- Redacción
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- 2013-06-30 14:43:02
Capítulo 13: Hacia 1865 aparece en el sur de Francia y Burdeos un nuevo parásito que se extiende rápidamente por los viñedos del mundo. A día de hoy sigue sin haber modo de combatirlo.
En el año 1863, J.O. Westwood, catedrático de Entomología de la Universidad de Oxford, abre un paquete de muestras de plantas que contiene algunas hojas de vid con excrecencias en forma de agallas. En una de ellas, el investigador encuentra un minúsculo insecto desconocido. Westwood anota algunas observaciones y se olvida del asunto: los insectos desconocidos son legión.
Casi al mismo tiempo, en un majuelo de Pujaut en Tavel (Côtes du Rhône) mueren algunas vides. Padecen una enfermedad de la vid desconocida hasta entonces. Pero a esto tampoco le da importancia nadie. Cuatro años después, el administrador de una bodega junto a Arles envía una carta al presidente del comité regional de agricultura. En ella afirma que desde hace dos años se están muriendo cepas en sus viñas sin que haya podido averiguar la causa. Pasan meses antes de que reaccionen las instancias regionales. Finalmente confían a Henri Marès la investigación del problema. Marès, aclamado inventor del método para combatir el verdadero mildiú con una solución sulfurosa, se traslada al viñedo afectado en Carpentras, anota los síntomas sin llegar al fondo de la causa y minimiza la importancia del fenómeno. En julio de 1868 se forma una segunda comisión. Consta de Jules-Émile Planchon, profesor de la Escuela de Farmacia de Montpellier, el agrónomo Gaston Bazille y el jardinero Félix Sahut. En un viñedo del vinicultor llamado De Langloy en Saint-Martin du Crau (región de Saint-Remy de Provence), los tres expertos arrancan una de las vides afectadas. Sospechan que puede tratarse de hongos y se disponen a buscarlos, lupa en mano. Pero no encuentran ningún hongo, sino un pequeño piojo de color amarillento pegado a la madera y chupando la savia. ¿Un piojo? Uno no, son miles de piojos en diversas fases de su desarrollo. Están por todas partes, tanto en las raíces más profundas como en las superficiales. Tras algunos debates, la plaga se bautiza como Phylloxera vastatrix.
Entre tanto, también el inglés Westwood ha retomado sus investigaciones, ha descubierto el insecto y le ha puesto por nombre Peritymba vitisana. Según él, el nombre de Phylloxera no es adecuado porque el insecto se halla tanto en las raíces como en las hojas, y Phylloxera hace referencia solo a las últimas. Planchon le responde en 1874: “Observando el desarrollo de una ninfa, veo eclosionar un elegante insecto con cuatro alas transparentes. Con ello, resulta evidente que el insecto bautizado como Rhizaphis (“el que vive en las raíces”) es una Phylloxera.” Pero se olvida de mencionar que el primero en identificar la filoxera en Europa fue el entomólogo parisino Signoret, a quien el propio Planchon, farmacéutico y botánico que entendía muy poco de insectos, le envió algunos ejemplares para que los analizara. Y tampoco comenta que no fue él, Planchon, el que descubrió la forma alada del insecto, sino el veterinario Pierre Boiteau de Villegouge en Burdeos, que recibió por ello la Medalla de Oro del Ministerio de Agricultura francés.
Mientras los vanidosos científicos discuten sobre el nombre más adecuado, disienten acerca del ciclo vital del piojo y se pelean por quién pasará a la Historia como descubridor de la filoxera, ésta prosigue su trabajo de destrucción: un año después de la fecha oficial de su descubrimiento aparece en Burdeos y para 1879, dos tercios de la superficie de viña de Francia están afectados por esta plaga.
1855
El entomólogo americano Asa Fitch descubre la filoxera. Su colega Henri Shimer la denomina Daktulosphaira vitifoliae en 1866.
8-12-1867
Delorme, administrador de fincas de Arles, redacta una carta abierta en la que expresa su inquietud por la muerte de varias cepas sin que haya podido averiguar la causa.
15-7-1868
Los investigadores Planchon, Bazille y Sahut descubren por su cuenta la filoxera (sin saber de los hallazgos de sus colegas americanos e ingleses), y bautizan el insecto primeramente Rhizaphis vastatrix, y más tarde Phylloxera vastatrix.
20-8-1868
Paul de Gasparin escribe en la Revista de Agricultura de París: “Se ha hecho mucho ruido acerca de los daños que supuestamente causan a la vid estos pobres animalitos. Esa tesis no es plausible, ya que la cepa muere antes de que eclosionen los insectos.”
1870
La superficie de viña de Tavel se ha visto reducida a 50 hectáreas, de las 800 plantadas inicialmente, y de los 1.300 habitantes de esta comarca, antes rica, se han quedado 400.
1894
Montpellier honra a Planchon como descubridor de la filoxera con un monumento en la plaza de la estación.