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Francis Ford Coppola y el vino

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  • Laura López Altares
  • 2025-03-27 00:00:00

El mítico cineasta considera el vino como "un romance, una historia, un drama"; y no solo le reservó un papel simbólico en una de las mejores trilogías de la historia, también lo elabora en su propia bodega californiana.


Una evocadora y nostálgica melodía, posiblemente de las más prodigiosas de la historia del cine, n0s introduce en la mítica primera escena de El Padrino presentándonos a Don Vito Corleone a través de un Marlon Brando descomunal. Actor y personaje devoran la pantalla hasta su último fotograma, ese que llega justo después de que se despida, sin saberlo, de su hijo Michael (Al Pacino): "Ahora me gusta el vino más que nunca. Y estoy bebiendo demasiado", le dice. "Te sienta bien, papá".

Esta obra maestra de Francis Ford Coppola, narrada en tres actos y considerada como una de las mejores películas de todos los tiempos, reserva un papel fundamental a la comida y al vino, que acompañan a la familia Corleone en sus momentos más festivos, y también en los más sanguinarios (como la ejecución de Sollozzo y McCluskey frente a una botella de vino).
"Ya sean comidas familiares con platos de pasta, lasaña o pollo a la cazadora, mesas preparadas para banquetes suntuosos o sencillas bandejas de embutidos, pan, queso y fruta para compartir (y siempre con vino para pasarlo todo), las películas de El Padrino fueron cruciales para mostrar la cocina italiana como acogedora, abundante e ideal para compartir", escribe Liliana Battle en el prólogo de El libro de cocina de la familia Corleone, donde define la legendaria trilogía como "un estudio evocador e icónico sobre los italianos y la cultura italoamericana".
Las raíces sicilianas de los Corleone se deslizan, mezcladas con su sueño americano, en platos tan cinematográficos como la italoamericana salsa de tomate con albóndigas para espaguetis que Clemenza enseña a preparar a Michael en el fragor de la venganza por el intento de asesinato de Don Vito: "Ven aquí con Clemenza, aprende algo. Quién sabe si algún día tendrás que guisar para veinte. Fíjate. Primero echas un poco de aceite de buena calidad. Luego fríes un ajo y después echas bastante tomate y lo rehogas todo procurando que no se agarre. Echas luego tus salchichas y tus albóndigas. Y añades vino y un poco de azúcar. Es mi truco".
 Precisamente, en la primera aparición del entrañable caporegime, durante la boda de Connie Corleone, las jarras de vino vuelan: "¡Eh, Paulie, dame más vino! ¡Paulie, trae más vino!", dice Clemenza entre jadeos después de un animadísimo baile.
El vino, con su enorme poder símbolico, danza escena tras escena, incluso con nombre y apellidos: como el Ruffino Bardolino –la D.O.C. italiana nace en la pintoresca localidad que le da nombre, situada en la orilla veronesa del Lago de Garda, en la región del Véneto– que se cuela en la pantalla durante la comunión de Anthony Corleone (El Padrino II), cómplice de ese brindis festivo al ritmo de la expresión italiana cent'anni: "Significa el deseo de vivir felizmente cien años toda la familia", explica una suspicaz Connie.
También reina el vino en el Bar Vitelli, donde un jovencísimo Michael Corleone pidió la mano de Apollonia tras un flechazo fulminante –"En Sicilia, las mujeres son más peligrosas que las escopetas", le advierten– mientras el tema de amor de Nino Rota se alzaba como la banda sonora universal de todos los amores contrariados.
En este pequeño restaurante del pueblo siciliano de Savoca, los platos todavía llevan el nombre de los personajes de la magistral trilogía basada en los libros de Mario Puzo. Y cuentan que, durante el rodaje, Coppola y otros miembros del equipo se aficionaron a la granita de limón –un postre muy típico en Sicilia–, elaborada con vino de la I.G.P. Zibibbo  (sinónimo de la Moscatel de Alejandría) Terre Siciliane.
Para el mítico cineasta, "el vino es mucho más que una bebida. Es un romance, una historia, un drama, todas esas cosas que básicamente son un espectáculo".
Su amor por la bebida más teatral lo llevó a comprar en 1975 Inglenook, la histórica bodega del Valle de Napa, y en 2006 Chateau Souverain en Sonoma, donde ha creado un "paraíso vinícola": la emblemática Francis Ford Coppola Winery (aunque vendió una parte para financiar su última película, Megalópolis).
En una curiosa entrevista con Kevin McCarthy en FOX 5's Good Day DC, el polifacético director y elaborador reveló cuáles de sus vinos "armonizan mejor" con sus personajes más icónicos: "Don Corleone-Brando bebería Rosso & Bianco porque es el tipo de vino que bebía mi padrino. Don Corleone-De Niro creo que bebería Bianco. Y Sonny Corleone [el eterno tiroteado James Caan], Black Label Claret. Willard [al que dio vida un atormentado Martin Sheen], de Apocalypse Now, es muy complejo, bebería Archimedes. Harry [lo interpretó un magistral Gene Hackman], de La conversación, bebería Director's Cut, mi favorito".
Sobre el Drácula inmortalizado por el magnético Gary Oldman no hace falta preguntar, ya lo dice él mismo: "Yo no bebo... vino".