- Redacción
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- 2005-04-01 00:00:00
Enfrente va tomando forma la nueva bodega, una catedral de airosas columnas para elevar al cielo las plegarias y las ofrendas de una villa que es todo vino. La evolución de Sonsierra es un paradigma de la historia del vino de Rioja. San Vicente de la Sonsierra se ha convertido en una muestra de monocultivo, un pueblo de tierra y clima privilegiado que vive para y por el vino. En 1962, dos centenares de viticultores, es decir, casi todo el pueblo, se constituyeron en cooperativa. Vendían su vino a diferentes bodegas riojanas de marca que se encargaban de tocarlos con su varita mágica, de criarlos y darles la personalidad de cada casa. Visto que por ahí iba el futuro, en el 87 empezaron a desarrollar mejoras tan importantes como la crianza y el embotellado. Al frente de esta nueva etapa está, desde hace 18 años, Félix Mato, en un cargo casi mesiánico desde el que convence y exige a los socios. Los convence de que cuentan con una evidente ventaja cuantitativa: nada menos que 700 has. de viña, eso sí, salpicada en terrenos bien diversos y cuidadas por agricultores de toda índole, algunos rutinarios sin más preocupación que la económica, pero también otros cuidadosos y responsables, amantes de vino y que lo sienten como obra propia. Al final, con un control a rajatabla y rigurosas penalizaciones, todos se han convencido de que Sonsierra es una empresa, y una empresa común. Los nuevos tiempos Ese talante profesional, la visión comercial de futuro y el carácter moderno de los vinos se rige por dos cabezas, Jordi Von Krenki y Rafael Usoz como enólogo y director técnico. Entre toda la producción, 4 millones de kilos de uva como media anual, hay de sobra para seleccionar a capricho, para obtener vinos excelentes. De modo que la vendimia se planifica escalonadamente, de abajo hacia arriba, por el ciclo de madurez. Y cuando va llegando, la bodega elige para “sus” tolvas una estricta selección de calidad de cada subzona y, en otra parte, las uvas procedentes de viñas viejas. Una nueva bodega, espectacular, crece al otro lado de la carretera, unida a la antigua por un túnel tallado en la piedra. Servirá para crianza, para ampliar las salas de barricas que se quedan pequeñas, para organizar una sala de cata profesional y amplia, y para dar la imagen social, recibir visitantes, exhibir piezas de museo y, en definitiva, realizar una labor didáctica. Gigante y artesana Mientras, se ha renovado el viejo edificio, los tres pisos impresionantes, con 82 lagos y capacidad para elaborar dos millones y medio de litros. Se ha vestido de verde refulgente y pulcro y, aunque la zona de elaboración, con sus vagonetas de hierro colgadas en raíles, se respeta sólo como arqueología industrial, siguen activos los depósitos de cemento, ya que el enólogo ha comprobado que el vino sale menos cerrado que si se guarda en los nuevos depósitos de acero inoxidable. Allí sí se han incorporado nuevas bombas de remontado, refulgentes tolvas, despalilladora de ultima generación, prensas, en fin lo necesario para la segunda bodega embotelladora de toda La Rioja. Impresiona la sala de barricas, 3.250, apiladas a cinco alturas hasta el techo. Y aún así, con el fin de que la mayoría de los vinos pasen algo de tiempo en madera, se ha quedado pequeña. Ya que no pueden jugar más que con una uva, Tempranillo, la imaginación se aplica a las maderas, los tiempos y las sabias combinaciones. De ahí la necesidad del nuevo edificio que, en cuanto esté terminado, se convertirá en una referente de la zona. Las nuevas elaboraciones son una labor de gusto y artesanía que se basa en catas ciegas cada dos semanas. Así se sigue puntualmente el resultado de los distintos robles y los diferentes grados de tostado sobre cada vino, hasta decidir cual es la medida canónica para componer cada tipo, cada botella. Por ejemplo, una nueva experiencia en la solera, a base de viña vieja, que realiza la fermentación maloláctica en barrica y se guarda durante un tiempo muy ajustado, ni siquiera una crianza oficial. Saldrá sólo en formato Magnum que cada vendimia aumenta la demanda, sobre todo para exportación. Pero el catálogo es amplio y conserva formatos y fórmulas tradicionales que, a fin de cuentas, son las que acuñaron la personalidad y el estilo de Rioja, del que Sonsierra ha sido artífice protagonista. Bodegas Sonsierra El Remedio, s/n San Vicente de la Sonsierra 26338 La Rioja Tel. 941 33 40 31 Fax:941 33 42 05