- Redacción
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- 2005-01-01 00:00:00
La Colegiata se asoma en el horizonte. El Duero alimenta estas tierras duras, estas cepas añosas y resistentes. Pero, por encima de ellos, la tenacidad, la sabiduría y los premiados vinos de los Fariña son hoy el verdadero emblema de Toro. Conversan, filosofan, analizan hechos, experiencias, y se ceden la palabra como si torearan al alimón, como virtuosos que tocaran el piano a cuatro manos. A veces, el acierto de una réplica, la agilidad y el humor de una respuesta parecen obra de un ingenioso guión secreto: Manuel.- ¿Novedades? Pues la más importante es el relevo generacional, mi hijo Bernardo ya pasa delante y yo voy quedando detrás... Bernardo.- Sí, claro, yo voy de chófer y él repantigado en el asiento estudiando papeles y dirigiendo el trayecto... El entendimiento, la complicidad, la cariñosa ironía son enternecedores y muestran a las claras el devenir y el futuro de esta bodega familiar en la que ya asoma su curiosidad el joven Manuel, estudiante de agronomía, para bien de la casa. Los autóctonos: uva y familia Es la herencia de las viñas del abuelo y de la bodega que el padre de Manuel Fariña inauguró en Casaseca. Aquellos lares se conservan como cuna de cuatro millones de litros de Vinos de la Tierra de Castilla y León, fáciles de beber y competitivos en precio, mientras la bodega de Toro, inaugurada en 1942, es -por ahora- la joya de la marca, el paradigma de su evolución. Porque aquí se ha gestado el estilo del moderno vino de Toro, el que hoy aprecian catadores y bebedores, el que codician otras bodegas y otras zonas prestigiosas. Aquí, la fe y la esperanza de Fariña transformaron aquellos vinos tradicionales sobremaduros, ásperos y rebosantes de alcohol hasta convertirlos en copas frutales, regalo de aromas que se superponen y se suceden en una evolución rica y compleja. Vinos poderosos y delicados a la vez. Vinos que han sabido extraer las virtudes de la Tinta de Toro, la Tempranillo local, y domesticar también otras variedades nobles, Syrah, Cabernet Sauvignon, Merlot, Albariño o Pinot Gris. Fariña ha desarrollado la técnica para repulir aquel carácter rústico hasta la insuperable elegancia y, en un alarde imaginativo, visionario, ha enriquecido la monotonía de un vino único, el típico de la zona, hasta poner en pie un catálogo tan variado como exquisito, con tragos para cada momento, para cada plato, para cada gusto, desde los tintos más rotundos como el Gran Colegiata Campus o el Roble Francés, a los blancos mas delicados y más golosos, como Val de Reyes. Los cimientos: uva y bodega Para eso cuentan con 290 has. de viñedo plantado y 50 por plantar, muchas cepas viejas propias y de otros 25 viticultores que surten con sus mejores frutos. El abuelo era capaz de distinguir en el paladar las uvas de Valdefinjas, de Llanos de Gema, de Jambrina... y ellos conservan ese conocimiento y siguen fiándose de lo que les revela la cata de la uva, más allá de los análisis de laboratorio. Esos detalles personales son los que hoy, cuando todos los vinos pueden ser buenos, distinguen a los excelsos. Y por eso, y por talante y placer, Bernardo visita a su tonelero para ver la madera, para compartir unas botellas y estimular nuevas experiencias. O sigue paso a paso el ensamblado artesanal de los seis grandes tinos que completan la sala de barricas. Los resultados: uva y vino de autor Manuel, con su larga experiencia, se admira de que en los últimos cinco años el vino haya mejorado más que en los veinte anteriores. Y aprecia esa sabiduría, esas técnicas para domesticar y dulcificar los taninos, para dirigir y estudiar la viña, para definir los matices de cada barrica. Y con ese criterio las ampliaciones de la bodega no pretenden ampliar la producción sino crear vinos más perfectos y ofrecerlos más acabados, completado su ciclo de barrica y botella, perfectamentete educados, capaces de sentarse a la mesa en cuanto salen de la bodega. Ese cuidado de viña y bodega se plasma, por ejemplo en las últimas elaboraciones de la línea Colegiata, el Campus, un vino moderno, estructurado, pleno, de cepas que han cumplido entre 60 y 140 años, prefiloxéricas, que pasa 15 meses en barrica y un año en botella. Se puede tomar así, pero unos meses más sirven para que gane seda y terciopelo. Y esa es la labor que se ha impuesto ahora la casa. Bodegas fariña Camino del Palo s/n 49800 Toro (Zamora) Tel. 980 57 76 73. Fax. 980 57 77 20 mail:comercial@bodegasfarina.com www.bodegasfarina.com