- Redacción
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- 2013-02-01 09:00:00
Capítulo 10: La filoxera, las guerras mundiales, la ley seca, la crisis económica: en las primeras décadas del siglo XX, la vinicultura está por los suelos a nivel mundial. Francia reacciona con un
control estatal y sienta las reglas básicas de la moderna protección de la denominación de origen.
Titulaba el diario francés Le Figaro el 12 de junio de 2012: “Han sido detenidos seis ejecutivos de la casa comercial borgoñona Laboré-Roi. Se les acusa de falsificación de vinos, en un volumen que podría alcanzar los dos millones de botellas”. Según los acusados, la culpa era del sistema informático, que confundió las añadas, mezclado vinos de procedencias diferentes y se imprimieron medallas en las etiquetas equivocadamente. Los primeros en sospechar fueron los gendarmes y la Direction Générale de la Concurrence, de la Consommation et de la Répression des Fraudes, la oficina francesa destinada a evitar tales delitos, al descubrir incongruencias en las declaraciones de volumen de cosecha y las de ventas. El mundillo del vino en Borgoña habla de una debacle que destrozará su imagen y que podría traer consigo consecuencias tan nefastas como el escándalo del vino de Burdeos en los años setenta o el escándalo de la casa comercial borgoñona Bouchard Père et Fils a finales de los ochenta, que acarreó la pérdida de la marca para la familia. Contemplado con serenidad, el asunto no es más que la demostración de que el control del vino funciona y, con él, también el sistema de la Denominación de Origen Controlada; así, los consumidores están adecuadamente protegidos de las malas prácticas.
¿Cómo se ha llegado a este punto? Recapitulemos brevemente: a finales del siglo XV, el emperador romano germánico Maximiliano I inventa la Ley del Vino. Los franceses reaccionan 400 años después con la primera definición legal del vino (el vino es el producto de las uvas fermentadas o del zumo de uva fermentado). Algunos pueblos de Côte du Rhône garantizan en el siglo XVIII la procedencia de sus vinos y el marqués de Pombal delimita, más o menos al mismo tiempo, los viñedos de calidad del valle del Alto Douro. Pero los adulteradores siguen adulterando alegremente. La ley es buena, pero el control es mejor. La Policía puede detener a los malhechores, pero ¿quién está capacitado y tiene los medios para desenmascarar a los falsificadores?
En la segunda mitad del siglo XIX, los agricultores y vinicultores se organizan en toda Europa. Se fundan las primeras uniones y cooperativas. Hacia el cambio de siglo surgen las primeras asociaciones de vinicultores. Pero en un Estado moderno, solo este Estado puede poner a disposición los medios para instaurar una protección de la Denominación de Origen. Siguiendo a la ley de estado de excepción de 1907, cuya finalidad era poner fin a las revueltas de vinicultores en el Languedoc, el Gobierno francés aprueba otras reglamentaciones, entre ellas la Déclaration de Récolte et des Stocks obligatoria en el Ayuntamiento de cada comarca, una declaración sobre la cosecha y el volumen almacenado (la cual, precisamente, ha hecho posible descubrir el escándalo que comentábamos al principio), y crea el órgano de control necesario, la Répression des Fraudes. Este primer proyecto de ley se completará varias veces a lo largo de los 20 años posteriores.
Se consideran pioneros de la AOC (Appellation d’Origine Contrôlée, denominación de origen controlada) el barón Le Roy, vinicultor y jurista, de Châteauneuf-du-Pape, y el ministro de Agricultura bordelés y diputado de la Gironda Joseph Capus, que celebran en 1936 las primeras cuatro denominaciones de origen oficiales controladas y protegidas por el Estado: la región de Cognac y los pueblos de Arbois en el Jura, Châteauneuf-du-Pape, Tavel y Cassis en el sur de Francia.
El Parlamento francés autoriza la creación de asociaciones de vinicultores.
La región vinícola de Tavel funda una asociación de vinicultores, con el fin de “garantizar la autenticidad de los vinos de Tavel, informar al consumidor sobre la cantidad producida y evitar con todos los medios posibles cualquier mala práctica”.
El Gobierno francés decreta obligatoria la declaración de la cosecha y del volumen almacenado y crea el órgano de control Répression des Fraudes.
Una ley del derecho público permite la delimitación de una zona de producción.
También por ley se reconocen los métodos de cultivo y bodega locales como parte de la reglamentación de las denominaciones de origen: los usos locales, leales y constantes, “usages locaux, loyaux et constants”.
Joseph Capus y el barón Le Roy crean las bases legales para el Comité National des Appellations d’Origine des Vins et des Eaux-de-Vie, actualmente el Instituto Nacional para la Denominación de Origen de los Vinos y Bebidas Alcohólicas.
Cognac, Arbois, Châteauneuf-du-Pape, Tavel y Cassis son los primeros en recibir la concesión de Denominación de Origen Protegida y controlada por el Estado.
>> En el próximo capítulo:
Por qué la cantidad y la calidad suelen ir por caminos distintos en la historia del vino... pero la cantidad escasa no siempre es la mejor.