas".
Entre los países a los que más exportaba Alicante estaban Francia e Inglaterra –"en función de con quién estuviéramos guerreando en ese momento"–, pero también los puertos del norte de Europa como Hamburgo, Rostock o los escandinavos: "A los importadores extranjeros les encantaba el vino-medicina, el vino-milagro que salía del puerto de Alicante. Como ellos tenían poco vino, compraban bastantes de Alicante, que era muy oscuros, con bastante alcohol y mucha densidad, y los mezclaban con vinos ligeritos para hacer claretes al estilo de Burdeos", comenta el carismático enólogo de MGWinesgroup.
Otra curiosidad es que, al haber tantos comerciantes franceses asentados en Alicante, cuando la filoxera destruyó los viñedos de Francia, hicieron negocio vendiéndoles el vino al triple o al cuádruple del precio habitual: "Se enriquecieron muchísimo. Tanto que Figueras Pacheco, que es una figura importantísima de la historia de Alicante, dice que si este negocio se hubiera prolongado mucho en el tiempo, hubiéramos forrado la esplanada de España en Alicante de doblones de oro. De hecho, esas grandes mansiones que tenemos hoy en día en la ciudad de Alicante y esas villas de recreo fastuosas vienen de la riqueza del vino. O sea, la exportación de vino fue el gran motor de la riqueza alicantina. Y el puerto era imprescindible. Canarias, Jerez, Oporto, Madeira, Alicante, Málaga... Si lo piensas, los vinos más relevantes de aquellos tiempos son una gran familia de vinos diferente a los vinos normales. Pero todos tienen una conexión: es el puerto".